A la mañana siguiente, el sol brillaba con una intensidad que parecía casi irónica, dada la tormenta que aún se agitaba en mi interior. Me dirigí a la oficina, intentando mantener una fachada de normalidad. La noche había sido difícil; los recuerdos del altercado con Oliver y la tensa conversación con Alessandro me habían mantenido despierta, pero no podía permitir que eso se notara. Tenía que actuar como si nada hubiera pasado. Al llegar a la entrada de la empresa, me encontré con las miradas curiosas de algunos empleados, pero logré ignorarlas y me dirigí directamente a mi oficina. Mientras avanzaba por el pasillo, una de las empleadas se acercó a mí con una expresión seria. —Señora Hunt, el presidente la está esperando en su oficina— me dijo, su tono indicaba que algo importante estab

