Él siempre sostenía mi mano.
Él siempre susurraba mi nombre sin esperar respuesta.
Él parecía estar dispuesto a hacer cualquier cosa por mí.
Él aparecía en los peores momentos, incluso ahora luego de los años y de los días grises, él estaba ahí de nuevo.
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Las lágrimas cayeron por mis mejillas de nuevo, me maldije a mí mismo por ser tan cobarde, por siempre terminar bañado en amargas lágrimas y en golpes absurdos.
Ya no estaba solo, Aki estaba de nuevo aquí pero, temía tanto que se fuera de nuevo, temía tanto que todos estos días fueran solo un amargo recuerdo después...
Las lágrimas tan normales cayeron de mis mejillas, Aki me miró por un largo rato con expresión dolida, con lo que parecía ser un poco más que enojo en aquellos ojos claros y hermosos, pero aún sostenía mi mano, aún la sostenía y se sentía bien...
- Está bien... no tienes que decirme nada, Vitya... no te entiendo, esa es la verdad, no sé mucho de ti tampoco. No pretendo comprender qué es lo que has pasado o cómo has vivido todo este tiempo hasta hoy… solo... solo quiero que, que por una vez en tu vida, tú seas lo más importante - susurró, sus labios arrastraron una media sonrisa de lado y limpió con su manga mis húmedas mejillas. Traté de sonreír sin conseguirlo del todo.
Él se acercó y besó mis labios suavemente, yo solo pude seguirlo por un breve instante antes de que se alejara despacio.
- Vamos - se puso de pie y avanzó un par de pasos antes de voltear a verme y tenderme una mano, yo la tomé y caminé tras él, la lluvia comenzó a caer en ese instante.
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Los labios de Aki recorrieron los míos con desesperación, su respiración agitada temblaba en mis propios labios. Sus manos se deslizaron despacio por mi abdomen y cada centímetro de mi cuerpo gritó con su ligero toque.
Su voz llamó mi nombre en la oscuridad, mientras mis labios buscaban desesperadamente los suyos de nuevo, podía sentir sus mejillas cálidas contra la palma de mis manos. Y su cuerpo presionando contra el mío en cada suspiro.
- Te amo, Vitya - sus palabras inundaron la habitación, sonreí y pude ver las lágrimas cayendo a sus mejillas sonrojadas, fui yo quien limpió sus lágrimas ahora, Aki me regaló su sonrisa que pareció temblar por un segundo en sus labios; besé su cuello y sus uñas se clavaron en mi espalda como respuesta.
- También te amo Aki - él volvió a besarme. Y en ese momento, quizá luego de todo lo malo que había pasado en mi vida, entendí que… amarlo iba a seguir doliendo, incluso tal vez más que antes.
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Suspiré.
Mis manos recorrieron suavemente el cabello rubio de Aki, alejé algunos mechones que caían desordenados sobre su frente, él solo me observó sin decir nada más. Respiraba agitadamente a mi lado; sus manos trazaron de nuevo un sutil recorrido por mi cuerpo desnudo, luego, simplemente se detuvo indeciso y se acercó a mí.
- En ocasiones desearía… en ocasiones, desee conocerte de manera diferente, Vitya… Pero, ahora sabes lo importante que eres para mí. Lo mucho que te amo. Lo mucho que te deseo.
- Aki… - susurré, él colocó un dedo tembloroso sobre mis labios, guardé silencio.
- Shh, está bien, no tienes que decirme nada… no.
- Pero…
- No. - lo observé, las lágrimas volvían a caer de sus ojos manchando sus mejillas ahora pálidas. Las palmas de sus manos se presionaron contra mis mejillas, y observó mi rostro con cuidado, la mueca de dolor que cruzó por su rostro al detenerse sobre el golpe de mi labio, y los ahora casi invisibles moretones que en marcaban mi propio rostro me hizo estremecer, me hizo darme cuenta que no había hecho nada porque aquello acabará, me hizo entender que habían pasado años y yo… yo sencillamente había aceptado que mi vida se reducirá a eso, a las lágrimas a los golpes constantes.
No dijimos nada durante un largo rato, podía escuchar la lluvia cayendo afuera, golpeando las ventanas y el correr del viento contra las tejas del techo, observé a Aki, dormía a mi lado, sus largas pestañas proyectaban sombras sobre sus mejillas.
Me senté sobre el borde de la cama, mis pies tocaron el frío suelo y las lágrimas me inundaron de nuevo, las lágrimas que tanto odiaba que siempre me agotaban pero, jamás se marchaban…
Había amado a Aki y ese amor me consumió de prisa, ahora estaba de nuevo ahí y aún lo amaba, aun quería estar a su lado y sentirme seguro, amado también… Sabía que podía ser un error de nuestra parte y eso dolía...
Por un momento quise gritar, quise apartarme y esconderme, porque a diferencia de todos estos años, Aki estaba de nuevo ahí, Aki estaba conmigo y el asco que mi vida provocaba en mí había vuelto también, el miedo a que quisiera irse y alejarse de nuevo..
Temblé ligeramente.
Aki me llamó en la oscuridad pero, no respondí.
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Desperté.
Mis manos buscaron con desesperación su cuerpo, pero únicamente encontraron la soledad que su presencia había dejado. Me senté sobre las sábanas revueltas y fue cuando lo vi, de pie dándome la espalda mientras se vestía en silencio.
- Aki... - susurré, él volteó despacio, en sus labios colgaba un cigarro, la pequeña llama iluminaba tenuemente la oscuridad que nos rodeaba. Se colocó el abrigo y apagó el cigarrillo sobre la cómoda de madera.
- Hey, Vitya, lo siento… ¿te desperté? - me llamó despacio, negué en la oscuridad, sonreí y me senté sobre la cama mientras lo observaba, la lluvia afuera se había detenido en algún momento.
- ¿Te vas? - pregunté, Aki me sonrió ligeramente y apagó su cigarrillo en la cómoda de madera a un lado de la cama.
- Sí… - me vestí también, él esperó en silencio, luego caminamos hacia la puerta de mi habitación, Aki tomó mi mano con la suya, en el silencio de esa pequeña casa susurró.
- Deberías irte conmigo, Vitya - la urgencia en su voz me sorprendió, pero solo pude observar el corredor que llevaba a la pequeña sala de la casa, ahora sumido en la oscuridad. Aki presionó mi mano con la suya con demasiada fuerza, volví a mirarlo y su expresión cansada me hizo sentir culpable.
- ¿A dónde vamos a ir, Aki? - pregunté, mi tono de voz algo incrédulo hizo a Aki sonreír y encogerse de hombros.
- Confía en mí…
- Lo hago, Aki.
- Te buscaré entonces, Vitya - sonrió y besó mis labios una vez más, luego lo vi marcharse por el corredor en silencio, me quedé de pie, escuchando el correr del viento afuera contra los árboles… pase una mano por mis cabellos y fue entonces que vi a mi padre mirándome fijamente, sonrió.
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- Deberías cobrarle al menos, es lo que has hecho toda tu vida Vitya, ¿no? Venderte a otros. Vivir de vender tu estúpido y patético cuerpo - su risa resonó entre las paredes de mi habitación, aplastó su cigarrillo en la cómoda desgastada donde anteriormente Aki lo había hecho; me miró, sus estúpidos ojos oscuros me evaluaron durante un minuto, pude ser capaz de contar cada maldito segundo, sentí náuseas.
- ¿Quién es? No me digas que es el tonto que siempre estaba contigo en el parque, ¿no se había marchado ya? - sus palabras me golpearon en la cara, ¿cómo diablos lo sabía? ¿No había sido yo lo más cuidadoso posible para que nadie se enterara de Aki? Mis manos temblaron por un breve momento, las náuseas volvieron a mí, me senté sobre el duro suelo de madera, unas pequeñas motas de polvo se elevaron tranquilamente sobre mí.
- ¡Hey! - gritó, me llevé las manos a los odios no quería escuchar lo que tuviera que decir, tenía demasiado miedo, le tenía demasiado miedo.
- ¿No vas a contestar? Estoy seguro de que es él, ¿no?. El estúpido chico que pasaba las noches en tu habitación - volvió que reír, mis manos se apretaron aún más contra mis oídos, mis piernas temblaban. Sentía demasiado frío.
- ¿Creíste que no lo sabía, Vitya? - se rascó despreocupadamente una mejilla mientras paseaba alegremente por la pequeña habitación sucia. Pegué mi espalda a la cama, las lágrimas cayeron de mis mejillas al suelo.
- ¿Quién es de todos modos? ¿Alguien que te pedía tener sexo con él? ¿Quién diablos era? - deje caer mis manos de mis oídos y lo observé, sus pequeños ojos negros estaban concentrados en algo más allá fuera de mi ventana, odiaba a aquel hombre. Odiaba tener que llamarlo, padre. Odiaba que mi madre lo hubiera encontrado, me odiaba a mí más que a nadie.
- Yo... - volteó a mirarme, su sonrisa torcida recorrió con pereza su rostro, frotó sus manos juntas y me miró un rato, yo no dije nada más, ¿qué diablos podía decirle? ¿Qué era mi amigo? ¿Qué me había enamorado de él? De cualquier manera a él no le importaba en absoluto, mi padre simplemente estaba torturándome con algo que amaba, con algo que significaba algo para mí.
Me limpie las lágrimas con esfuerzo, y escupí la sangre que se había acumulado en mi boca sobre el suelo gastado.
- Vitya... - se arrodilló a mi lado, el fuerte olor a alcohol invadió mi espacio, volví a sentir arcadas, traté de alejarme, sentía asco el tenerlo cerca. Él alcanzó el cuello de mi camisa y me hizo quedarme en mi lugar, sus manos jugaron con los botones, quitando uno por uno. Yo simplemente temblé y las lágrimas siguieron su recorrido, frías, impotentes...
- ¿Qué rayos hiciste con él, Vitya? ¿O acaso él no sabía lo que tú hacías? ¿Acaso sabía que te revolcabas con todo el que se te pusiera enfrente por dinero? ¿O lo hacías gratis con él? ¡¿GRATIS?! ¿Qué, su bonita cara te conquistó? ¿Creíste que alguien realmente podría quererte? ¿Fue bueno contigo? ¿Eso fue lo que te gustó? Pero, seamos realistas Vitya, nadie hace nada gratis... él, tú... Todos tienen que recibir algo a cambio, ¿no? - sollocé.
Conocía a ese hombre de toda mi vida, sabía de lo que era capaz... muchas veces le tenía miedo y otras veces simplemente me sentía una basura por permitir que él hiciera aquello conmigo, que él sembrará esa duda en mi mente y eso siempre terminaba golpeándome, haciéndome sentir miserable.
Sus manos tomaron mi cabello con fuerza, su mirada se concentró en mí, luego sus labios húmedos se presionaron contra mi cuello por un largo momento, luego golpeó mi cabeza contra el suelo… sentí asco, sin embargo, el miedo era peor.
MIEDO.
Cinco letras que hacían que mi mente, mi cuerpo, todo en mí se derrumbara por completo.
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Desperté de nuevo, la luz de la tarde se abría paso por entre las cortinas de mi habitación…
Había sangre en mis manos, en mis brazos, en mi boca… escupí a un lado de nuevo y me senté sobre el duro suelo de madera, mi cuerpo temblaba. Sentí náuseas. Sentí que iba a desmayarme en cualquier momento.
Me puse de pie lentamente, me tambaleé un par de segundos antes de poder dar un paso enfrente. Mi visión fallaba.
Caminé con dificultad hacia el baño, ya no había lágrimas que quisiera derramar ahora, solo habían golpes, más golpes.
Observé mi rostro, solo uno de mis ojos grises me devolvió la mirada, el otro estaba cerrado con un golpe que estaba entre el morado y el n***o. Vi manchas rojas delante de mí, me sostuve con fuerza al lavabo para no caer. Mi labio se veía peor que antes, la sangre ya se había secado. Un par más de golpes recorrían mi mejilla, mi mandíbula… los moretones se habían empezado a formar en mis brazos y mi pecho. Mis nudillos también habían dejado de sangrar, estaba seguro que tenía un dedo fracturado.
Sollocé y me abracé a mí mismo. Estaba cansado, estaba tan cansado y, sin embargo, jamás había hecho nada.
Dejé que el agua de la regadera cayera sobre mi cuerpo, cada pequeña gota dolía más que la anterior, me obligué a mí mismo a tragar un par de pastillas para aliviar el dolor que sentía, sin mucha ayuda…
Me quedé ahí, hasta que el agua de la regadera se enfrió y mi cuerpo comenzó a temblar sin detenerse.
Me dejé caer en la cama, las sábanas revueltas se acomodaron a mi alrededor y cerré los ojos.
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A pesar de las palabras, a pesar de que no podía dejarlo ir de mi lado, quise soltarlo... quise que se marchara otra vez sin mí, quise que me dejara tranquilo, que no se preocupara de nuevo por mí o me diera esperanzas de seguir...
¿Era un error?
No lo sé.
Quise creer que no.
Observé la línea de árboles alrededor del parque, una ligera brisa fría me hizo temblar por algunos instantes luego simplemente se marchó y volví a quedarme solo...
Lo vi caminar lentamente hacía mí.
Fue entonces que entendí porque su presencia me estaba atormentado…
- Hey, Vitya… – su sonrisa de lado me hizo estremecer, me hizo querer correr a sus brazos y saber que era real, pero no lo hice, claro que no.
- Aki…
- Te dije que volvería por ti, ¿cierto? – se acercó un paso a mí, su largo abrigo ondulo con suavidad entre sus piernas, yo solo lo miré. Se acercó un poco más hasta quedar a mi altura, su mirada paso por mi rostro con prisa hasta detenerse en mis labios.
- ¿Te duele? – su eterna pregunta me hizo querer gritar, me hizo querer correr lejos de ahí, sin embargo, las lagrimas corrieron por mis mejillas y sus manos frías tocaron con suavidad mi rostro, pasó sus dedos largos por mis labios, suspiró.
- Vitya… - esperó algunos segundos, pero, yo no dije nada ¿Qué diablos podía decir a alguien que me había abandonado? ¿Qué estaba feliz? ¿Qué estaba enojado? ¿Qué se largará, qué se quedará conmigo?
- Vitya… - susurro mi nombre demasiado cerca, tragué con fuerza, pero seguí en silencio, quería golpearlo y decirle que se fuera, ya no quería tenerlo ahí, no después de los años de soledad que había vivido. No después de esa noche. Tocó los mechones de mi cabello que caían sobre mi frente, los quitó con cuidado, y me miro, su sonrisa se convirtió en una línea fría, cuando habló no había mucha simpatía en su voz.
- Aún sigue siendo de esta manera, ¿eh? – yo asentí con esfuerzo, sus manos acariciaron mi cabello con ternura. No dijo nada más, yo tampoco solo nos quedamos ahí de pie con la noche cayendo sobre nosotros.
- Creí… creí que esto acabaría, que dejarías de hacer lo que tu padre pedía, me equivoque…. Pero…
- Me dejaste, te fuiste Aki – susurré, él se detuvo y su mirada se volvió fría.
- ¿Vas a reclamarme por eso ahora?... Tenía que hacerlo, Vitya, al final no fue mi decisión. Pero, estoy aquí de nuevo y sigues haciéndolo, sigues siendo lo mismo que yo vi por última vez hace unos años.
- Lo soy. ¿Qué esperabas?
- ¡¿Qué, qué esperaba?! Vamos, esperaba que vivieras Vitya, que vivieras bien... Que tuvieras el coraje para escapar.
- ¿Vivir bien? ¿Escapar? ¿Te importa siquiera?
- Mmm…
- Mi madre se suicidó y mi padre sigue siendo el mismo idiota de siempre, ¿Cómo se supone que viviera bien? – dije, sus ojos se abrieron de par en par, y sus manos temblaron en respuesta, se alejó de mí.
- Lo siento, Vitya, yo…
- No importa, ¿Qué más da ya?
- Yo… entonces, ¿no significo nada para ti, Vitya, la noche juntos? - no dijo nada más, solo nos miramos de nuevo por un largo instante, por un instante que dolió mucho, dolió mas que los años lejos. Por supuesto que había significado, pero estar ahí... arrastrarlo a eso... a seguirme, a estar conmigo, era demasiado egoísta de mi parte... era una estupidez que no me podía permitir porque lo amaba demasiado.
Suspiré y le di la espalda, solo quería alejarme porque por mucho que lo amara no podía, no quería verlo ahora y eso, eso me dolió más que su partida ese día.
Habían pasado demasiados años desde esa noche, desde esa maldita noche. Algo de nosotros ya no estaba, ya se había marchado dejando a su paso, un lugar frio y vacío.
Quizá para ese entonces ya era demasiado tarde.
- Aun tienes esos hermosos ojos grises que siempre he amado – fue lo que dijo, me detuve a meditar sus palabras, algo dentro de mí se rompió aún más.
- Aun tienes esa sonrisa que me enamoró desde el primer día, sin embargo, ahora, quiero estar solo.
- Vitya, te necesito…
- ¿Dices qué me necesitas? Pero te fuiste… y acabaste conmigo hace años.
- Lo siento… yo… Es demasiado tarde, ¿no?
No dije nada, solo caminé y me alejé... me alejé esperando tener la voluntad para dejarlo por fin atrás... para perderlo por fin, para no verlo más...
Su mano se cerró suavemente en la mía, y lo escuché susurrar:
- No voy a dejarte ir ahora, Vitya...
Muy a mi pesar, a las lágrimas que caían a mis mejillas frías, sonreí.
Y ese... ese momento fue nuestro primer error...