6. Buenas noches, bella durmiente... sueña conmigo.

2598 Words
6. Buenas noches, bella durmiente... sueña conmigo Dulce. Ni bien entro al Stone's veo a mi grupo de amigas. ¡Están todas incluso Adele! No me ha alcanzado el tiempo para contarle que ya no trabajaré más en el Blonde's Hair. Pero aquí está y me saludan todas. —¡Una ronda de cerveza para brindar por Dulcita! —pide Yola a Charly, nuestro amigo el barman que se la pasa sirviendo copas desde que he puesto un pie en el bar. —Hola Charly —le saludo—. Supongo que ya sabes. —¿Que te vas a Nueva York? Sí. Pero el motivo no me lo han dicho. Dimelo tú. ¿No será que te vas con ese galán? —mira sobre mis hombros y me giro. El casanova lividinoso está sentado en un taburete y al ver que le ve descubierto me saluda con su copa en la mano. —¿Cuándo ha llegado? —le pregunto. —Entró después de tí, pensé que venían juntos. No, peor se ve que sí. —Para nada —vuelvo a girar y descubro que me mira con esa sonrisa en sus labios. Desvío los ojos. —No ha aceptado beber con otras mujeres, eh —Charly me comenta medio en secreto, como si fuera algo que yo quisiera saber. ¿Y ahora qué hago? ¿Le llamo a la mesa? ¿Querrá que le presente? Estoy haciéndome novelas, si hubiera querido, se hubiera acercado, no es ningún timidito, tal vez solo espera a su cita, sí, tal vez sea eso. Me giro y veo que habla amenamente con una mujer... Sí, era eso... Gruñido interno... Desde ahora he de ignorarlo por completo. Con mis amigas bailamos, reimos, cantamos, hacemos escándalo, y luego, cuando ya es algo tarde, y el bar va a cerrar, cada una se retira, Yola tiene coche y se lleva a las que se van en metro. —¿Te llevo amiguis? Aun queda un asiento. —Uhmmm no —busco una excusa razonable—. Voy a entrar al baño, y luego iré caminando a casa, ya sabes, vivo relativamente al lado... Yola me sonríe con picardía. —Yo creo que te vas a ir con ese churro que no te quita los ojos de encima. Toda la noche ha estado comiéndote con la mirada —me señala hacia un lado. —¿En serio? —pregunto y luego me giro y veo que habla de James. Mierda... —Es apuesto ¿a que sí? —me da codazos. —Supongo... —Anda, ve y pasa la noche con él —me empuja suavemente para que vaya con él. —Estas loca. —Sí, pero noto cuando las personas tienen química y aquí, mmmm la hay —me da otro empujoncito—. Ve, no te quito más tiempo. —Llévalas a ellas y por favor, conduce con cuidado —le digo yo. —Como siempre hago —aclara. —Sí, como siempre —y luego suspira—. Ay, amiguis va a ser duro no tenerte cerca, pero sé que es lo que hay y que una no puede dejar pasar. Te deseo lo mejor, amiguis. —Y yo a tí —luego de unos abrazos y besos, se va. Ahora, sin saber bien qué hacer me siento en un taburete, en la barra y veo a Charly preparar más tragos. No quiero interrumpir su cita, y que me acuse de haberle arruinado los planes, pero necesito mis bolsas y buscar dónde pasar la noche. Ahora que me doy cuenta, estoy liada... Saco mi celular para escribirle un mensaje pero se ha apagado. No tengo batería. Mierda, doblemente mierda... Me giro y le veo solo. Es ahora o nunca. Me dirijo hacia él. —¿Te divertiste, Dulce? —Sí, me la he pasado bien... —le digo—... oye, no quiero interrumpir tu cita, pero... —Dos margaritas, por favor —James le dice a Charly y él los prepara antes de las demas bebidas que están antes. James me pasa una copa. —Gracias —le digo, y bebo con él Está riquísima, Charly se ha lucido, ¿será que su cita ha sido todo un fracaso? ¿que la mujer ha entendido lo que busca y le ha mandado a la mierda? Reacciono. Debo centrarme en mis cosas. —Oye, no quiero ser brusca pero necesito que me des mis cosas... Me sonríe mientras termina su margarita, y lo deja sobre la barra, saca un billete de cien y se los deja a Charly. —Vamos —me dice. —¿No estoy interrumpiendo nada? —No. Solo esperaba que terminara tu reunión. —Pero... —Te pedí que me llamaras, luego recordé que te había escuchado decir que no tenías batería, supuse que sería un error dejarte a la deriva, y decidí quedarme, y disfrutar de la noche. —¿Hiciste todo eso por mí? —Sí. Me conmueve, hasta que recuerdo lo casanova que es y que aunque diga que se quedó solo por mí, le he visto coqueteando con otra mujer... no caeré en sus juegos. —Gracias —le digo, pues igual se ha quedado aquí, sea verdad o no lo que acaba de decirme. Salimos del bar, una fuerte brisa nos recibe, mi piel se estremece al sentir el frío recorrer mi cuerpo. James me ofrece su abrigo y me cubre los hombros. Es atento, y eso me gusta. Me abre la puerta de su coche y entro. Ajjjj, qué rico el calor de aquí adentro. James se pone al volante. Abrazo mi bolsón solo porque no sé qué hacer con él. Veo que no toma la carretera que me lleva a ningún motel. —¿Dónde me llevas? —A Home. —Okay... —imagino que se le ha ocurrido una manera de abrir la puerta sin dejarla desprotegida. Cierro los ojos y me dejo estar. Estoy tan cansada, ha sido un día realmente largo, he aplicado en el puesto de asistente personal para un hombre por demás importante y al que debo buscar en la red para saber como mínimo quién es y a qué se dedica. Cuando el coche se detiene y abro los ojos, lo que veo por la ventanilla no es mi casa. —¿A dónde me has traído? —miro a todos lados, en definitiva, no estoy ni cerca de casa. —Como he dicho, te traje a Home —el casanova libidinoso, baja. —Ay, carajo, cuando dijiste a Home supuse que te referías a mi casa, no a un hotel de cinco estrellas. ¿Cómo pagaré esto? Estoy segura que usar la tarjeta de OC company es algo moralmente incorrecto. Mientras tanto James se ríe de la confusión pero no me causa gracia. —Pero si perdiste las llaves de tu casa —me hace recuerdar—. Puedes quedarte a pasar la noche aquí, no pensabas que iba a llevarte a un motel de carretera, cierto? Mañana me encargaré de que un cerrajero de confianza cambie la cerradura. ¿Te gusta la idea? —me abre la puerta para que baje—. Adelante, que no muerdo. Bajo del coche, ya que no me queda de otra. —Sí, me viene bien, sobre todo porque no tengo idea de a qué hora quedaré libre. Enseguida aparece una muchacha más o menos de mi edad, viene con uniforme de botones. —Susan, hazme el favor de llevar las bolsas de mi amiga a Golden River. —Como ordene —le responde sin mirarlo, y Susan se dispone a llevarlas todas, pero veo que se le va a poner complicado para alguien de su tamaño y complexión significa que va hacer tres viajes, así que tomo algunas, incluído mi bolsón y la sigo. James me mira en silencio, no esperaba que me fuera con Susan. —Bueno, vayamos en el ascensor del servicio —me dice y nos sigue por detrás. No imagino lo que costará pasar una noche en este costosísimo hotel, todo parece bañado de oro. Subimos a un ascensor amplio pero al mismo tiempo simple. Al igual que el ascensor del de OC, company todo está modernizado. Susan dice con voz clara. Golden River y el ascensor comienzan a subir. James, el casanova libidinoso se ha puesto detrás de mí intencionalmente y ahora me roza el culo con sus manos, quiero girarme y darle una buena cachetada, pero el cansancio me desmotiva, en una de esas Susan se da cuenta lo que pasa, pero James no se detiene y continúa rozándome. El ascensor de detiene y las puertas se abren. —Wow, si el penthouse del señor Owen Crane me ha parecido exquisito, el Golden river le supera por mucho. Parece un departamento arrancado del siglo quince, y puesto delante de mí. —¡Mierda, esto es tan hermoso! —digo en voz alta y con la boca abierta admiro cada mueble, mientras dejo las bolsas sobre el sofá costosísimo—. No creo poder costearlo. No. Estoy segurísima que no puedo —me sincero con el casanova, y él se limita a sonreir y disfrutar de mi asombro. —Dulce García. No pagarás ni un centavo. No te preocupes por eso. —¿Cómo? Hasta sueno como una tonta, es el cansancio, digo yo. —Lo que oíste. No tienes que pagar nada. Solo disfruta y descansa, mañana será un gran día. Lo dice tan seguro de sí mismo que me lo creo, y asiento. —Muchas gracias por darme una mano... de nuevo —le digo mirándole a los ojos color de mar, y recorro el lugar hasta dar con la cama, que es otra joyita. Estoy segura que me va a dar pena tumbarme encima, está impecable, jamás he tenido mi cama en ese estado, y no solo eso, la cama es grande y suave de verdad. James viene hacia mí. —Voy a descansar —le digo—. Estoy tan cansada, siento que mis ojos están que se cierran. —Descansa. Recuerda que mañana brillarás —me dice con su voz gruesa e hipnotizante, el escalofrío conocido ya, me recorre desde la nuca, pasando por mis tetas hasta perderse en mi monte de Venus. De repente, me descubro tomándole de la mano, pidiéndole sin palabras que se quede conmigo, y él entiende a la perfección. Le llevo su mano a mi raja, al lugar en el que el escalofrío se ha desvanecido, y me toca con ganas, me acaricia sobre el pantalón... me lo saco con toda presura, ante sus ojos sorprendidos y a la vez excitados, tanto o más que yo. Al verme tan dispuesta para él, lleva dos dedos suyos hacia mi hendidura y los mete, entran con facilidad, estoy tan mojada y excitada que es imposible ocultarlo, me da placer, y me agito, sus ojos claros brillan al verme en ese estado. Le saco la camisa, y el pantalón y dejo expuesto su perfecto cuerpo que me excita aún más. Me toma de las caderas, y sube mis piernas sobre sus hombros y embiste con fuerza, me aferro a su cuello, mis jadeos salen de mi boca sin control, y con cada gemido que doy, él embiste más duro y más duro todavía. Se aparta un momento de mí, y busca algo en su billetera. Saca un preservativo y se lo pone, y vuelve a mí con mayor fuerza, me gira y me hace subir las caderas. Me acaricia las nalgas, la cintura, y vuelve a entrar de una, hasta el fondo, mi cara está sobre la suave sábana y tengo que decir que es como una caricia de Dios, de manera que me encanta, el casanova libidinoso está dentro de mí y eso me gusta más de lo que me permito aceptar... sus labios llegan a mi boca, me come toda. —¿Te gusta que te la meta de esta forma? —Sí, sí, no pares, no pares... Se aferra a mi cintura y me lleva hacia él, haciendo que su pene entre hasta el fondo, me está cogiendo rudo, y me vuelve loca. Me da la vuelta, y ahora nos vemos cara a cara, veo sus ojos dilatados con un brillo que me hace sentir... mariposas en el vientre que amenazan con expandirse en todo mi cuerpo... Me abre las piernas y se inclina hacia mi, su pene está duro y siento como entra, está vez lo hace lentamente y puedo sentir cómo va abriéndose paso dentro de mi chorreante palpitante y deseosa v****a. —Me encanta que me mires de esta manera... —me dice en el oido, y me muerde suavemente en el lóbulo de la oreja. Toma mi mano y me la sube, entrelaza sus dedos con los mios. —Me vengo... Incrementa su ritmo, tensa su cuerpo y siento la vibración de su pene dentro de mí. Permanece un momento encima, y luego cae al lado. Se saca el condón y le hace un nudo y me lo enseña. Está lleno de su leche, y lo deja sobre el velador elegante, pasa su brazo por debajo de mi cuello y me lleva hacia su cuerpo... me hace sentir querida, que de alguna manera siente algo más allá de lujuria. Eso me confunde... Sé como es él y sé que no es lo que busco... no busco amor ni romance... solo quería sexo. —No te confundas —le digo yo, adelantándome a lo que él pueda decirme el casanova lividinoso—. Solo follamos y nada más. Espera unos minutos antes de contestar: —¿Segura? Suelto un suspiro que no deja pasar, y me mira a los ojos, buscando una respuesta. —¿Por qué te encierras en tí misma? Adelante, háblame, soy todo oídos. Estoy relajada. —Hablar de mis sentimientos luego de coger es lo ultimo que deseo, lo que busco es todo lo contrario, olvidarme por un momento de todo. —Puedes hacer eso y mucho más, junto a mí. Me saca una sonrisa. —Oye, casanova libidinoso, eso suena a que estás perdidamente enamorado de mí —le digo medio en broma. —¿Estaría tan mal si fuera verdad que me he enamorado de tí? James suena sincero y eso me asusta, me hace sentir, de nuevo esas mariposas que amenazan con expandirse en todo mi cuerpo, y sé que tengo, que debo controlarme, no dejarme llevar por mis emociones. —Vamos, no soy ingenua, solo buscas divertirte, y por mí eso está bien. —Tal vez busco diversión y algo más —dice insinuando que busca romance, o algo que yo no quiero, no estoy preparada para darle, tengo que cambiar de tema. —Necesito descansar —bostezo con exageración y me giro dandole la espalda—. Oye casanova libidinoso, cuando te vayas, no me despiertes por favor... y gracias de nuevo, por salvarme el pellejo —cierro los ojos, y disimulo que me quedo dormida, James se queda un buen rato, observándome, mientras acaricia mi espalda con tanta delicadeza para no perturbar mi sueño. Al cabo de un buen rato, susurra en mi oído: —Buenas noches, bella durmiente... sueña conmigo —y se retira de la cama con sutileza, se viste en silencio y se marcha. Abro los ojos y suelto un profundo suspiro, he estado controlándome para no darme la vuelta y llenarle de besos. Ahora mi corazón late con tanta intensidad que siento que va a explotar. James Gerald, ¿qué buscas de mí?
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