La puerta roja

No es real

Abro mis ojos lentamente mientras que el fuerte olor del alcohol sobre mi nariz me molesta, lo primero que veo es el rostro preocupado de mi amiga Sandra.

-        ¡Por Dios Amalia! ¡¿Acaso piensas matarme de un susto?!

-        ¿Qué paso? – pregunto y veo como mi amiga levanta su vista mirando a alguien más, giro mi cabeza para ver con quien intercambia miradas de no saber si decirme, estamos en un cuarto y yo estoy acostada en un sillón, mientras que Daniel, María y Carlos están de pie detrás de mi cabeza. Lentamente me voy incorporando hasta quedar sentada en el sillón y todos me observan, pero ninguno habla - ¡Bueno, ya! ¿Me van a decir que ha pasado? – digo cansada del atroz silencio.

-        Pues, después de que te fuiste al baño, te fui a buscar después de veinte minutos, pero nunca te encontré, así que le pedí a Carlos que me ayudara a buscarte porque yo no conozco la casa y no quería que al final fuéramos dos perdidas – dice Sandra mientras me observa – realmente estábamos preocupados pues no te encontramos hasta cuatro horas después, yo estaba al borde de la histeria, incluso le iba a marcar a tu papá por que tu celular me mandaba directamente a buzón, creí que alguien te había secuestrado o yo que se, me imagine lo peor – dice con lágrimas en los ojos, lo que me hace saber que mi amiga realmente estaba preocupada – así que al final apareciste y comenzaste a hablar de una tal Isabella y una puerta roja y te desmayaste, pero creo que esa historia la tienes que escuchar de Carlos – dice mirando al mencionado, claro, todo lo recuerdo, pero no entiendo cómo me pude haber tardado cuatro horas en el baño y con Isabella. ¿Por qué mi celular no tenía señal?

-        Amalia – dice Carlos sentándose a mi lado, luego me mira fijamente y suspira – lo que te voy a decir quizás haga que te vuelvas a desmayar, pero creo que debes saberlo. – dice mirándome esperando que yo le diga si continua o no, asi que le hago un ademan con la mano para que prosiga – Hay una leyenda en esta mansión y es precisamente la de la puerta roja, que data de los años treinta, después de que asesinaron a la hija de una sirvienta tras esa puerta, se dice que solo las personas más sensibles son capaces de escuchar sus plegarias pidiendo ayuda, si respondes a su llamado entonces serás transportado a ese tiempo sin percatarte de ello hasta que estés cerca del patio, que es donde hemos hecho la fiesta, no sé con exactitud que pasa en ese inter, pero creo que solo la persona que logre ayudarla a ser libre es porque es alguien especial de su poder. En los años ochenta alguien escucho las suplicas de aquella niña y en su locura incendio toda esa ala, por eso no existe, no sé qué paso o como lo hiciste, lo único que sobrevivió de esa ala es un salón que tiene un ventanal que da hacia el bosque, en el cual ni siquiera entramos, no sé cómo llegaste hasta allá, pero venias justamente de ese pasillo.

-        ¿Estás diciendo que converse con un muerto de los años treinta? – digo entrando en pánico mientras que un escalofrío me atraviesa nuevamente, es la primera vez que escucho una leyenda o historia de terror, Sandra se sienta a mi lado y me abraza, mientras siento mi respiración agitarse.

-        Al parecer eres especial – dice Carlos con una media sonrisa

Todo esto me parece irreal, y solo puedo comprobarlo de una sola manera, la llave de la puerta roja, le pido a Sandra que me pase mi bolsa, y la abro apresuradamente, todo fue cierto, ahí está al fondo de esta, la llave dorada, y he sido yo quien la ha liberado, nuevamente vuelvo a sentir que alguien me mira pero no es ninguno de mis amigos, giro buscando encontrar a alguien pero no hay nada, todos me miran extrañados, en ese momento mi celular suena, es mi padre que está afuera esperando por nosotras.

Me pongo de pie para poder irnos Sandra y yo, mientras que Carlos y Daniel nos acompañan; cuando estamos frente al auto una fría brisa me golpea a la vez que escucho un “gracias” en ella haciéndome temblar, no digo nada, pero sé que era ella, sin más nos despedimos de Carlos y agradecemos por la fiesta.