Capítulo 1. ¿A qué le tienes miedo?

812 Words
Llevo algunos minutos intentando descifrar cómo iniciar este capítulo e incluso, planteándome la idea de dejar de lado este libro. A ver, es que suele suceder que aunque esto de escribir ya sea parte de mi vida, es innegable que siempre me causa un poco de temor pensar en sus rostros al leer estás letras. Es justamente un miedo, para ser más exacta. Tal vez el miedo a no ser tan buena en esto y que quede al manifiesto que los libros que he escrito y los comentarios o elogios que recibo, no han sido más que azares de la suerte y soy… soy una impostora… Síndrome de impostora. ¿Lo han oído? Bueno, si no lo han hecho, bien pueden aún buscarlo y entenderlo. No, no les voy a explicar acá nada por que ustedes pueden hacerlo (Me siento como José cuando le pido explicita mente que me diga a detalle lo que debo hacer con mi vida) De nuevo volviendo al tema que nos concierne, aunque realmente ni siquiera lo he tocado desde que inicié el capítulo, prometo mantener el hilo de la temática. ¿A qué le tienes miedo? Un título bastante sincero, como planeo hacerlo con todo lo que aquí les narre. ¿A que le tienen miedo ustedes? Podrían contarme en los comentarios. (Casi me siento en un podcast) De nuevo el síndrome de impostora me susurra al oído que esto es una pérdida de tiempo y que por supuesto nadie va a leer el libro mucho menos a mencionar sus miedos. Volviendo al tema principal, el título está basado en la sensación global que supone mi primer día de los 365 días-razones para estar soltera. Hoy, un miedo me invade al despertar, pensé que era por olvidar comprar el azúcar para el café del desayuno, pero eso más que miedo, me dio acidez. Más tarde relacione el miedo con los treinta y dos minutos que tardó el BUS en llegar a la parada, por que, por supuesto que eso suponía llegar de igual manera, treinta y dos minutos tarde a mi trabajo. Pero miedo real, sentí cuando observé la lista de actividades que mi jefe tenía planeado para mi hoy. Trabajo como mujer de limpieza en la hermosa Francia y por las noches doy servicios personales a mis jefes… LOL… No, no es cierto. Estoy moral, religiosa y cívicamente impedida, aunque económicamente, esto significa menos esfuerzo y más ratificación, pero para mi, no es una opción. Finalmente, creo que el culpable del miedo que sentía, fue aclarado cuando, al volver a casa, me reconocí en el silencio que dos horas de ruta en BUS me obligaron a tomar. Estaba sola, en medio de personas que desconocía por completo, de las que escuchaba sus conversaciones pero mi escaso francés A2, no me permitía entenderlas. Me sentí abandonada, pero más aún, sentí miedo. Tengo miedo a estar sola toda la vida, a no volver a sentir el amor de una persona, una que en realidad esté dispuesta a amarme. ¿Saben de qué les hablo? ¿No? Es el temor a que un año, se convierta rápidamente en mis cuarenta años y finalmente lleguen los sesenta, setenta, ochenta (Si no me ha llevado antes la muerte) y coleccione gatos, plantas o cualquier otra rareza que se adapte a mi necesidad de atención. También está el miedo a repetir el patrón de relaciones tormentosas del que ya les he hablado, entonces cuando al final de los 365 días-razones, pueda o quiera volver a intentar relacionarme con el género masculino, posiblemente me encuentre de nuevo en la encrucijada entre no pasar por alto las banderas rojas, no idealizar lo, no sobre exigir por el miedo a salir lastimada… miedo, miedo, miedo. Todo tiene un justificante, he atravesado muchos momentos en mi vida que me han llevado a reconocer este sentimiento como crónico, pero no por ello, debe ser eterno. Digamos que, por hoy, el miedo si debe ser un consecuente valido para mantener los 365dr (Días-razones) de mi soltería, ya que este juego de palabras de protéger mi corazón, se me había pasado por alto y permití que, por mucho tiempo, jugaran un caprichoso juego de patear de lado a lado mi voluntad. Hoy decido que, por el miedo seré valiente y me mantendré soltera, hasta que tenga la fuerza, el conocimiento y la voluntad para reconocerme prioridad y entender que, amar, no se trata de entrega incondicional, si no de compartir condicionado por mi integridad y felicidad, de la mano con la del hombre que, al final de este proceso, pueda aceptar de nuevo. Si se preguntan… y se que si. Si hay candidatos. Probablemente les hable de ellos en unos días, para que entiendan y por que no, para que me ayuden a identificar si, de entre ellos, puede surgir el fulano que disfrute de mi mejor versión.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD