Capítulo 8

1525 Words
Floria se levantó temprano, pero no había logrado descansar bien la noche anterior. Los eventos del día anterior, la tensión en la cena familiar, y la invitación de Alessandro para desayunar la mantenían en un estado de alerta constante. Mientras se miraba en el espejo, aplicando cuidadosamente su maquillaje, sus pensamientos iban y venían, tratando de prever lo que Alessandro podría querer de ella. Estaba claro que ese desayuno no era solo un encuentro social, sino una cita cargada de intenciones que podían cambiar el curso de su vida. Eligió un conjunto sencillo pero elegante: un vestido blanco de líneas limpias y un blazer ligero. No quería dar la impresión de que estaba tratando de impresionar a Alessandro con su apariencia, pero tampoco quería parecer que estaba subestimando la importancia de la reunión. Era un equilibrio delicado, uno que reflejaba la complejidad de la situación en la que se encontraba. Mientras terminaba de arreglarse, escuchó el sonido del motor de un auto familiar acercándose. Miró por la ventana y vio a Oliver estacionando en el frente de la casa. Su corazón latió con fuerza. ¿Qué hacía él aquí a esta hora? Oliver rara vez la visitaba en casa por la mañana, y menos después de una noche como la anterior. No pasó mucho tiempo antes de que Oliver llamara a la puerta, su expresión dura y los labios apretados en una línea fina. Sabía que había visto el coche de Alessandro estacionado más adelante. —¿Vas a algún lado? —preguntó Oliver, su tono más un acusación que una pregunta genuina. Floria se enderezó, sabiendo que cualquier palabra en falso podría desencadenar una discusión que no tenía tiempo ni energía para manejar en ese momento. —Tengo una reunión importante, Oliver. No puedo retrasarme— Él frunció el ceño, acercándose a ella con una mezcla de celos y suspicacia. —¿Con Alessandro? ¿Ese italiano?— soltó con un deje de desdén en su voz. Floria lo miró con una frialdad calculada. —Es un desayuno de negocios. No tengo que darte explicaciones— Comenzó a caminar hacia la puerta, pero Oliver la siguió. —Deberíamos haber llegado juntos anoche. Mi padre cree que si llegamos separados es porque algo raro está pasando. No puedes seguir actuando como si lo que haces no afectara a los demás— Oliver la tomó del brazo, con más fuerza de la necesaria, deteniéndola en seco. —Además, no deberías trabajar tanto. Estás seria todo el tiempo, incluso en los eventos sociales. Al menos podrías haberte arreglado más para ver a mis abuelos— Floria soltó un suspiro, sintiendo la tensión en sus hombros aumentando. Su mirada se cruzó con la de Oliver, su expresión era de frustración. —Ya tienes a Amy para que te acompañe. No necesitabas que estuviera contigo— Soltó su brazo, liberándose de su agarre, y se dirigió a la puerta. Oliver se quedó en silencio, viéndola abrir la puerta con una expresión de desconcierto. Antes de que pudiera decir algo más, la figura de Alessandro apareció, esperando pacientemente junto a su coche. Al verlo, la mirada de Oliver se volvió sombría, pero no dijo nada. Simplemente observó cómo Alessandro abría la puerta del coche para que Floria entrara, su gesto caballeroso contrastando con la tensión que aún colgaba en el aire entre ella y su esposo. Floria se deslizó en el asiento del pasajero del coche de Alessandro sin mirar atrás. Sabía que Oliver estaba viendo cada uno de sus movimientos, pero decidió no darle el gusto de volverse para enfrentarlo. En cambio, se concentró en el presente, en la reunión que estaba por tener, y en lo que Alessandro podría tener bajo la manga. El trayecto hacia el restaurante transcurrió en un silencio que ambos parecían preferir. Floria miraba por la ventana, intentando calmar su mente y preparar sus argumentos. El restaurante al que llegaron era un lugar exclusivo en la cima de una colina, con una vista panorámica de la ciudad que era simplemente espectacular. Al entrar, notó que estaba completamente vacío, reservado solo para ellos. Un camarero los condujo a una mesa junto a las ventanas, donde el sol de la mañana iluminaba todo con una luz cálida. Alessandro, siempre elegante, se quitó el abrigo y lo colocó sobre una silla antes de sentarse frente a ella. —Este lugar es impresionante— Comentó Floria, rompiendo el silencio mientras observaba el paisaje. Alessandro sonrió, un gesto que no alcanzó sus ojos. —Lo es, ¿no? Es un lugar que refleja tranquilidad, ideal para conversaciones importantes— Floria no quiso perder el tiempo con más rodeos. Sabía que Alessandro tenía un propósito, y ella necesitaba saber cuál era. —Vamos directo al punto, Alessandro. ¿Vas a firmar el contrato o no?— Él la observó con un interés que hizo que Floria se sintiera como si estuviera siendo evaluada. —Me gusta cómo vas directo al grano, Floria. Pero...— Su voz adquirió un tono más suave, casi seductora. —No tengo prisa en discutir negocios ahora mismo. Disfrutemos un poco del desayuno. Además, me encantaría saber cómo te sientes después del evento de anoche. La presentación estuvo impecable, estoy seguro de que fue gracias a ti— Floria mantuvo su compostura, aunque por dentro deseaba que Alessandro dejara de andarse con rodeos. Lo miró directamente a los ojos, buscando entender qué estaba pasando por su mente. —Estoy trabajando duro, Señor Alessandro, y lo sabes. No estoy aquí para perder el tiempo. Necesito saber si vas a firmar o si tengo que buscar otras opciones— Alessandro la miró con una expresión que combinaba admiración con diversión. Luego, sacó un sobre del bolsillo interior de su chaqueta y lo colocó sobre la mesa frente a ella. —Antes de que te vayas, quiero que veas esto— Floria lo miró con escepticismo antes de tomar el sobre. Lo abrió con cuidado, encontrando dentro un pequeño USB. Levantó la mirada hacia Alessandro, esperando una explicación. —Ese USB contiene información sobre las cinco amantes de tu esposo— dijo Alessandro con una calma perturbadora —También hay detalles sobre sus movimientos bancarios y dónde se queda cuando no está en casa. Todo está ahí— Floria sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo era posible que Alessandro supiera tanto? Ni siquiera ella había llegado tan lejos en su investigación sobre Oliver. —¿Cómo...?— Las palabras apenas salían de su boca. —Sé más de lo que piensas, Floria— Alessandro se recostó en su silla, observándola con detenimiento —Sé que tienes el 35% de las acciones de la empresa. Sé que los Millers te están utilizando para no perder el poder corporativo. Y también sé que la única forma de no perderlo todo es que obtengas al menos un 5% más de Oliver, o que subas al nivel de subdirectora general y obtengas un 10% más, lo que te daría el control completo de la empresa— Floria quedó paralizada por un instante. Su mente estaba en un torbellino. ¿Cómo alguien podía saber tanto? Era como si Alessandro pudiera leerle la mente, aunque sabía que eso no era posible. Si pudiera hacerlo, sabría que ella estaba embarazada, que aún tenía sentimientos por Oliver a pesar de todo, y que no quería llegar a estos extremos. Solo deseaba volver a su vida normal, a una vida en la que no supiera que su esposo le era infiel. —Señor Di Bernardi, yo... — Intentó hablar, pero las palabras se atragantaron en su garganta. —Lo que hagas con esa información depende de ti, Floria— dijo Alessandro, su tono ahora más suave, casi comprensivo—. Pero quiero que sepas que puedo ayudarte si así lo deseas— Floria lo miró, todavía tratando de procesar todo lo que acababa de escuchar. Alessandro había puesto una carta poderosa sobre la mesa, una que podría cambiarlo todo. Sin embargo, lo que más la perturbaba era la precisión con la que él había tocado cada una de sus preocupaciones más profundas, sus miedos más oscuros. El camarero regresó con el desayuno, pero Floria apenas notó los platos que se colocaban frente a ellos. Su mente estaba llena de preguntas sin respuestas, de dilemas morales y decisiones que parecían imposibles de tomar. Alessandro, mientras tanto, comenzó a comer tranquilamente, como si lo que acababa de revelar no fuera más que una simple anécdota. Floria lo observó, tratando de entender quién era realmente este hombre y qué pretendía de ella. Después de unos minutos de silencio, Alessandro dejó su tenedor y cuchillo y volvió a mirarla. —Sé que esto es mucho para procesar, Floria. Pero no esperabas que firme un contrato con una empresa sin que mi personal investigarla primero o si?— Floria se obligó a tomar un bocado de comida, aunque no tenía apetito. Sabía que Alessandro estaba esperando su respuesta, pero también sabía que cualquier cosa que diga no quitaría que el supiera casi toda la versión. — No pidas el divorcio—
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