Capítulo 6: “De Rutas y Decisiones”

1019 Words
El aire en la sala del viejo edificio se sentía denso y cargado de expectativas a medida que el grupo comenzaba a presentarse. En las sombras de las luces tenues, las caras de los hombres eran indistintas, pero sus voces resonaban como ecos de decisiones pasadas y futuros inciertos. La emoción y el miedo se entrelazaban en mi pecho, un torbellino que amenazaba con desbordarse en cualquier momento. Lucas se mantuvo a mi lado, su mirada fija en los demás mientras me guiaba por la dinámica del grupo. —Vamos a hacer un par de movimientos esta noche, nada complicado, solo para que te familiarices. —Su tono era relajado, pero sus ojos delataban la seriedad de la situación. El murmullo de conversaciones se convirtió en una música distante mientras mi mente se concentraba en lo que iba a enfrentar. Podía sentir mis manos húmedas, el sudor perlando en las palmas. Las piernas me temblaban levemente, y la combinación de adrenalina y miedo se manifestaba en un hormigueo en mi piel. Era su primera prueba, una evaluación implícita de si podía adaptarme a este mundo lleno de riesgos y recompensas. Pronto, un hombre de complexión robusta, con un rostro marcado por cicatrices, se acercó y se presentó como Félix. Sus ojos eran duros, pero había una chispa de curiosidad en ellos. —He oído mucho de ti, Alejandra. Lucas dice que tienes potencial —dijo mientras me extendía la mano. La conexión inicial se sintió como un pequeño ancla en medio de la tempestad de emociones. Recibí su mano con firmeza, agradeciendo el pequeño momento de conexión. —Gracias, espero estar a la altura de las expectativas —respondí, sintiendo que la vulnerabilidad me daba fuerza en ese instante. Esta era una oportunidad para demostrar que podía ser parte de algo mayor, que podía ser valiente. Félix sonrió. —Solo sé tú misma. A nadie le gusta un impostor en este negocio. —Su tono era directo, y me hizo sentir un poco más segura. Con una mueca, se giró hacia el grupo y comenzó a organizar nuestras tareas. —Esta noche, tenemos que mover unas cajas de mercancía en un par de horas. La dirección está aquí —dijo, sacando un papel del bolsillo con una dirección garabateada en él. Los nombres de los destinos sonaban como secretos prohibidos en la penumbra, y un escalofrío de anticipación recorrió mi espalda. Lucas se acercó y me susurró: —Voy a estar contigo en todo momento. Si hay algún problema, no dudes en decírmelo. Asentí, sintiendo que su apoyo era un baluarte en esta nueva aventura. A pesar de la carga de responsabilidad, había un consuelo en su presencia. Era un recordatorio de que no estaba sola en esto, aunque mi propia valentía aún se sentía como un agazapado desconocido. Después de que se distribuyeron las tareas, Felix nos condujo hacia una sección trasera del edificio donde las cajas estaban amontonadas. Cada paso despertaba un haz de curiosidad y temor; el lugar era vasto y oscuro, lleno de artilugios y herramientas cuya función no podía identificar. Las sombras danzaban alrededor de nosotros, agregando un aire de misterio y peligro a la escena. —Alejandra, tú y yo vamos a mover esas cajas —dijo Félix, apuntando a un grupo de cajas marcadas con etiquetas que tenían letras y números que no reconocía. A medida que me dirigía hacia ellas, sentí que el fuego de la decisión comenzaba a arder más intensamente dentro de mí. Este era el momento que me había estado preparando para enfrentar. Las cajas eran pesadas, su peso representaba el tipo de carga que este nuevo mundo exigía. Al levantar la primera, sentí una sacudida de esfuerzo recorriendo mis músculos, y la adrenalina corría por mis venas. Cada movimiento era un recordatorio de que estaba eligiendo este camino, y que también debía enfrentarlo con determinación. Mientras movíamos las cajas, la conversación continuaba en el fondo. Los hombres hablaban sobre sus experiencias, reafirmando la camaradería que parecía existir entre ellos. Me di cuenta de que, a pesar de la naturaleza riesgosa de su trabajo, había un sentido de pertenencia que anhelaba. Un lugar donde la lealtad y la confianza eran fundamentales; eran las bases sobre las que se construían las relaciones en este mundo a menudo traicionero. Después de un tiempo, cuando logramos mover la primera tanda de cajas, me sentí un poco más en control. La energía que me rodeaba se volvió contagiosa y, aunque el miedo aún estaba presente, una chispa de emoción había comenzado a nacer. Era como si me adentrara en un mundo donde cada esfuerzo, por pequeño que fuera, contaba. —Bien hecho, Alejandra —dijo Lucas, apareciendo a mi lado con una sonrisa de aprobación—. Vaya, tengo que decir que tienes un talento natural para esto. Sus palabras me sorprendieron y, en vez de avergonzarme, me llenaron de orgullo. Esa sensación de estar progresando, de que mis esfuerzos estaban dando sus frutos, era algo que nunca antes había experimentado en esta medida. El golpe de adrenalina detrás de la emoción era como el ritmo de un nuevo pulso que comenzaba a guiarme hacia adelante. Pero en medio de la euforia, la voz de la razón no dejaba de susurrar en mi mente. Cada decisión que tomaba iba ligada a un riesgo, y a cada paso podría estar encaminándome a un lugar del que no podría regresar. Aún así, decidí no dejar que ese miedo me detuviera. Con un ligero hilo de emoción vibrando en mi interior, seguí moviendo más cajas, adentrándome en esta nueva vida que ni siquiera sabía si deseaba por completo. Las sombras de la sala estaban llenas de posibilidades, y aunque la incertidumbre estaba al acecho en cada esquina, me sentía más fuerte de lo que jamás había imaginado. Así, a medida que la noche se deslizaba hacia la oscuridad, el primer paso hacia un futuro desconocido se había dado, y ya no había vuelta atrás. Tenía que seguir adelante y descubrir lo que realmente significaba ser parte de este mundo; era hora de enfrentar mi destino.
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