Llegué a mí casa con el sinsabor en la boca ante la situación que acababa de suceder. Ya eran las dos de la tarde y aunque en estos momentos estuviese vuelta un ocho con lo que me pondría para mi cita, solamente me mantenía como si un balde de agua fría me inmovilizara el cuerpo. Ahora mismo comenzaba a dudar si tendría que seguir con esto, así como si nada, o detenerlo para que no pasara a mayores. Todavía no creía que el mismísimo Kerry viniera hacía mí, solo con pensar en la reacción que tendría Fabián, Daniel y hasta la mismísima Elisa si les contara aquello, me acojonaba. En todo el camino me cuestionaba el hecho de por qué tuvo que venir precisamente a mí, yo, que no estaba involucrada en esto. Tenía tantas preguntas y no sabía realmente que hacer. ¿Acaso tiene una intención con