Volviendose loco

1709 Words
—¿Cómo me pides eso en estos momentos? – cuestiono Aura con dolor.   —La última discusión que tu madre y tu padre tuvieron fue por ti— interrumpió Nicoleta dejándola helada —¿Sabes por qué? –   Aura apenas pudo negar, sus ojos temblaban suavemente de incredulidad y se apreciaban rojizos.   La anciana sonrió débilmente — Ella al final se negó a que se te obligara a casarte con el joven Stephen o el joven Andrew, como muchos años antes se había predispuesto, defendió hasta el ultimo momento tu derecho de elegir a quien amar –   Pasar saliva nunca le había dolido tanto a Aura como en ese momento.   Nicoleta acomodó una última flor y entonces volteó a ver a la cobriza sentada a un metro de ella — Entonces dime, ¿crees que ella estaría feliz de verte así? — preguntó y resbaló suavemente su mirada por el cuerpo de la llorosa chica.   —No lo sé— confesó la joven que sí, se sentía mucho mejor de lo que se sentía cuando llegó ahí, pero que todavía no se atrevía a aceptar esas palabras como ciertas y superar todo tan fácil.   Era todo tan sencillo, que más que absurdo, parecía una broma.       Luego de comer algo con Nicoleta, invitada vergonzosamente por ésta, Aura regresó a la que desde el día anterior era su casa, un recorrido bastante bonito como para acostumbrarse pronto, pero que en esos primeros días lo sentía cansado.   Entró a la vivienda y suspiró al apagar el vehículo, bajó del mismo y tomó dirección al segundo y principal piso de esa casa, ya con más calma, se tomó el tiempo de observar mejor el lugar, era bastante bonito, aunque ella, a diferencia de Cedrick, lo consideraba demasiado grande para sólo ellos dos, ver a Oreo esperándola detrás de la puerta de cristal le habló de que Cedrick no se encontraba en casa.   —Hola, bonito, ¿alguna novedad? — saludó al agacharse y cargarlo en brazos — Supongo que ninguna— se respondió al subir a la habitación para devolver la chaqueta del rubio.   Encendió el televisor y lo dejó sonar mientras miraba por el ventanal admirando la bonita vista de la gris ciudad, minutos después y luego de tumbarse en la cama para pretender descansar luego de la mala noche, el timbre de la casa sonó.   —¿Eh? ¡Ah! ¡La mudanza! — se levantó y casi corrió escaleras abajo, siendo seguida de cerca por el curioso gato.   Bajó hasta la puerta principal y en segundos vio desfilar a tres hombres bajando y subiendo sus cosas, maletas, en su mayoría, Aura abrió los ojos con sorpresa al ver también alguna lámpara y floreros que estaban en la casa donde vivió por unos meses luego de que sus padres cayeran en bancarrota, por lo que supuso que había sido Nicoleta la que se encargó de hacer subir tales cosas, sonrió con nostalgia y algo de gracia al entenderlo.   —Su firma de conformidad, por favor— una joven que iba con los tres hombres se acercó a ella y le extendió el contrato.   Aura firmó y así como llegaron, desaparecieron.   La chica suspiró cansadamente al darse cuenta que todavía debería subir ella las maletas hasta su habitación.   —Debí subir y pedirles que lo hicieran ellos también— se lamentó al cargar un par de maletas y comenzar con la cansada tarea.   Largas horas después todo estaba en la habitación, la cobriza no había demorado en encontrarles lugar tanto a la lámpara como al florero, sonrió tristemente al percatarse que Nicoleta, incluso había empacado los portarretratos que ella conservaba en su habitación, y donde se veía en compañía de sus padres en los que ella consideraba años felices.   Los dejó apilados sobre uno de los muebles de la habitación prometiéndose esparcirlos por la casa después, sacó y colgó su ropa con el único fin de mantenerla impecable, no tanto por el deseo de permanecer ahí; no se molestó en desempacar todo y guardó un par de maletas cerradas en el closet, el tiempo restante lo ocupó desempacando sus libros y portátil, no tardó mucho en estar en línea e investigar las tareas de sus distintas clases, terminó con la tarea que el día anterior dejó pendiente y comenzó a avanzar con la que se agregaba.   —Mañana será el primer día de mi nueva rutina— se dijo al recargarse en la silla del comedor, lugar hasta el que había bajado para comenzar a estudiar.   Mordió su labio al sentir hambre otra vez.   «Ya es tarde y Cedrick no llega» pensó al ver las tonalidades naranjas del cielo apenas visibles.   Tampoco había llamado, ¿seguiría molesto?, pero… ¿él por qué?, era ella la ofendida.   Se levantó molesta y cerró tanto su portátil y sus libros, guardó éstos y dejó sus cosas listas para el siguiente día escolar. Se dirigió a la cocina y no le apeteció cocinar algo muy elaborado.   «Seguramente él ya comió» pensó molesta al prepararse un emparedado, lo comió mientras recogía sus cosas dispuesta a subir.   —Oreo, ven bonito— llamó al felino para que al menos él le hiciera un poco de compañía.   Cuando el gato se desperezó Aura lo vio salir de algún rincón de la sala, la sonrisa que ella había exhibido al verlo, se borró al notar que el gato no la seguía y que había optado por esperar sentado en frente a la puerta, justo donde estaba cuando ella llegó.   —Oreo, ¿qué…? — ella silenció sus palabras al ver aparecer a Cedrick en ese piso — Oh, demonios — mencionó y se giró al mismo tiempo que él entraba.   —¿Así funcionará esto ahora? — preguntó secamente el ojiazul al entrar y verla pretender partir.   —No veo de qué otra forma podría hacerlo— respondió y se giró a verlo, todavía llevaba al hombro su mochila y en sus brazos su portátil.   Cedrick cerró los ojos y dejó escapar el aliento desanimado.   —No seas inmadura, Aura— le dijo al acercarse — Podemos hacer de esto un infierno de seguir así, yo no pretendía tal cosa cuando…— le dijo al colocarse frente a ella.   —Seguro— interrumpió ella volviéndose a sentir nerviosa frente a él, pero sin permitirse demostrarlo — Las cosas son como son, no pretendamos que no pasó nada, no somos un matrimonio feliz, tampoco dos personas que se tienen una gran confianza, ¿recuerdas? — añadió dejándole saber que mucha de la confianza que ambos se tenían se había destruido, ambos dudaron del otro y eso era una realidad.   —Arreglémoslo— sugirió él al sujetarle su barbilla — Vengo muerto, bañémonos juntos— sugirió e intentó abrazarla.   Aura sonrió irónicamente, no sabía hasta qué punto la ofendía que él creyese que eso se iba a solucionar, así como así, sin una real explicación… la molestaba que hubiese sido tan autoritario y tan posesivo con ella y que pretendiese que ella aceptara tal acción o que la dejara pasar, joder, que gracias a eso ella se había dado cuenta de lo poco o nada que a su papá le importaba, y eso Cedrick no parecía estarlo tomando en cuenta.   —Ni lo sueñes— fue cortante y se soltó de su abrazo — No pienso ducharme, meterme a la cama, ni siquiera dormir a tu lado, así que, o me dejas esa habitación, o esta noche soy yo la que se queda en la sala— dejó claro y se dio media vuelta.   —Debes estar bromeando, ¿cierto? — Cedrick la detuvo del brazo — Eres mi mujer y vas a dormir conmigo— le dijo y la pegó contra la pared para enseguida besar sus labios.   Aura se quejó por el brusco beso y quiso quitarse, pero él enredó sus brazos en su cintura y su rostro, para después pegarse a ella.   Aura volvió a sentir su sabor embriagante y su fuerza, cuando Cedrick bajó una de sus manos a tocarle el trasero, fue que ella se molestó todavía más.   —Agh, demonios, Aura— se quejó el joven que tuvo que soltarla cuando ella lo mordió. Cedrick se tocó el labio y observó un poco de la sangre que le había brotado — supongo que quieres hacer esto difícil— dijo y sonrió de forma torcida — Eso también puede ser excitante— bromeó.   —Eres un imbécil— dijo ella fastidiada o cansadamente — Y yo no estoy jugando— le aclaró al tiempo que se giraba para ahora sí subir las escaleras.   Besar a Cedrick la estremeció, más cuando siempre le gustaron sus caricias, pero las cosas no podían seguir igual, él debía entender que ella estaba molesta, dolida, y que ya no estaba dispuesta a ser más un pedazo de carne que él pudiese llevarse a la cama.   Cedrick dejó escapar el aliento cansadamente al resbalar su cuerpo por la pared y terminar sentado en el suelo, Oreo se le quedó viendo con total atención y él desvió su vista fastidiado.   —Lo que me faltaba… quedar en ridículo en frente de un estúpido gato— mencionó en voz baja, desanimado —¿Por qué demonios Aura es tan complicada? — se preguntó ahora con un poco más de seriedad al suspirar profundamente.   Al menos había probado sus labios, se reconoció con algo parecido a satisfacción, tenía que hablar con ella, pero en ese momento estaba totalmente fastidiado de los problemas que su suegro le estaba causando; lo único que deseaba era verla y llevarla a la cama, pagar con eso el sinnúmero de líos en los que se había metido, pero la tonta chica le ponía las cosas muy difíciles.   Cedrick se levantó y observó las escaleras… reconoció que había sugerido a modo de broma que podía tomarla a la fuerza, aunque de seguir las cosas como estaban, podría considerarlo, Aura era una tentación por sí sola, ahora teniéndola bajo el mismo techo lo era aún más.   —Bien, supongo que comienzo a volverme loco— se dijo al tirarse sobre el sofá, más tarde se daría una ducha y esperaría a ver cómo funcionaban las cosas. ¿Qué tan tardado podía ser?    
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