Capítulo 3. Porque no sé por dónde empezar

1318 Words
Recuerdo con algo de tristeza que recibí una llamada de un cliente, desde luego como no hablo el idioma, siempre elijo la frase vieja y confiable: — Lo siento, no hablo francés ¿Podría enviarme un SMS o escribirme por w******p? Por supuesto el repertorio lo doy en un intento de hablar francés a media lengua y un poco comprensible, lo suficiente como para que mi interlocutor se despidiera entre risas y procediera a escribirme. Este era un chico que había visto mi publicación en la página en línea para la cual trabajo. Esta aplicación es un algoritmo sencillo que conecta necesidades con necesitados y cobran comisión por mantener el proceso de contratación seguro. La comisión se paga por el empleador y yo recibo exactamente lo que solicito por mi tarifa. Coordine los detalles del día y la hora con él, en todo momento fue amable y respetuoso, pero aún así siempre siento algo de desconfianza cuando es un hombre el que me busca… es una historia que les contaré más adelante, pero créanme, tengo mis razones de peso para no confiar en hombres que buscan mujeres de limpieza. En fin, llegue al apartamento no sin antes haber compartido la ubicación actual, la dirección y los datos del cliente con mi contacto de confianza, quien tiene la orden explicita de llamar a la policía si en más de treinta minutos no me he reportado, por llamada o nota de voz. De nuevo, créanme, esto no es exagerado en una ciudad como París. La rutina de siempre, entré saludé y solicité indicaciones al respecto de las preferencias de limpieza o el area a iniciar. El apartamento no era nada grande, la cocina, la sala de baño y el salon que hace las veces de recibidor, comedor, sala de televisión y por supuesto, habitación por la facilidad de abrir un sofá cama y voila!. Él, amablemente me indico todo lo que esperaba hiciera en las dos horas que me había mencionado días antes en el mensaje de texto, solo que olvidó mencionar, que el apartamento no conocía el significado de limpieza,desde que fue construido (lamento mucho si este cliente llega a leer este capítulo y si llega a reconocerse en él). Recuerdo claramente que me cambie de ropa, puse mi delantal, preparé los productos y me detuve en silencio solo para admirar el pequeño apartamento sin saber exactamente que hacer. La cotidianidad da seguridad, es decir, tengo la experiencia en limpieza y la mayor parte de mi semana debo ir a casas a las que voy desde hace más seis meses, por lo que, tan solo al llegar, mi mente ya ha realizado el mapa mental y me está dando instrucciones sobre donde y como iniciar, así como cuanto tardaré para ejecutar cada actividad y completar el tiempo que se acordó para cada caso en particular. Volviendo al apartamento pequeño, sé bien que en ese momento sentí como si nunca en la vida hubiera trabajado en limpieza y mi experiencia fuera nula. Me invadio una descarga de cortisol que bloqueo mi mente, permitiendo me sentir vulnerable e inexperta ante una actividad que realizaba con cotidianidad. — No sé por donde empezar — Resoplé. Recuerdo que la frase se me escapó de los labios en un tono más alto del que imaginé y con una lágrima tan inoportuna e ilógica rodando por mi mejilla. El joven amable se giró desde su silla en el salón para verme asombrado. — Lo siento mucho, Sandra. No he tenido la oportunidad de limpiar. — Decía mientras me veía desde su lugar con la preocupación y vergüenza marcadas en su rostro. Fue entonces cuando en realidad me sentí mal, yo estaba juzgando su hogar, sin conocer el por que de sus hábitos de limpieza y sin ni siquiera tener el derecho de hacerlo, por que además, me pagan precisamente para organizar, adecuar y limpiar lo que ellos no pueden, quieren o deben hacer. Sin eso, mi trabajo no existiría. — Una disculpa señor, no quise sonar inoportuna— Y si, encontré "inoportuna" en mi vocabulario francés y lo use. Me sonrió desde la silla y se levantó lentamente dejando su laptop sobre el sofa y acercándose a mi con la misma sonrisa. — Por que no empiezas por lo que conoces y dejas lo desconocido para el final — Intentó poner su mano en mi hombro pero se contuvo y lo agradecí. No sé si se refería a mi trabajo en su apartamento o al desorden emocional en mi vida, como si él hubiera adivinado que yo estaría solo unos meses en el futuro, escribiendo un libro mientras a él lo hago parte de la anécdota que me llevó a encontrar una más de las 365RD Empecé por lo común, lo que conocía sin pensar en el todo, solo una actividad individual a la vez. Limpié el polvo de las encimeras y cuadros, así como de la cocina y el escritorio que servía como comedor. Así levantaría todo el polvo del suelo cuando aspirara y una vez había iniciado, todo se fue dando de manera natural, sin presiones ni estrés de terminar, solo dedicándome una actividad a la vez entendiendo que, desde la calma, puedo observar y trabajar mejor. Al final fueron más de dos horas pero él estaba feliz de ver su apartamento por primera vez con ese nivel de limpieza. Yo también lo estaba, por lograr un cambio notorio. Es fácil divagar cuando estás esquivando la realidad y eso me paso justo al encontrarme de frente con el huracán de desorden en aquella situación. Elegí frustrarme desde el rechazo y solo cuando en realidad obtuve calma mediante el movimiento, fue cuando pude agradecer por la oportunidad de trabajar y en el trasfondo de la situación, por poder ayudar a una persona que probablemente ese día durmió un poco más a gusto. Lo menciono por que, me sucede que cuando he limpiado mi apartamento, puedo dormir mejor. ¿Les sucede lo mismo? Al final, en este momento de mi vida, entiendo que, realmente no sé como empezar a estar soltera y eso me preocupa. Por esa misma situación, esta debe ser una razón fundamental para los 365rd. No sé que tan común sea, pero de nuevo José, dice que es una constante en muchas personas, el tener que enfrentarse a este momento en que se dan cuenta que han pasado toda su vida acompañadas o en una relación y cuando llega el encuentro mortal con la soltería obligatoria, generalmente por un proceso de duelo o una regularización psicológica, simplemente se shockean (No sé si la palabra exista pero es la adecuada) y entonces te detienes frente al caos como me paso en el apartamento por limpiar. El instante se vuelve tu vida, pasando frente a tus ojos y te conviertes en espectador de tus decisiones. Le llaman modo supervivencia, yo le llamo, apartamento pequeño, Seguro que entendieron por que. Entonces, ahora que comprendo, lo acepto. No sé por donde empezar a poner mi vida en un camino que se reconozca como el de “Estoy soltera, no disponible” y se me hagan válidos los días como retroactivo. Tal vez empezar por lo conocido es lo más fácil, limpiar polvo y aspirar sería entonces como deshacerse de lo que signifique un recuerdo que me impida avanzar y me incite a querer regresar a cualquier relación, solo por no estar soltera. He comenzado a crear nuevos recuerdos y experiencias en soledad que perfectamente estarán llegando el album donde antes reposan aquellas de eventos compartidos. Después del primer paso, todo es ganancia. Esto sería como, una vez iniciado el proceso, todos los pasos son en favor del actor… osea, yo. Y aquí voy, a diario sintiendo que no se por donde empezar y con crisis de llanto que me hacen pensar que estoy retrocediendo, pero no es así. Desde el día 1, todo es un avance.
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