Rayan parpadeó al escuchar que lo llamaban. Era una voz suave y delicada, moviendo su hombro una mujer intento despertarlo. —Mi señor. Mi señor. Rayan parpadeó y abrió los ojos. Al ver a la mujer, Rayan se incorporó en su asiento y estiró los brazos en un gran bostezo. —Hemos llegado a Lexus. Rayan ojeó a través de la ventana. El alba comenzaba a esconderse en el horizonte. Rayan dejó escapar un largo suspiro. Hace tiempo que no sabía lo que era un descanso, los deberes como marqués, sumados a los viajes constantes a Tlorean lo estaban por volver demente. El auto ya lo esperaba cuando bajó de la aeronave. Rayan había pensado que lo mejor era tomarse vacaciones y quedarse un tiempo en Tlorean y así evitar los viajes constantes. Cuando llego a la mansión principal los sirvientes y

