Por Ivana
No estaba animada, a medida que se acercaba el parto, estaba cada día más triste, estaba perdida sin él, es como decía la canción, pero yo tenía a su hija en mi vientre.
Estaba a tres semanas de dar a luz, ya hacía las clases prenatales y me acompañaba Ludmila.
Yo sabía, cuando decidí tenerla, en realidad nunca dudé sobre eso, que iba a estar sola, pero eso no quitaba lo doloroso que era.
Al siguiente sábado nos reunimos en nuestro departamento y vino la chica que coqueteó con Willy, yo no lo podía creer, dijo que vino a pedirme perdón, que no sabía que yo estaba esperando al bebé de Willy y me aseguró que él nunca le dijo ni un sólo piropo.
No le contesté nada.
Me sentía más humillada que nunca.
Lo mío no eran solamente celos y ella no tenía por qué decirme nada.
No me
