Capítulo 2

1627 Words
Cecilia no podía creer lo que estaba leyendo, las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. ¡Ese documento era su acta de divorcio! Diego había solicitado el divorcio cuatro años antes, justo en la misma fecha en la que ella se encontraba en Cuernavaca, buscando la manera de poder darle un hijo. Eso no le podía estar pasando a ella, no en ese momento en el que creía que su matrimonio marchaba mejor que nunca, Diego era tierno y cariñoso con ella, como siempre lo había sido, ya no era tan apasionado como antes, pero se lo había atribuido a la enfermedad de ella, que constantemente estaba cansada y débil por los tratamientos tan agresivos contra el cáncer, ya había recuperado su cabello, se había vuelto a sentir bonita y él siempre respondía cuando ella lo buscaba sexualmente. Un agujero n***o la empezó a envolver y perdió el sentido. —¡Cecilia, hija! — Gritó su madre al entrar en la habitación y encontrarla en el piso —¡Ceci!¡Ceci! —lloraba desesperada. —¿Qué me paso? —Preguntó, cuando comenzó a recuperarse, no tardó en recordar lo que acababa de descubrir, se incorporó lentamente y sin que su madre se diera cuenta, empujó el sobre y el acta, debajo de la cama. —¡No te levantes hija! Voy a llamar una ambulancia. —No mamá, no es necesario, estoy bien, ya se me está pasando. —Si yo te dije que te veía muy demacrada, en este momento vamos al médico, que te mande a hacer estudios, tenemos que saber por qué te desmayaste. —Seguramente porque ya tengo hambre, tu sabes que no puedo pasar mucho tiempo sin tomar alimentos, ¿vamos a comer? Más tarde regresamos por todo, al fin que ya vimos que si hay cosas que te pueden servir. —¡Ay Ceci! Está bien como tú digas, pero yo manejo y prométeme que se lo vas a decir al médico. —Sí madre, te lo prometo, pero vámonos ya. Llegaron a casa de doña Juana, Cecilia hacía un gran esfuerzo para no llorar, apenas pudo probar bocado, sentía, que la comida se le atoraba en la garganta. Después de comer, le pidió a su madre que le pidiera un auto de alquiler, no quería conducir, pero ya quería irse a su casa, no podía seguir fingiendo ante su madre que todo estaba bien, cuando por dentro, sentía que se moría. —¿Por qué no mejor llamas a Diego para que venga por ti? La insistencia de su madre terminó por irritarla, Cecilia, amaba a su madre, pero algunas veces se le hacía imposible soportarla, quizá porque las dos tenían el mismo carácter. —¡Madre, si quisiera llamar a Diego ya lo habría hecho! ¿Me pides el auto de alquiler? O me voy conduciendo. —No te enojes hija, ahorita ya te lo pido. —¿Qué pasa? Las veo muy alteradas. —¡Ay Vanessa, que bueno que llegas! Por favor hija, lleva a tu hermana a su casa, no se ha sentido bien y no quiero que conduzca así. —Sí claro, vamos en tu coche y yo me regreso en taxi, la verdad te ves muy mal Ceci, estás toda pálida, ¿Segura que no quieres esperar aquí a Diego? O te llevamos al médico. —¡Ya les dije que estoy bien! Sólo necesito descansar, pasé mucho tiempo sin comer y me debilité, eso es  todo. Vamos Vane, ya no le hagas caso a mi mamá, ya sabes que ella todo exagera. Subieron al coche y en cuanto se alejaron Cecilia rompió en llanto, no quería que su madre se enterara, porque era capaza de hacer un escándalo, pero de sus dos hermanas, Vanessa, era a la que más confianza le tenía, en cuanto la vio llorar, se orilló y detuvo el coche, —¿Qué pasa Ceci? Por favor no me digas que estás así, por cansancio, eso no te lo creo. —Vane, ¿tú crees que Diego tenga una amante? —¡Claro que no! ¿De dónde sacaste eso? Diego te adora, cuando estuviste hospitalizada en Cuernavaca, aunque no lo creas, él todo un hombre, estaba literalmente llorando. —Vamos a la casa de mis suegros, quiero que veas algo, pero por favor, no le digas nada a mi madre, no quiero que haga un escándalo como los que acostumbra. La chica encendió el motor  y retornó el vehículo para dirigirse a la casa de los padres de su cuñado. —¿Qué fue lo que viste? ¿Ropa de mujer o algo así? —No Vane, algo peor. —¿Peor? ¿Qué puede ser peor? —Mi acta de divorcio, hace cuatro años que dejé de ser la esposa de Diego y yo no lo sabía. Vanesa pisó el freno provocando un enfrenó por la impresión, el auto de atrás, les tocó el claxon en tonada de insulto. —¿Acta de divorcio? ¡Eso es imposible! ¿Cómo se pudo divorciar sin avisarte? ¿No se supone que tú tenías que firmar el acta? —No, recuerda que nos casamos en la Ciudad de México, allí existe la modalidad de divorcio exprés, basta con que uno de los cónyuges se quiera divorciar, para que el juez lo otorgue. —¡Carajo! Eso no lo sabía. ¿Cómo es que viste esa acta? —La encontré por casualidad, y tiene fecha del mismo día que yo estaba en el hospital, tal vez, si no me hubiera enfermado, ahora Diego ya no estaría conmigo, se quedó conmigo por lástima. —Ceci no digas eso, Diego te quiere mucho, se le nota. —Tú lo has dicho, me quiere mucho, pero estoy segura de que ya no me ama, desde que leí el acta, me han caído muchos veintes, Diego ha cambiado mucho conmigo, sobre todo, íntimamente. —¿Ya no tienen sexo? —Durante los dos años que estuve en tratamiento, él estuvo durmiendo en la habitación de invitados, para no incomodarme porque las quimioterapias y las radiaciones me dejaban exhausta, luego, yo lo alejaba, no me sentía bien, sin cabello, demacrada, con la piel reseca, no me daban ganas y cuando el médico me dio de alta, volvió a nuestra habitación pero tardamos en volver a hacer el amor, porque yo me sentía insegura, hasta que me empezó a crecer el cabello y me sentí bonita de nuevo, yo lo comencé a buscar en la intimidad. —¿Y? ¿Te respondió? —Sí, pero, ya no es como antes. —No te entiendo, ¿Cómo era antes? —Diego era muy apasionado, le gustaba experimentar posiciones, bastaba con que le tocara la espalda y me hacía el amor hasta en la cocina, él —se sonrojó —, disfrutaba mucho del sexo oral, y ahora, apenas me toca, ¿me explico? Pareciera que solo lo hace por cumplirme. —Ay Ceci, hasta donde yo sé, a ningún hombre “se le para el amiguito” si no tiene ganas, yo creo que te estás haciendo ideas en la cabeza. —Cuando veas el acta de divorcio, verás que lo que te digo, es real. —¿Y qué piensas hacer? ¿Le vas a reclamar? —No lo sé, si le reclamo, lo voy a perder, si no me ha dejado, ha sido su decisión quedarse, pero no sé si voy a soportar estar a su lado, sabiendo que ya no me ama. Llegaron a la casa y se sorprendieron al ver que el auto de Diego, estaba estacionado en la calle, ¡él estaba ahí! —¿Qué hago? ¿Me estaciono? ¿Vas a entrar a ver si está con alguien? A Cecilia se le bajó la presión de la impresión, se puso tan pálida que su hermana se asustó. —Ceci, tranquila, ¿quieres que yo entre? —No Vane, vámonos, llévame a mi casa, necesito descansar y tomarme un medicamento para la presión, me siento muy mal. —Ceci, tal vez sería bueno que de una vez te desengañes, si tiene una amante, seguramente está adentro con ella, déjame ir. —¡No! ¡Vámonos ya! Vanessa no entendía los motivos de su hermana, quizá era porque no tenía el valor para hacerlo, quizá era de esas mujeres, que prefieren vivir engañadas, que ser señaladas por ser divorciadas. Cuando llegaron a su casa, se aseguró de que su hermana se acostara, se veía mal, y no era para menos, enterarse así que estaba divorciada y al parecer todo indicaba que su esposo tenía una amante. —Me voy hermana, no quiero que tu marido me encuentre aquí, porque si tu no le dices nada, soy capaz de enfrentarlo yo. Vanessa se fue y Diego tardó casi dos horas más en llegar, encontró a Cecilia con un camisón muy sensual, lo estaba esperando en la sala, con velas y vino. —Te estaba esperando mi amor, hoy se cumplen dos años desde que el oncólogo me dio de alta, pensé que era un motivo para festejar. Se puso de pie y camino hacia él provocativamente, lo besó y su beso le supo, a alcohol. —Lo siento, Ceci, vengo muy cansado, sólo una copa y ya, me tomé tres copas de whisky y ya sabes que el alcohol en exceso me pone mal. —¿Estuviste con Mauricio, hasta esta hora? —Sí, hacía mucho que no charlábamos tanto. Un dolor en el estómago de Cecilia, le llegó hasta el pecho, sabía que estaba mintiendo, le dio un trago a la copa y lo tomó de la mano, lo jaló hacia la habitación, tenía que recuperar  a su esposo…
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD