Sentados ambos con quietud de un lado del otro, Dan y León estaban tan tranquilos sin siquiera mover un solo dedo de la mano. Alexander frente a ellos, se quedó mirando a Dan. —¿Cómo van tus estudios? ¿Estudios? León no podía ni imaginar que era ese estudio que Alexander quería que su hijo enfermo estudiará. A pesar de la negativa de León, Dan respondió con voz neutral y sin ánimo. —Ya he aprendido la mitad del idioma, podría tener una conversación apropiada sin ayuda de un traductor. —Bien, se dice que el hijo del rey es un prodigio. No podemos hacer el ridículo. Dan pensó en esas personas que se supone que son familiares de sangre. Nunca los había visto, aunque sabía de ellos, pues prácticamente, son una monarquía muy poderosa. Alexander miró hacia León y con voz sería, le

