150. ALIANZA INGLESA Pte. 2

2223 Words
Tenía que pensar pronto en algo y quedarme con Borson y Bechamms no me ayudaría en nada, menos, cuando ese infeliz quería chantajearme usando a todo su séquito, así que busqué a mi musa matinal. Abbie me facilitó la información de Dayana y Karol y a su vez la del imbécil que quiere acabar conmigo, así que salí de la mansión encargándome de algunas diligencias y después fui a casa de Karol, quien estaba sorprendida al encontrarme antes de la hora pactada. —Oz, pudiste avisarme que vendrías antes para tener todo preparado —se acercó dejando un beso en mi mejilla. —No te preocupes, depende de lo que respondas veremos si todavía quieres compartir el almuerzo —contesté con total seriedad a lo que ella me indica que prosiga. —¿Me llamaste para convencerme del chantaje de tu esposo por lo ocurrido con Grosver o quieres hacer el tuyo propio en nombre de su esposa? —Quería advertirte, pero imagino que Harold te buscó en la mañana —me acerqué tomándola de la barbilla evitando verme tan intimidante. —En verdad te agradezco demasiado lo que hiciste anoche por mí Karol, pero yo no me venderé a nadie. Y respecto a Borson, es una cuestión muy diferente, así que te sugiero que no lo uses como gancho. —No me interesa comprarte Oz, por el contrario, creo que eres alguien con mucho potencial y lo que le hiciste a la esposa de Grosver se lo tenía merecido. —¿Qué tienes contra la señora Grosver? —Soy excelente amiga Oz, pero tengo muy claras mis prioridades y algo que no me gusta es compartir lo que me corresponde por derecho —pronto comprendí a qué se refería. —Ella es la amante de tu esposo —levantó una ceja dándome la razón. —¿Qué quieres de mí? —Aquí no, pasemos al despacho para hablar en privado en lo que hacen los preparativos. —No, iremos a otro lugar. Por capricho de ella, me entregó las llaves de uno de sus autos y nos dirigimos al centro de la ciudad, sin embargo, no fuimos a ninguno de los locales cerca de donde había parqueado, sino que caminamos unas calles más abajo ingresando a un restaurante más “común” para ella, necesitaba sacarla del ojo público y ese sería el sitio perfecto según había investigado antes de buscarla, entretanto, llamó a Dayana, quien también estaría en el almuerzo con nosotros y le di la dirección del lugar llegando rápidamente. —Si ambas decidieron citarme con urgencia es por algo, así que adelante, las escucho. Ellas me explican que Grosver es uno de los magnates más poderosos en Inglaterra y por ende alguien muy influyente, asimismo, también es conocido en un secreto a voces por su actitud déspota contra su esposa y trabajadores, siendo el miedo y el dinero sus armas más poderosas. Al enterarse de lo ocurrido anoche conmigo se fue contra ella enviándola a urgencias sin arrepentimiento alguno como siempre, pero ahora, también quería mi cabeza al igual que los demás amantes que ella había tenido en el pasado por ser un golpe a su ego, típico de estos imbéciles. Respecto al acuerdo que querían Harold y compañía, era que les sirviera como tapadera para sus sucios secretos, secretos que sabían sus esposas al compartir muchas intimidades con ellos y al mismo tiempo desconocían muchas más por las reuniones que hacían en su ausencia. —Comprendo los motivos de Grosver para asesinarme, comprendo los motivos de ellos para protegerme, ahora, ¿qué ganan ustedes dos de todo esto? Porque una cosa es ser bellas y otra buenas samaritanas, y lo segundo no me lo creo de a mucho considerando las circunstancias. —Algo me dice que tu actitud patética de anoche en el baño fue tu estrategia. —Me rompes el corazón, Karol —respondí con fingida indignación. —yo solo quería dar una buena impresión, pero nunca me imaginé encontrarme a tan exquisita compañía. Si esto fuese póker, estoy seguro que los tres tendríamos una excelente mano en apariencia, pero la verdad era que no podía confiar en ellas por mucho que me sirvieran. —Oz —intercede Dayana. —lo que queremos es que nos ayudes a saber algunas cosas de esas reuniones, no con el propósito de divulgarlas, sino porque parte del patrimonio de nuestros esposos se hizo con dinero de nuestras familias y tenemos sospechas para desconfiar de ellos. —Entonces contraten un investigador privado. —Ya lo intenté y el sujeto terminó silenciado en un río, lo más cerca que llegaron esos cretinos fue a pensar que alguien de la competencia los quería extorsionar y por eso los investigaban —respondió Karol. Tres cigarrillos, dos rondas de alcohol, una mujer desesperada por asegurar su futuro y yo con un arma apuntándome en cada esquina… De verdad que Londres resultó ser más entretenido de lo que imaginé. —Si hago esto entonces necesitaré información confidencial de todos los negocios, también una lista de contactos con todo lo que sepan de ellos, sus esposas e incluso la forma en que cagan sus perros y necesito que también busquen una forma de poder llegar a Grosver sin que ellos se enteren, a más tardar para mañana en horas de la mañana… —¿No quieres que también te pague veinte millones de libras? —preguntó Karol con evidente fastidio y sarcasmo. —Tentadora la oferta, pero no, el dinero no es mi mayor interés y si les pido eso es porque debo saber en dónde pondré la cabeza, ahora, eso solo es para pensar la propuesta que me hacen ustedes y la que harán sus esposos mañana en la tarde, ya que necesito tener todo el panorama para saber de qué manera puedo ayudarlas. —Espera, ¿de verdad no nos pedirás dinero por esto? —No Dayana, el dinero no me mueve así que yo no seré como sus lavaperros, si me quieren de su lado deberán darme algo más. —¿Qué quieres? —Por ahora consigan lo que les pido si quieren que piense en la propuesta, háganmelo llegar directamente y mañana en la noche les daré una respuesta a todos —me levanté dando la última calada. —Y les daré un consejo gratuito, comiencen dándome la información de Grosver hoy mismo, tienen hasta las cuatro de la tarde —un guiño y mi número telefónico fue todo lo que les dejé antes de partir. El resto de la tarde estuve en casa de Borson ejercitándome pensando en todo lo ocurrido, sacaba los pros y los contras desde cada ángulo analizando con tiento cada paso a dar. Sobre las cuatro Abbie me informa que Karol está en el salón preguntando por mí, lo bueno era que Borson se encontraba trabajando y no seríamos interrumpidos, así que me di una ducha tomándome mi tiempo, vestí una sudadera y bajé encontrándola en la sala. —Creí que no aparecerías nunca. —Estaba ocupado y no atendería a mis visitas sin al menos darme una ducha. Ella intentaba mantenerse firme, pero sus ojos la delataban al repasar mi cuerpo de principio a fin, especialmente en el tórax y un poco más abajo al no tener bóxer, lo que le permitía una mejor vista de lo que quería. —Traje lo que me pediste —señala una caja sobre la mesa. —solo ten presente que esto es confidencial y puede afectar la reputación de muchos, incluida yo. Revisé el contenido tomando folders al azar confirmando que sí era lo solicitado, hasta había algunos movimientos interesantes que apenas y pude leer. —Créeme cuando te digo que no muerdo la mano que me da de comer, pero tampoco me gusta que quieran barrer el piso conmigo. ¿Conseguiste la información de Grosver? —Sí, es el folder azul —lo tomé leyéndolo detenidamente. —no fue fácil conseguir algunos datos y otros no están confirmados, pero es todo lo que se pudo obtener por ahora. —Interesante… —murmuré. —Bien, le daré una hojeada esta noche, infórmale a Harold que llamé para confirmarle que nos veríamos en tres días a las dos de la tarde donde él dijo y en horas de la noche le daré a cada uno la respuesta por separado. —¿Cómo sé que no me traicionarás diciéndole todo a ellos? —No lo sabes, así que tendrás que aprender a confiar en mí y esta será tu primera prueba —corté la distancia quedando a escasos centímetros de la modelito rubia londinense. —No mentí cuando dije que me caes bien, creo que eres una mujer que tiene mucho por ofrecer, pero te limitas demasiado —murmuré detallando cada parte de su rostro. —deja de encerrarte en esa burbuja de lujos y de vez en cuando recorre el mundo —desplacé lentamente mis dedos por sus brazos hasta dejar una mano en su cuello. —libérate un poco Karol, libera a esa increíble mujer que ocultas tras una fachada de joyas y dinero. Con cada oración su respiración se iba agitando, exhalaba tanto deseo que parecía no poder contenerse de continuar deleitándola con mis palabras, así que no me detuve. —Soy libre de hacer lo quiera, cuando quiera y como quiera. —Y aun así no lo haces, solo te paras frente a mí queriendo mostrarme la firmeza de tus palabras mientras tus ojos te traicionan diciéndome cuánto anhelan ver un camino diferente. —¿Y tú serás quien me enseñe ese camino? No me hagas reír. —No soy tu payaso de circo para hacerte reír, pero sé que tengo lo que deseas y que el dinero no ha podido darte —acerqué más mi rostro rozando sus labios. —lastimosamente tú prefieres seguir viviendo una tediosa mentira que yo no deseo vivir y eso es lo que nos separa —acaricié su mejilla y alejé mis labios haciendo que ella se inclinara hacia mí, pero no pensaba darle nada todavía. Cerré la caja y antes de tomarla, rodeé la cintura de ella permitiéndole sentir levemente la dureza de mi entrepierna mientras mis labios se apoderaron de su oído. —El día que quieras liberarte bastará con una llamada, pero deberás ganarte ese tiquete, porque como bien sabes, nada es gratis en la vida —mordí su lóbulo dejando un pecaminoso beso en su cuello y regresé a mi alcoba con la caja antes de que ella pudiera arrastrar su mano en mi cuerpo. (…) Toda la noche y al día siguiente estuve leyendo uno a uno los folders empapándome de cientos de datos fascinantes de la vida de ellos, sin embargo, hubo varios términos que no eran de mi dominio, pero a mi favor, tenía a un experto en la materia que podría guiarme en dicho mundo, así que hice una llamada a Marc quien despejó todas mis dudas dándome a entender mucho más de lo que imaginé y, asimismo, llamé a Bells para que me guiara en el campo legal. Supongo que es una suerte que cada uno tuviera una profesión diferente. En la mañana del segundo día me levanté temprano haciendo ejercicio un par de horas con ayuda de Abbie, me arreglé y salí a la “city” de Londres, un distrito financiero donde cada día eran movidos miles de millones y también el lugar donde trabajaban muchos de la lista, pero hoy en particular, mi visita estaría dirigida a una investigación y antes de mediodía al Banco de Inversiones, donde logré adentrarme exitosamente como mensajero sin necesidad de mostrar identificación alguna. Llegué al último piso encontrándome con la asistente, una hermosa rubia de piernas largas quien al parecer tenía un pésimo día, pero que bien pude arreglarlo con labia y solicitándole un café como excusa para escabullirme en la oficina del Grosver, quien apareció a los quince minutos mientras yo veía la panorámica londinense desde su oficina con un vaso de whisky de su mini bar. —¿Quién diablos eres y qué haces aquí? —No se moleste en llamar a seguridad y menos a su asistente, ella no sabe que estoy aquí —di media vuelta con semblante adusto dando un trago. —pero a usted sí le interesa que esté aquí. —¿Y por qué debería importarme una escoria como tú? —Porque yo soy la persona que le colocó la correa a su esposa y también soy el mismo que puede sacarlo de ciertos problemas legales de los cuales su abogado le informará en una hora, pero no solo eso, sino que también tengo algo que podría interesarle. Saqué un sobre de mi campera extendiéndola hasta él quien la recibió de mala gana conteniendo las ganas de asesinarme con sus propias manos, ganas que parecían desvanecerse a medida que veía el contenido. —¿Pretende chantajearme con esto? —No Grosver, pretendo llegar a un acuerdo donde ambos nos veríamos beneficiados, pero todo depende de usted, si se rehúsa a esto entonces se verá muy mal en los periódicos y créame cuando le digo que ellos anhelan despedazarlo. —Tienes diez minutos para convencerme antes de que le anexe otro delito a mi historial. —Me bastará con tres —contesté arrogante. Londres sin duda será fascinante…
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