Unas ruedas de amor

Capítulo 1

Toda mí vida cambió en ese trágico día. Todos mis sueños, metas y aspiraciones se derrumbaron. Se fueron para nunca más volver y no se fueron solos también se los llevaron a ellos, a las únicas personas importante en mi vida. Mis padres, mis queridos padres y, si no fuera suficiente castigo, me dejan sumido en esta oscuridad. Una oscuridad que me acompañará para toda la vida. Una oscuridad de la que ya no quiero escapar. Oscuridad que me consume día tras día.

—Jamie —escucho la voz de la nana Celina—. Cariño, porque no sale un poco al jardín, te vendrá bien un poco de aire, estas cuatros paredes no te ayudarán en nada.

—Estoy bien así, Celina —le digo cansado de escuchar lo mismo.

—Sólo me preocupo por ti —dice, puedo percibir la melancolía en su voz— estar aquí encerrado sólo te hará deprimirte más, puedo llevarte al parque a pasear, si quieres.

—A pasear, ¿al parque? ¿A ver qué, Celina? Lo único que quiero, es quedarme encerrado aquí y no salir —le contesto.

—No digas eso, tienes muchas cosas que conocer aún, tienes una vida entera por delante.

—Es que acaso no lo vez, que puede hacer un ciego e inválido a la vez ¿qué voy a conocer? ¿qué vida tengo por delante? Solo soy un estorbo más —le digo con pesar.

—¡No vuelvas a decir eso! —exclama soltando un sollozo, sé que odia que me exprese así, pero qué otra cosa puedo hacer— no eres un estorbo, no puedes saber quién está ahí afuera esperando por ti, no sabes las oportunidades que puedes tener. Sólo debes ver las cosas de otra manera.

—¿Cuáles oportunidades? Tengo 28 años, estoy ciego y en una silla de rueda, sin esperanza de que pueda llegar a caminar o si quiera a recupera la vista, ¿creés que no quisiera pensar de otra manera? Pero no puedo, esto es más fuerte que yo —le respondo.

—Buscaremos la forma de.. —ya va con lo mismo de siempre y antes de que termine la interrumpo.

—Dejemos el tema, por favor —digo, moviendo la silla hacia el ventanal que da al balcón— quiero estar solo.

—Esta bien, espero que piense lo que te he dicho —la escucho suspirar y sus pasos alejarse, se que quiere ayudarme y es algo que le agradezco, pero no puedo salir de donde estoy, esta oscuridad me consume cada día. No debería ser así, pero no tengo motivos para salir del túnel.