El amor es una maravillosa flor, pero es necesario tener el valor de ir a buscarla al borde de un horrible precipicio.
Stendhal.
—Dime que me amas y me quedaré, j***r.
—Las estrellas no se enamoran—hago una pausa sin poder esconder mi dolor, es más una advertencia o un recordatorio para mi que para él—Las estrellas no se enamoran, Sawyer...
—¿Quién ha dicho entonces que yo sea una jodida estrella, eh?—pregunta él con rabia como si de verdad la estuviera sintiendo, me obligo a misma a recordarme que es mentira, que ese ser es incapaz de sentir nada y menos amor.
—¿De repente has dejado de serlo?
—De repente ya no quiero serlo.
No puedo evitar reír a carcajada limpia sin ganas, poco después intento cerrar la puerta en su cara a pesar de la inmediata resistencia que ofrece, al parecer no iba a ponérmelo fácil. Finalmente tras muchos esfuerzos, Sawyer parece rendirse, se marcha y la puerta se cierra poco después de golpe. Dejo caer mi cuerpo hasta llegar al frío suelo sin apartar ni un segundo mi espalda de la madera.
—Las estrellas no se enamoran—susurro rompiéndome en mil pedazos más mientras me froto la barriga con suavidad intentando que las lágrimas vuelvan a su sitio pero es en vano, ya estaban ahí.