*Capítulo dedicado a Dorianny Clemente* Penélope. Dios mío, Demián es como una droga para mi cuerpo, lo que sus manos causan en mi, sus besos, no quedan dudas que sabe muy bien como complacer a una chica. Mientras me besa, estoy prendida de su cuello apretándolo a mi como si se me fuera a escapar, sus manos viajan a mis piernas metiéndose abajo de mi pollera y aprieta mi trasero, jadeo sin pensarlo sobre sus labios, muerde mi labio inferior y gimo excitada. Me levanta un poco y enrredo mis piernas en su cintura perdida en todo lo que él me genera. Sus manos me presionan, acarician y aprietan en mis muslos suben a mi cintura, a mis pechos los cuales masajea sobre mi ropa interior arrancándome jadeos que calla besándome con fervor. Todo a mi alrededor desaparece, solo lo siento a él

