Cuánto más tiempo pasaba en la mansión, más le costó adaptarse al cambio, para Rayan era difícil imaginar una situación donde Juno y él pudieran estar solos sin la incómoda sensación de que algo estaba mal.
El menor de los Clerefth rondaba la cabeza de Rayan con desesperación, muchas veces era curiosidad, otras preocupaciones y algunas veces interés.
El joven Clerefth parecía tener una vida cotidiana muy normal; despertaba temprano, desayunaba y salía a sus tutorías, regresaba a la hora del té y almorzaba junto a Noa.
No había nada extraño en aquel comportamiento, a excepción de la mirada cansada y el aspecto muchas veces apagado que se le notaba al regresar de sus tutorías.
Cuando Rayan le preguntó, Juno solo sonreía con esplendor camuflando aquel brillo apagado en sus orbes. Rayan estaba seguro de que algo estaba mal.
Y así, las semanas pasaron en una rutina cotidiana. Había veces que deseaba indagar, pero no lo hizo por el miedo a descubrir cosas que no quería. Cada día, cada hora y minuto, le carcomía la conciencia, el dejar pasar las cosas.
—¿Dormirás temprano hoy?
Noa, quien le pregunto a Juno, parecía tener un tajo de preocupación en su voz.
—Sí, estoy cansado. Quiero un poco de paz.
¿Paz? ¿Qué significaba aquello?
Juno desapareció en las escaleras mientras Noa se quedó ahí de pie pensativo. Rayan sabía que se arrepentiría por no preguntar, así que indagó.
—¿Ha pasado algo?
Noa se crispó ante el cuestionamiento. Se giró hacia Rayan con cautela.
—Bueno… Es que últimamente está más distante.
Noa bajó la mirada al suelo, sus nudillos se entrelazaron con nerviosismo.
—Ya no sonríe mucho y no me dice sus cosas.
Tampoco es como si tuvieran una grandiosa relación de hermanos, pero en pocas ocasiones, Juno solía ir a la habitación de Noa y preguntarle cosas relacionadas con los omegas.
—¿Has hablado con él?
Noa negó con la cabeza.
—Le pregunté y solo dijo que no se sentía muy bien estos días y cuando propuse ir al doctor se espantó mucho.
—¿Miedo?
—Sí.
Hubo un dolor agudo en su estómago. ¿Tal vez Juno estaba siendo acosado?
—Suele ir mucho al médico.
Noa negó, esta vez se sentó junto a Rayan.
—Tenemos un médico personal desde que nacimos. Como Juno fue delicado al nacer tuvo chequeos médicos constantemente durante toda la niñez.
—¿Y ya no las tiene?
—Sí, pero una vez al mes.
Rayan se pasó la mano por el cabello frustrado. No era correcto andar divagando sin tener pruebas.
—Cuando está en consulta ¿Alguien se queda con Juno?
Noa respondió con rapidez.
—Casi siempre Hasborn está presente.
¿Casi siempre? O sea que hay ocasiones en la cual se queda solo con el doctor.
—¿Por qué preguntas eso?
Noa que estaba por eclipsar, tenía un aroma ya sutil a feromonas, Rayan reconoció aquel olor como pánico.
Rayan abrazo a Noa y lo consoló.
—No es nada, iré a hablar con él, no creo que sea nada, es un adolescente, es normal que esté un poco depresivo.
Noa también había considerado aquello, aunque él también había pasado por la pubertad y no se había comportado como Juno. Todo depende de la personalidad, eso pensó.
—Ve a la cama. Tus feromonas se hacen más fuertes. Descansa, yo me encargaré de Juno.
El cuerpo de Noa estaba caliente, no por el celo, sino porque tenía una temperatura alta y ciertamente sentía que su cuerpo le ardía de dolor.
Rayan espero que Noa regresará a su alcoba para entonces entrar en pánico. Por un momento creyó que tal vez estaba sobre pensando todo y que ninguna suposición era verdadera.
Aun así, tenía que asegurarse de aquello antes de tomar una decisión drástica. Marcó el número de Hasborn sabiendo que interrumpiría la hora de descanso del mayordomo.
~Mi señor.
Hasborn no demoro en contestar.
—Agenda una cita con el médico de la familia.
~¿Ha pasado algo, señor?
Rayan no quiso contestar aquella pregunta, más bien sello sus labios y volvió a ordenar esta vez más severo.
—Que sea lo más pronto posible.
Con eso último colgó el teléfono, Hasborn quien se quedó escuchando el sonido de la llamada colgada, se preguntó si algo muy malo le pasó su señor.
A la mañana lo primero que se escuchó en el comedor fueron las quejas y protestas de Juno.
—No estoy enfermo, ¿Por qué debo ver al médico?
Juno desvió la mirada hacia Noa como si le reprochará la decisión de Rayan.
Rayan que notó enseguida aquellas muecas hablo con voz calmada.
—Juno, sé que no estás enfermo, es solo una revisión rutinaria. Todos nos haremos un chequeo médico.
Juno, que enseguida quedó en silencio, menguo un poco su enojo.
—Pero estoy bien. Ustedes también, ¿Por qué debemos checarnos?
Marlon, que había acabado de llegar muy temprano por la mañana, no tenía ni idea la razón del porqué Rayan insistió tanto en llamar al doctor.
—Bueno, pensemos de manera positiva, al menos sabremos si estamos sanos.
Aquellas palabras nada reconfortantes de Marlon hicieron que los tres hermanos lo mirarán con una ceja alzada.
—No hay ningún problema con hacerse una revisión médica, Juno.
Noa también apoyó a Rayan y aunque Juno seguía a la defensiva, volvió a su puesto cabizbajo, como si intentará buscar unas palabras lo suficientemente claras para que llegaran a sus hermanos.
Al final no dijo nada y una vez el desayuno termino, Juno fue el primero en alejarse.
Rayan sobó su nuca cansado de tantas cosas, desde que regreso a la mansión han sido una y otras cosas llenas de fastidio. Con el eclipse de Noa, la próxima temporada tendrán que partir a la capital, lo cual también lo convertirían a Marlon y Rayan en un objetivo más.
Hasborn interrumpió sus pensamientos, entró en el comedor y carraspeó sus cuerdas vocales.
—Señor, el médico acaba de llegar.
Rayan, que seguía sentado, se puso de pie y fue hasta al lobby. Hay de pie un hombre de al menos cinco años mayor a él, se encontraba de pie con un maletín en sus manos. Era joven y bien parecido con cabello grisáceo y ojos negros.
Rayan pensó al mirarlo que este hombre tenía una edad adecuada para casarse.
—Soy médico, Raphael Lenweed.
El hombre no parecía muy diferente a un profesional, mantenía una mirada tetra y reservada.
—Le informaron para que lo he mandado a llamar.
El hombre negó.
—Acabo de regresar del extranjero. Quiero saber la condición médica de mis hermanos y la mía.
Con una máscara profesional, el hombre asintió.
—Entiendo. ¿Dónde puedo comenzar?
Rayan que se quedó en silencio unos segundos solo mirándolo con desconfianza, dejó escapar un largo suspiro y le pidió a Hasborn que escoltara al hombre hacia una habitación adecuada.
De pie, fuera de la alcoba, los cuatro hermanos estaban un poco incómodos. Marlon estaba frustrado, ya que tenía planes y necesitaba irse, mientras Noa solo quería regresar a su alcoba y seguir descansando porque el eclipse lo tenía agotado tanto mentalmente como físicamente.
Juno movía los pies y entrelazaba sus nudillos algo ansioso mientras Rayan lo miraba con quietud. Cuando el médico anuncio que ya podía entrar uno, Noa fue el primero en entrar. La puerta se cerró con un “clip” no demoro demasiado, cuando salió de la alcoba, Noa no tenía una queja que dar, solo le sacaron muestras de sangre y alguno que otro examen.
Marlon siguió tan urgente como ninguno, esta vez demoró más de lo que Rayan espero. Para cuándo salió Marlon tenía un rostro cansado, a diferencia de Noa a él le hicieron más exámenes porque el doctor notó algo extraño en su genoma.
—Irás primero.
Juno, que dejó de mover sus piernas, miró a Rayan.
—No iré de último, ve tu primero.
Rayan no demoro en salir, el médico reviso sus muestras de sangre y no noto algo extraño, encapsuló todo para una revisión más detallada y solo le dio unas pastillas para subir las defensas.
Rayan se sentía vagamente confundido, no espero que fuera tan normal, incluso se sintió como estar en una clínica y no en su propio recinto.
En cuanto Juno vio a Rayan saliendo de la alcoba, se puso de pie con rapidez.
—¿Te espero?
Juno negó con la cabeza.
—Tienes cosas que hacer, ocúpate de eso, yo estaré bien.
A pesar de la mirada y la voz temblorosa, la actitud parecía bastante decidida. Aquello solo confundió aún más a Rayan, talvez solo se hizo una película en la cabeza, si era así…
Rayan empezó a sentirse como un tonto que se metía en los asuntos amorosos de sus hermanos.
Estaba por irse cuando escuchó un estruendo. El que había estado durante la consulta de Noa y Marlon supo en seguida que aquello no era normal. Camino hacia la puerta y sostuvo el cerrojo. No la abrió, sino que espero con calma.
—Baja la voz.
Un susurro llegó del otro lado de la habitación.
—¡¿Qué crees que haces?!
No era la voz de Juno, sino la voz del doctor, y no era una voz violenta, sino sumisa.
—¡Dijiste que no volverías!
—Eso dije y tu hermano me mandó a llamar.
—Tuviste que rechazarlo.
—Me ofreció mucho dinero.
—¡Eres una basura!
—No te hagas la víctima, Juno Clerefth, aquí la víctima soy yo.
Rayan, que estaba en total calma, se quedó en shock al escuchar lo siguiente.
—Crees que alguien te creerá.
La voz del doctor atravesó la puerta con suplicio.
—Claro que no, solo por eso no te he demandado. Pero de igual manera, decidimos olvidar aquello, así que solo baja eso y déjame hacer mi trabajo para largarme de aquí rápido.
Rayan, que no pudo seguir aguantando más, abrió la puerta y vio a su preciado hermano menor con una jeringa en su mano, el doctor, que tenía un rostro asombrado, sostenía la mano de Juno con fuerza para que la jeringa no se le clavara en los ojos.
Juno dejó caer la jeringa al suelo y se parto de un salto del doctor.
—¿Rayan?
CONTINUARÁ…