Hace varios años, estábamos mi nana y yo esperando al rey de España. Ese día no había reuniones con otras personas importantes, no tenía que ir corriendo con urgencia a ver a mi padre y mucho menos tenía que pensar en el matrimonio por conveniencia. Recuerdo ese día tan vivamente porque por primera vez en muchos años, mi nana me contó lo difícil que fue su juventud. Estuvimos hablando de su vida y los pesares que llegan a padecer algunos de nuestros sirvientes, antes de pisar el palacio. Realmente es difícil para las personas que no nacen con una cuchara de oro bajo el brazo. Yo fui adoptada, pero tampoco la tuve fácil y tuve que demostrar cuánto valía en mi propio hogar. Hoy es uno de esos días que no sabes qué hacer con tu vida. Es uno de esos días dónde quieres mandar todo por la bord

