3- Más que solo curar

1130 Words
Pov: Tomás Los gritos de Azul se escuchan desde el pasillo, está situación es bastante complicada, la doctora Prieto jamás me llamaría fuera de mi horario. Sam ni siquiera se molestó, como siempre con una sonrisa y un beso me dijo que no me preocupara, que así era el trabajo, que no puede luchar contra lo buen doctor que soy, ella exagera. Sonrío recordando a mi bella Sam y que luego de esta interrupción solo quiero volver a casa para darle mucha atención a ese cuerpo precioso que tiene. Llego a la habitación y Azul está con su muñeca ensangrentada mientras la enfermera intenta calmarla pero ella no quiere que se acerque. — No quiero que me toquen, ¿Cómo sé que no vas a volver a dormirme? — La doctora Prieto llega a mi lado. — Está súper alterada, no te hubiera llamado si no fuera grave, se lastimó arrancándose la vía, necesitamos limpiarla porque se le puede infectar — asiento y me acerco a ella tranquilo. — ¡Hola Azul! — me mira con desconfianza. — ¿Por qué no dejas que la enfermera haga su trabajo? — niega muy segura. — Ellos me van a hacer dormir, me desperté y estaba sola, yo... — se pone a llorar y le hago una seña a la enfermera para que me alcancé los elementos para desinfectarla. Tomo las cosas en mis manos y me siento en su cama, ella está parada a un lado contra la pared. — Vamos Azul, déjame limpiar tu muñeca y Contame ¿Qué sucede? — me mira dudosa pero se acerca lentamente para sentarse. Extiendo mi mano y ella me da su muñeca así poder limpiarla. — ¿Por qué no querés que ningún doctor te atienda Azul? — pregunto sin dejar de hacer mi trabajo. — Yo.... no confío en los doctores — la miro curioso. — ¿Y yo? También soy doctor Azul, tenes que dejar que... — Me das confianza, se nota que sos una persona buena — sigo limpiando su mano. — Me gusta mi trabajo Azul, me gusta ayudar, como a todos acá, sería bueno que dejarás que te ayuden, nadie quiere lastimarte — la observo agachar su cabeza avergonzada. — No quería ser una molestia, no... no quise... yo no quise.... tenía miedo y.... lo siento — Comienzo a vendar su muñeca. — No te preocupes Azul, yo estoy acá para lo que necesites, podes confiar en mí y te doy mi palabra que nada va a pasar — me mira frunciendo el ceño. Asiente pero no me logra convencer. — ¿Cuántos años tener Azul? — me mira y sonríe. — Tengo 20 años — aún es joven, no comprendo como nadie vino a visitarla aún. — ¿Necesitas que llame a tu familia, alguien que venga a acompañarte? — niega frunciendo el ceño. — No... no tengo a nadie, estoy sola, no te preocupes — ¿Sola? No es posible que no tenga a nadie. — ¿Alguna amiga, nadie? — se encoje de hombros avergonzada. — No hay nadie, pero está bien, voy a estar bien, ¿Verdad? — la miro dudoso, ahora comprendo la razón de buscar alguien en quien refugiarse. — Por supuesto que vas a estar bien, prometo hacerte compañía mientras terminas de recuperarte, pero vos tenes que prometer que vas a dejar que los médicos te atiendan y no solo yo — asiente con una sonrisa. — Prometo ser una buena paciente, creo que debería empezar por comer ¿no? — hablando de comer, yo estoy muriendo de hambre. — Si eso sería muy bueno, iré a traerte algo así comes tranquila — me levanto y ella me observa como si quisiera decir algo. — ¿Comerías conmigo? Bueno... no mejor te dejo ir a descansar, no quiero seguir siendo una molestia, olvídalo — a veces me olvido que muchas personas no tienen una familia como la mía, no tienen a nadie y eso es muy triste realmente. — Te hago compañía y comemos juntos para que no pases la noche sola — sugiero y ella sonríe ampliamente. Fui a buscar la comida y comí junto a Azul, le envié un mensaje a Sam de que apenas me liberará iría a casa a lo que ella solo dijo, "Tranquilo amor, trabaja tranquilo". Azul me contó un poco de su vida, sus padres murieron cuando ella era pequeña y termino en un orfanato, jamás tuvo una familia de acogida, la única familia que tenía era una amiga con la cual se crio ahí, pero hace un año se suicidó. Terrible, lo que tuvo que vivir es terrible. Vino al centro a tratar de empezar de nuevo y tuvo el accidente. Una vida difícil para alguien tan joven y tan sola. Ella termino durmiéndose y me fui, podría haberme quedado menos pero realmente me dio mucho pesar dejarla sola. Camino a la salida, pero justo paso por la habitación de un paciente mío y me acerco a Saludar. — Señor Sánchez — me ve y sonríe. — Mi doctor favorito, ¿Cómo estás? — me acerco y él me da un abrazo. — Muy bien, trabajando un poco, ¿Cómo estás? Tu pierna, espero estés cumpliendo la rehabilitación — asiento contento. — No me olvido que tenemos pendiente un partido de futbol — menciona levantando su dedo índice. — Ni yo, ya estoy practicando para estar a la altura — se comienza a reír — La verdad que no sé jugar, estaría aprendiendo por vos — aplaude mientras se ríe. — Ojalá y más doctores fueran como vos, es lindo no sentirse un inútil y que alguien confíe en mi recuperación, ni mi familia está tan pendiente como vos — a esto es a lo que me refiero, muchos de mis pacientes tienen una vida difícil y se sienten muy solos, me gusta ayudarlos, me entristece que estén solos. — Me gusta ayudar y quiero que salgas de acá bien, feliz y lleno de vida, porque eso va a suceder. — sonríe con cariño. — Gracias muchacho! No te robo más tiempo, ve a salvar vidas — le doy un abrazo y me marcho. Me encanta esta parte de mi trabajo, la de ayudar, la de acompañar, porque solo curar no es suficiente, en este mundo necesitamos dar lo mejor para poder hacer la diferencia y quizás mejorar la vida no solo física sino emocional de alguien. Voy a marcharme pero una sensación muy triste se instala en mi pecho y vuelvo a la habitación del señor Sánchez para hacerle más compañía. Me quedo una horas más y ahí si me voy a casa, unas horas de sueño no hacen la diferencia. No si esas horas le mejora el día a alguien más.
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