Fabián

Capítulo 1

El regreso a clases traía consigo a los adolescente alocados con historias sobre cómo y en dónde habían pasado sus vacaciones, también chismes y cuentos divertidos que debían ser escuchado lo antes posible por sus amigos para que luego comenzaran a regarse por los pasillos del instituto, y aunque este era un pueblo pequeño, casi todos se conocían. Habían muchas caras bronceadas y también personas que lograron hacerse un pequeño glow up que sorprendían y daban de que hablar al ver el cambio.

Una de esas fue Hanna Clinford, mi mejor amiga. Quien aquella chica dulce y bonita, la que amaba todo los colores pasteles hasta integrarlo en su manera de vestir, con una melena negra hasta la cintura que resaltaba mucho, acabó convirtiéndose en una chica con botas negras, mallas de red rotas, falda y camisa negra, y lo que más me impactó, su hermosa cabellera ahora le llegaba un poco más arriba de los hombros.

— ¿Pero qué carajos...? —abrí mi boca sorprendida, mirándola de arriba abajo. Las personas a nuestros alrededores también hacían lo mismo y no era de esperarse los cuchicheos—. Ahora pareces una jodida gótica culona.

—Pff, ni nalgas tengo, Clai —río, girando lentamente para que observara su nuevo aspecto—. No me arrepiento en nada, solo extraño un poco mi cabello, pero ese vuelve a crecer —dijo restándole importancia al caso, y se acercó a mí emocionada e hizo un baile de niña pequeña— Pero amiga, me siento más divina que nunca.

Y aunque todavía estaba sobrellevando su nueva imagen, no pude evitar sentirme feliz por ella, porque a pesar de todo lo que se hiciese, todo lo quedaba absolutamente bien y seguía siendo la misma Hanna de siempre, con sus arrebatos de energía, su dulzura y aquella humildad que la caracterizaba. Además, era de mis gustos, solo que un poco más ostentoso.

—Quién diría que ahora Hanni se había convertido en toda una fuckgirl —apareció Louis de la nada, revolviendo mi cabello y pellizcando las mejillas de la mencionada—. Las extrañes mis cachorras.

Y el recién llegado era Louis Hilton, nuestro otro mejor amigo. Parecíamos los tres mosqueteros y era que desde pequeños eramos el trío inseparable. Nos habíamos conocido en el jardín de niños y ya desde ese entonces nuestra amistad fue creciendo con el pasar de los años. Louis era como el hermano mayor que Hanna y yo nunca tuvimos. Divertido, simpático, amable y sin dudas nuestro “el que tenga miedo de morir, que no nazca", porque no había nadie tan incomparable como él, tan arriesgado y lleno de vida.

—Miren a quien tenemos aquí —sonreí y lo abracé, él hizo lo mismo, acariciando mi cabello. Yo no era de las personas que le gustaban los abrazos, pero Louis era como mi peluche. Con él me sentía cómoda y le tenía la confianza suficiente como para no ponerme renuente—. A nuestro romanticón.

—Cuenta todo ya, necesitamos los detalles de como es que por primera vez Lou se está enamorando, ¡Ahhh!

Y se trataba de que Louis había conocido a una chica en el viaje que había hecho a Dertside, el pueblo que quedaba a una hora de este. Cuando nos contó por w******p lo llenamos de muchos mensajes, pero como siempre él no nos quiso terminar de contar porque supuestamente no era gran cosa.

—Oh vamos chicas, no es para tanto, a penas nos estamos conociendo, solo eso —dijo restándole importancia al tema, pero no pudo disimular la sonrisa que se le asomó—. Además, no creo que le importe mucho, solo fue algo repentino, al menos hablamos aveces.

—¿Solo eso? Lou, esta es tú oportunidad para que dejes de ser todo un mujeriego y tengas las pelotas suficiente para tener una relación y no de una sola noche.

—Concuerdo con Clai, y de verdad se nota que te gusta mucho, tenía taaanto tiempo sin ver a mi amigo así de... —y de pronto se calló, mirando a un punto fijo detrás de nosotros con la boca abierta— Jo-der, ¿y ese quién es?

Y de pronto el rugido de una moto captó la atención de las personas que nos encontrábamos en el estacionamiento del instituto. Lou y yo volteamos a ver hacia esa dirección y supe de inmediato de quién se trataba.

Era nada más ni nada menos que Fabián Gray, haciendo una aparición que quizás quiso pasar desapercibido pero no lo logro ni en juego, porque las personas lo miraban sin disimulo y también su porte, estilo, sus aires de chico malo, llamaban la atención.

—Yo quiero que él sea mi fuckboy —murmuró Hanna, viendo al muchacho como un ser divino y volteé mis ojos al imaginarme todo el escenario que ya se estaría formando en su cabeza.

No se podía negar que Fabián había tenido un gran golpe de pubertad. Era muy alto, mínimo 1.90. Tes blanca, facciones suaves pero marcadas. Su cabello me gustaba porque se veía suave y sedoso, ni tan largo ni tan corto. Su cuerpo ahora era musculoso, y pude ver que tenía un tatuaje pequeño en la parte derecha de su cuello. Su forma de vestir con chaquetas de cuero negras, camisas blancas y pantalones negros lo hacían lucir como un pandillero. Pero uno muy guapo, lo admito.

—Que mala pinta da ese tipo, me agrada —murmuró el chico a mi lado.

—Solo es Fabián siendo Fabián —farfulle a lo bajo, dándole un último vistazo y comenzando a recoger mis cosas, faltaban solo tres minutos para que sonara el timbre.

—Un momento, ¿lo conoces? —preguntó, frunciendo el ceño.

— ¿De verdad lo conoces? —y quise negar pero ya era demasiado tarde, ahora quién la aguantaba— ¡Debías empezar por ahí, Clai!

—Ehmm, bueno, sin contar el hecho de que ahora vivirá en mi casa, pues si, sí lo conozco y ustedes también, solo que no lo recuerdan.

—¡¿Qué?! —exclamaron al unísono, y les chiste para que se callaran, y justo en ese momento sonó el timbre. Empecé a caminar sola y pude sentir como me perseguían.

—No te vas a salvar, te esperamos en la cafetería —me miró desafiante y se fue adelante, dejándome con el chico.

—Ya conoces a Hanni, no se quedará tranquila hasta saciarse de respuestas —y los dos asentimos, porque sabíamos lo fuerte que era ella. Entramos al pasillo y Lou se fue por su lado y yo por el mío.

Después de todo, a pesar de que estuviésemos en el mismo año, los tres no compartíamos la misma aula, yo estaba en la A, Hanni en la B, y Lou en la C. Al principio me quejaba, al menos me hubiese gustado quedar con mi amiga, pero después nos acostumbramos.

Entré al aula, me senté en los últimos puestos cerca de la ventana y poco a poco se fue llenando de estudiantes de mi sesión. El profesor de Historia también entró y en el momento de cerrar la puerta estando todos en sus puestos, el chico nuevo entró.

—Bienvenidos a todos a el nuevo comienzo de clases, espero la hayan pasado bien. En otras novedades, les quiero presentar a su nuevo compañero de clases —señaló al chico—. Presentate ante la clase, por favor.

Todas las miradas estaban atenta en él, las chicas sonreían y prestaban atención al mínimo detalle que el hiciera. Pero solo se mantenía serio, con actitud relajada y pude notar ojeras bajo sus ojos café.

—Soy Fabián Gray, tengo 19 años y de verdad me vale mierda hacerme amigo de nadie, gracias —y comenzó a caminar entre los puestos hasta sentarse al lado de el mío. Todo quedó en silencio y hasta el mismo profesor quedó sorprendido.

Esa si que había sido una buena presentación.

—Bueno —se aclaró la garganta, tomó su libro y sin decir nada al respecto comenzó con la clase.

Al principio trate de prestar atención a lo que el profesor leía, pero mi estómago comenzó a rugir por falta de hambre y todo me comenzó a fastidiar. Jugaba haciendo dibujitos en la parte de atrás de mí cuaderno, miraba por la ventana, y hasta me puse a adivinar el nombre de el perfume que usaba Fabián, todo olía a él. Jugueteé con mi lápiz y por un momento lo miré. Parecía estar prestando atención a lo que decían, pero su mirada perdida me decía todo lo contrario. Y ahora que lo miraba un poco más de cerca, me percaté de que tenía una pequeña cicatriz en la sien, era algo mínima, pero si lo detallabas bien ahí estaba. Me preguntaba como se la había hecho, a lo mejor en una de sus momentos de malote, podría ser. Pude notar también que a pesar de todo lo que él quería mostrar, su semblante se veía decaído, cansado, y las ganas incipientes de saber me carcomían.

— ¿Te gusto, Clark? —murmuró, girándose disimuladamente hacia mí. Trague saliva y rodeé mis ojos como si me hubiese dicho algo ridículo.

—Pff, que ingenuo eres.

—La ingenua eres tu por creer que con tan solo verme vas a aclarar todas tus dudas sobre mí —y se encogió de hombros—, ¿o estoy equivocado?

Odiaba que siempre, desde chicos, él pareciera tener la razón, y es que en algunas veces sí las tenía, solo que no las aceptaba porque sabía que eso iba a agrandar más su ego. Era como si yo fuera un libro y solo él tenía acceso de leerme y saber lo que pensaba, eso solo me causaba ser un poco vulnerable ante él, y a mi parecer era lo que quería lograr.

—No, tienes razón —confesé en lo bajo, él alzó una ceja y me miró con más atención, e hice lo mismo. No quería dejarme intimidar—. Quisiera saber de ti, de todo ese misterio que te traes, quiero saber que es lo te da miedo, quiero saber que es lo que te hace vulnerable. Y de verdad no entiendo por qué tengo estás dudas, pero solo sé, que quiero saberlo.

Ninguno de los dos dijo algo después de aquello, solo nos quedamos mirándonos fijamente, como si con eso tratáramos de decirnos algo.

—Señorita Clark —la voz de el profesor me sacó de la nube, y al voltear, su mirada iba de mí a Fabián—. Como está tan pendiente de la clase le tengo una pregunta, ¿en que año inició la guerra del tema en la que estamos indagando?

Joder, eso me pasa por no prestar atención. Sentí la miradas de todos en mí y quise que la tierra me tragara.

—Bueno, yo...

—En el año 1979 hasta el 1982 —respondió el chico a mi lado, serio.

El profesor no dijo nada, solo nos echó una mirada reprobatoria, y después de eso, no volteé más a mí derecha, pero podía sentir su mirada pesada en mí.

Luego de unos minutos el timbre sonó y con rapidez cogí mis cosas para chocarme afuera con una Hanna calcomiendome de preguntas, pero se calló cuando de pronto sentí el olor de su perfume detrás de mí. Volteé a verlo, lo miré, me miró, y siguió su camino como si nada.

Esperaba que esto no quedara así.