Las luces parpadeantes de la represa tiritaban con lentitud, cuando encendían una, se apagaba otra. El jet se estacionó al pie de la mansión.
Mayer apareció en la entrada dando una reverencia.
—Mi señor.
Que Mayer, el mayordomo personal de Marlon, estuviera aquí y no en Ghosteares, daba la certeza de que Marlon había arribado en su mansión.
—¿Mi hermano está aquí?
—Si señor, sus majestades están en la mansión.
Mayer siguió a Rayan a dentro.
—¿Dan también está aquí?
El mayordomo guardó silencio. Rayan era su señor, el líder de la familia a la cual había servido por años, pero ahora era el mayordomo de un Clerefth y un rey. Si Marlon le ordenó guardar silencio con respecto a la condición de Dan, Mayer no tenía más opción que guardar silencio.
—¿Mayer?
—Lo siento.
Mayer
