CAPITULO 1

1251 Words
VARIOS AÑOS ATRÁS. -¡Ama! Dónde está mi Ama que le ha pasao- mi tía Felicia me agarra del brazo con fuerza. -No te preocupes mi niña, solo es que tu Ama se ido pa el cielo- mi corazón comienza a latir con fuerza, mi tia Feli toma mis mejillas y besa mi frente- ella te cuidara desde allí- niego, eso no puede ser, eso no puede estar pasando- eres fuerte, tu eres fuerte mi niña tu podrás… La puerta del cuarto de mi Apa se abre, me quedo mirando al hombre de bata salir y al fondo del cuarto me encuentro a mi padre junto con el cuerpo de madre en sus piernas. Las lágrimas se resbalan por los cachetes de mi Apa. Mi labio tiembla intentando no arrancarme a gritar, solo me acerco con pasos torpes a la cama, y ver con mis propios ojos a mi madre. Su piel estaba fría, pálida y sus ojos estaban abiertos sin vida alguna. Dos mordidas tenía en su brazo, la parte de la herida tiene un enorme morado, eso era lo que pasaba cuando no se es rápido al poner el antídoto, eso es lo que ocurre cuando no se trata a tiempo una mordida de víbora. -Mija, se nos ha ido- mis ojos miran los de padre, sus ojos rojos y llorosos, llenos de agonía y tristeza. -Apa ¿Por qué?, dime papaíto ¿Por qué?- murmuro con la voz rota, llena de dolor y sufrimiento. -No pudimos salvarla, cuando llegaron con el antídoto ya el veneno había agarrado todo su cuerpo- niego. -¡Es tu culpa!- respondo acusadoramente- es culpa tuya de que mi madre se halla muerto. Todo es tu culpa- él va a tocarme pero retrocedo- ella odiaba estar aquí, y yo también lo odio. *** DOS AÑOS DESPUÉS. -Mija, lo mejor es que te vayas con tu tía Felicia a la Francia, y así puedas terminar tus estudios halla- no lo miro, hace años ambos nos habíamos vuelto unos desconocidos, termino de peinar a Rascacielos y me volteo para buscarle algo de comer- Camila acaso me estas escuchando mocosa- lo sigo ignorando- hija del diablo ven acá que te estoy hablando- me volteo. -Sí, ya se… me iré de este pueblo, y doy gracias a mi Dios de que no te veré mas- digo antes de correr a la casa. Sabía muy bien que mi Apa ya estaba saliendo con otra mujer, incluso la muy vieja había estado aquí en la casa por un tiempo creyéndose la dueña de todo esto, cuando hace dos años era mi madre la que le daba vida a este lugar; pero me alegraba que ahora me iría de este pueblo, estar aquí solo me hace sentir aún más sola. Pero lo que yo jamás pensé es que a vivir en otro país cambiaria mi vida por completo. PRESENTE. Miro por última vez el sol resplandeciente de Paris, hace años cuando llegue aquí, me sentí como una hormiga dentro de una enorme esfera llena de abejas. Si, sé que es una muy mala comparación pero en ese momento lo compare así. Ahora ya no era la niñita huérfana de madre, ni la que llego hablando como una analfabeta, ahora era diferente. Siendo una modelo reconocida en el mundo de la moda, a pesar de mi poca estatura, y de poseer un cuerpo curvilíneo soy una de las mujeres más importantes y reconocida en la sociedad Europea. Mi tía Felicia había recibido un correo electrónico no hace dos semanas atrás, donde el capaz de la hacienda de mi padre informaba que Don Maximiliano Vidal había tenido un accidente en su caballo, ahora había quedado en silla de ruedas por lo que necesitaba que fue inmediatamente a Venezuela para tomar su lugar por un buen tiempo. Mi emoción por volver a un país lleno de culebras y fuera de mi zona de confort no me ha emocionado mucho. Pero no tenia de otra, mis planes de viajar a Rusia tuvieron que ser canceladas, y me veré obligada a volver al lugar que me vio nacer. -Mi niña, ya es hora de que nos marchemos, ya todo está arreglado- asiento, me doy la vuelta y me encamino a la salida, pero antes de que pusiera un pie fue de mi cuarto tía Felicia me tomo del brazo- sé que no estas feliz de volver, y si te soy sincera yo tampoco, me he acostumbrado a estar aquí, y de solo pensarlo me da melancolía dejar este lugar, pero tan solo será un año mientras mi hermano se recupera- asiento nuevamente. -Un año, solo será un año dentro de toda esa…- suelto un suspiro frustrado. -Nacimos allí, a pesar de eso me siento orgullosa de nacer en ese lugar- mis ojos recorren sus fracciones por un buen momento. -Por supuesto, no tengo ningún problema con eso, puedo lidiar con la mugre y el olor a estiércol- murmuro enojada. -Perfecto… es mejor que nos marchemos, nuestro viaje es un poco largo- vuelvo asentir, salimos del departamento y partimos al aeropuerto Orly. *** Seis horas y cuarenta minutos había durado nuestro vuelo  hacia caracas capital de Venezuela. Y cinco en nuestro viaje en bus express hacia Barinas. Allí uno de los capataces de padre nos recogió en el terminal para llevarnos al municipio Rojas, Libertad. Fue bastante agotador y agobiante, a parte que el cambio de clima y hora fueron un verdadero martirio para mi delicado cuerpo. Desperté sobresaltada al sentir un fuerte balanceo, el capataz solo se detiene y se baja a revisar, miro a mi tía Felicia, ella sonríe incomoda pero yo coloco una de mis caras de pocos amigos. Bajo del auto y miro al hombre que mira el caucho espichado. -Qué esperas para cambiarlo- murmuro enojada, me cruzo de brazos y comienzo a mover mi pie izquierdo. Ese siempre ha sido mi tic nervioso cuando mi paciencia está al borde. -Discúlpeme niña Camila, pero el gato se me olvido traerlo- frunzo el ceño, “gato” ¿qué gato?... arqueo una ceja y lo miro como si le hubiera salido otra cabeza. -Para que necesita un animal para cambiar un neumático, acaso está loco- murmuro. El campesino comienza a reirá como si hubiese dicho el chiste más ridículo del mundo. -Señorita, el gato no es de verdad, es lo que utilizamos para subir el carro. -¿Tú dices el soporte?...- el hombre asiente- ha, vale - el hombre vuelve a sonreír. Niego cansada y obstinada por estar aquí. -Señito no se preocupe, ahorita paro un carro para ver si me puede emprestar su ga…- lo miro mal- un soporte para cambiar el caucho. Suelto un suspiro pesado, miro todo a mi alrededor, y la mayoría del lugar es puro monte, árboles y aquel sol caliente que quema. *** Después de dos horas en medio de la nada Gonzalo consiguió un viajero que nos pudiera emprestar “su gato” para cambiar el neumático. Me dormí por un buen tiempo cuando mi tía me despertó. Habíamos llegado a Libertad el pueblo donde nací. -Señito nos vamos directo a la finca o prefieren recorrer el pueblo- miro a mi tía y luego vuelvo la vista a las casas y tiendas del lugar. -Llévame a la farmacia, necesito comprar una loción para los bichos- respondo sin dejar de mirar a la gente caminar por la calles. -Como desee Señito Camila- entro a la farmacia y compro un anti insectos, y algunas toallas húmedas. Salgo de la tienda pero cuando voy a cruzar la calle un caballo relinchea haciéndome retroceder y caer de espaldas al sucio piso. -Se encuentra bien Señorita- levanto mi vista y achico los ojos por el brillo del sol, y es allí cuando me encuentro con esos ojos cafés…
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