Shoot me

1665 Words
Mónica atraviesa los pasillos intentando que las lágrimas no se derramen, evita mirar a las personas que pasan unto a ella y opta por usar las escaleras en vez del ascensor, cada paso que da se siente como una tortura, la vista se le nubla y el corazón le duele. Las escaleras son poco transitadas así que no pudiendo más y por culpa de las lágrimas tropieza y queda sentada en una grada, gimoteando y llorando. Estaba bien, podía dormir por las noches y ya se hallaba más tranquila, las citas con la psicóloga funcionaban y había dejado las pastillas para dormir. Aquel dolor solo parecía crecer cada vez más e intentaba entender por qué, se supone que todo acabó y ella podría dejar ese episodio atrás, olvidarse que alguna vez ella y Christopher Ventura se conocieron y compartieron una hermosa pero ficticia historia de amor, es más prefería olvidar que vivían en el mismo planeta y el mismo país, a unas horas de diferencia. Olvidar que alguna vez quiso viajar hacia la ciudad del muchacho, pasar casualmente frente a su casa. Su llanto aumenta y abraza sus piernas, las pocas personas que pasan por ahí viéndola desde el ascensor pensando que tal vez era una fan que vino a ver a uno de los artistas de TDE y terminó siendo despachada, tal vez una aspirante buscando trabajo o quién sabe. Todos tenían cosas que hacer y no tenían tiempo de ser empáticos con una desconocida. Unos pasos apresurados de oyen y sin dudarlo le toca el brazo. —Hey, hey—desesperado intenta calmar el llanto de la chica, consigue que Mónica levante la vista y su corazón se encoge al ver sus bonitos ojos llenos de lágrimas, esperaba ver maquillaje corrido pero no hay rastro alguno. —A-a quien menos quería ver es a ti. — murmuró sintiendo de nuevo el nudo en la garganta, el chico frente a ella sonríe tristemente. —Lo sé, pero estaba buscándote y cuando vi que te deshacías en llanto yo… —Pensé que me odiabas— su voz suena rota y quiere volver minutos atrás y contenerse no romperse en esa empresa y menos frente al muchacho rizado, quien la mira con evidente preocupación. —Bueno… ¿Cómo podría odiar a mi amiga? — le toca la mandíbula y le sonríe, cálido y reconfortante. — ¿Quieres ir a otro lugar? Las personas son curiosas y me cae mal un poco de esta gente. Terminan en una cafetería cerca de la empresa porque Jay debe volver pronto a los ensayos o su coreógrafo lo matará, suspira tranquilo al ver a la muchacha frente a él beber aquel jugo y los rastros de lágrimas desaparecen poco a poco. —Deberías volver, ya estoy bien, gracias. —Farfulla mientras se limpia la nariz con un pañuelo desechable. — No es nada, pero… deberías hablar con él. —  Aunque es una sugerencia espera que Mónica o se lo tome a mal, a decir verdad, aunque Chris dijo que ellos si hablaron la última vez que se vieron, Jay siente que aún tenían más cosas que decirse o gritarse. —No quiero. ¿Y quién dijo que sería fácil? —No quiero entrometerme, pero en verdad, ambos buscan paz, ¿no? Entonces… si hablan podrán dejar las cosas claras y terminar esto de forma definitiva. Minutos después se encuentra llamado al castaño enviándole su ubicación y esperando que su idea funcione, Mónica ya no le mira a la cara, ni le sonríe y mucho menos intenta entablar una sencilla conversación para romper el hielo que se ha instalado con su amigo. Y aunque Jay intenta hacerla hablar preguntado cosas tan estúpidas como que el día es caluroso o que tal vez mañana llueva, nada funciona y la muchacha se mantiene inmóvil. Deja salir un suspiro de cansancio, está algo enojado con la situación pero perdería el tiempo intentando nombrar un culpable. —Mi actitud los últimos meses no ha sido buena—escucha que Mónica habla—Te estoy desesperando, y lo siento por eso, hasta mi familia se exaspera porque un momento estoy feliz y al otro pienso que todos son mis enemigos. No es tu culpa… solo… no me siento bien. Jay destensa los músculos y le da a la chica una sonrisa tranquilizadora. —No estoy… —Lo sé, solo pienso que deberías alejarte, así como lo hizo Rubén en la mañana—el menor se queda de piedra, ¿ella lo vio? —Lo que hice estuvo mal y no esperaba que me recibieran con los brazos abiertos de nuevo. Pero, ver que él huía de mí fue… —Rubén no lo hizo con esa intención, Mon… —No digas más. —En verdad, de hecho él corrió para avisarnos que estabas en la empresa. Íbamos a verte, Elián te extraña. Nada parecía servir. Así que lo dejó ser. Cuando recibió el mensaje de Chris, se despidió de la muchacha y pagó la cuenta. Mónica en verdad no lo entendía, ¿de qué debían hablar? Se habían dicho todo y ella no tenía nada más que acotar a sus palabras ya dichas. No quería decir nada más. Podía levantarse y esconderse en el baño, podía evitarlo fácilmente. Y para cuando se decidió a hacerlo, él estaba frente a ella, nadie más que ella conocía podría tener esa pulsera. Así que simplemente se dedicó a jugar con la correa de su bolso. Christopher también se hallaba nervioso, observó el rostro de la muchacha, fantasmas de lágrimas arruinando la perfecta imagen y su cabello castaño sujeto por una coleta deshecha. Sí ella lucía bonita pero rota. Inconscientemente llevó su mano hacia el rostro de la joven e intentó acomodar ese mechón rebelde que siempre se escapaba, retrocedió cuando ella le apartó de un manotazo. Mónica lo odiaba, odiaba verlo y sentirse aún enamorada, aun tonta, aun frágil porque con una simple mirada de esos ojos color café él la podía tener de rodillas. Odiaba el poder que aun ejercía sobre ella. Y odiaba que su estado de ánimo dependa del chico. … No era una cosa fácil de hacer, no podía simplemente pararme frente a ella, era como una de esas películas o series de suspenso. Su mirada era gélida, me estaba matando y sentía la atmósfera más pesada de lo normal. Me senté en silencio después del repentino golpe. Aguantando la respiración. — ¿Me puedo sentar? —No recibí una respuesta elaborada más que un simple asentimiento. — ¿Cómo estás? — No sé. — ¿Uh? — Claro, depende de cómo estás, estoy yo. Estaba acorralado, me sentía a punto de morir y si bien yo solo quería hablar, arreglas las cosas, Mónica no me lo estaba poniendo nada fácil. Ella podría disparar en cualquier momento y siendo sincero, ella tenía el poder de matarme. Y si eso lo resolvía… estaba dispuesto. —No comprendo. — ¿Qué haces? ¿Dónde estás? ¿Has comido? Buenas noches. Bebé, dulzura, cariño. Te extraño— recitó como si de una canción infantil se tratara. —Aunque nunca lo quise, mi estado de ánimo dependía de ti. Si estabas feliz yo también lo estaba, si estabas triste, enfadado, melancólico, si sentías miedo, yo debía sentirlo también. Y si yo estaba feliz tú… Sin duda eso no era lo que buscaba, en lo absoluto. Quise gritarle que solo deseaba que nuestra historia fuera como esos romances de las películas o las series coreanas que veía. Pero al ver su expresión, sin duda esto no era nada más que un episodio dramático. Y ella era la que le ponía el punto final a este estúpido libreto sin pies ni cabeza. Esperaba que no sea verdad, aun no lo intenta de nuevo y ella no podía acabarlo así por así. —Lo dices porque estas dolida—se rio. Lo siguiente que supe, es que Mónica me estaba reprochando un montón de cosas mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, me disparaba constantemente y no me deja defenderme, intentaba esconderme pero ella siempre me hallaba y estaba terminando más herido que antes. Dolía tanto, en verdad lo hacía. De pronto sentía como las personas dentro de aquella cafetería sele levantaban y me disparaban también, todos de pronto me señalaban. —Por favor, basta— susurré y no verdad no quería llorar No quería que ella, entre todas las personas del mundo me vieran llorar. Y siguió disparándome sin piedad, y aunque sabía que lo merecía, por fin entendí ese dicho que la verdad duele. Porque en ese momento ella solo decía la verdad. — Para, por favor — y antes que me diera cuenta mi visión era borrosa por las lágrimas acumuladas, levanté la cabeza y la vi, ella lucía igual que yo. Y así como ella lo hizo, yo también le reproché, yo también le dije que era una cobarde por no decirme cómo se sentía, por no confiar en mí, por llevarse aquella carga y nunca decir nada, por aspirar a una estúpida perfección, pero también me reproché porque todo era mi culpa, le pedí disculpas y aun así, con las lágrimas corriendo por mi rostro no puede decirle que a pesar de todo, a pesar de habernos roto, de habernos hecho miles de millones de pedazos, la quería. La quería como solo una vez en la vida puedes querer a alguien, y no como a la familia o amigos, la quería como solo sabe amar el universo. Como si hubiera pasado 10000 vidas buscándola y por fin le hallé. La quería de una manera que era difícil de explicar, pero la quería... y espera que ella también. Ella secó sus lágrimas y me tendió una servilleta, algunas personas nos miraban, confundidos, molestos por todo el show que armamos y otros con pena. No sé. Solo sé que me sentí más liberado y más consciente que si en verdad quería que Mónica se quedara un poco más conmigo, era decirle. — Te... Pero las palabras seguían atorándose en mi garganta. Al final, ella me dio una sonrisa triste y se fue. No me dio otra mirada y mucho menos palabras de aliento, solo se fue. Por favor, abrázame. Por favor, mírame. Por favor, solo ámame. 
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