Rayan se puso de pie en la mesa, no había manera de que Dan pudiera negar que se sentía ansioso. —Ven conmigo. Dan con calma se puso de pie y siguió a Rayan hacia afuera de la casa. ¿Y ahora como resolvería todo este desastre? Cuando la brisa de la noche se hizo presente, Dan observo la inclemente luna que se alzaba sobre los cuellos, los anillos del satélite eran tan visibles que daban una vista preciosa. Rayan no dijo nada una vez fuera, pero se podía sentir la tensión en su cuerpo, Dan lo pudo adivinar por las feromonas. —Me mentiste. Dijiste que no había pasado nada. Dan pensó que Rayan había estado exagerando. —Ah. Olvídalo, de igual manera, paso hace mucho tiempo. La mirada descolocada de Rayan se alzó, Dan la observó asombrado. ¿Por qué se altera por tan poco? —¿No

