46. FIN DE LA TRAVESÍA

2409 Words
Oz Salir de ese lugar no fue fácil, así como tampoco lo fue el soportar todo lo que me hicieron, perdí el conocimiento en más de una ocasión y llegaba a soñar que ella llegaba por mí, pero cuando despertaba dándome cuenta que seguía en ese sitio deseaba que no lo hiciera, no soportaría verla herida y menos ver su rostro al apreciar mis heridas abiertas. Hace un par de noches Ben estuvo a punto de matarme, de tantos golpes que me habían propinado junto a las alucinaciones producidas con ayuda de mis voces, imaginé nuevamente a mi pequeña llegando por mí, sin embargo, de todo lo que lograba ver lo único que sí era verdad eran los hombres con atuendo militar n***o y el rostro de José, quien había logrado encontrarme con ayuda de Borson. Tiempo atrás le hablé de él en caso de que llegara a pasarme algo y así pudiesen encontrar la cura para Rag entre ambos, según me dijo, estuvieron hablando y esa sanguijuela le dio una lista de lugares en donde podía estar el idiota de Ben, así que estuvo buscando en secreto para que Rag no se angustiara de nada hasta que logró dar conmigo a tiempo y me sacó de esa ratonera. Lo bueno es que tenía energía suficiente para decirle que me llevara con Borson, quien me recibió y permitió que cerrara mis heridas en su refugio, me quedé un par de días en lo que lograba recuperar algo de energía y a José le pedí que no dijera nada a nadie, no quería que me buscaran en ese lugar, él comprendió y por lo visto cumplió su palabra ya que mi pequeña no ha hecho reclamo alguno. Tenerla ahora frente a mí con mi camisa puesta era una imagen exquisita, más al tener esa expresión tan seria y concentrada mientras limpia mis heridas y arregla los puntos de otras... Sería excitante tenerla en mi consultorio o en el quirófano, unas gafas la harían ver muy sexy considerando este ángulo. —Sea lo que sea que estés pensando será mejor que espere, estás muy lastimado y terminarías abriendo tus heridas. —Me encanta cuando lees mis pensamientos. —No lo hago, pero aprendí a leer tus expresiones. Respiro profundo para disipar esas ideas y evitar una erección frente a ella, por mucho que la desee sé que eso no pasará de mi mente. —Cuando te sientas mejor le diré a Lucy que se encargue de ti o podemos buscar a alguien más. —Tengo algo mejor en mente mi pequeña —lancé impúdico. —Será para después, ya te dije que puedes abrir los puntos. —Qué aguafiestas —lanza una mirada inquisitiva que mueve hasta la última célula de mi ser. —Ya terminé, vamos al baño para ayudarte a duchar y luego vendaré las heridas. —Yo me haré cargo de eso solo. —Conozco tu cuerpo Oz, no hay nada que puedas ocultarme. —No se trata de eso, déjame hacerlo por mi cuenta, mejor pide que nos traigan algo de comer. Ella se levanta de su puesto, acerca su rostro al mío y acomoda una mano en el brazo de la silla y la otra en mi barbilla con una sensualidad que me enciende. —No te librarás de mí tan fácilmente, así que entras a la ducha conmigo y me dejas terminar mi trabajo, o haremos esto a las malas y la tortura será peor para ti. Maldita voz de mujer tan seductora, sé que le enseñé a actuar, pero ese erotismo aún no era parte del programa ¿Dónde aprendió a ser así? ¿acaso sería con Livi? —Rag, será mejor que te detengas y hagas lo que te digo. —¿Y si no lo hago? —respiro profundo tratando de controlar mis demonios. Esa combinación fue mortal para mí, su altivez y descaro tan propias de ella son magníficamente excitantes. —Entonces dejaré de dormir contigo. Su victoriosa sonrisa fue maquiavélica y ahora temo por las siguientes palabras. —No lo harás, así duermas en otra alcoba nos vamos a escabullir para llegar al cuerpo del otro porque nos necesitamos, nos queremos y nos atraemos como la gravedad. Así que deja tus estupideces, espérame en la ducha y no te atrevas a asegurar la puerta o usaré mi arma —…ya caí en su red. Siento la oscuridad emerger de mí y tomo su cuello con la fuerza suficiente, ella no se asusta ni muestra dolor o debilidad, al contrario, esa seductora altivez se aviva más en ella. Toma la navaja que tenía en la mesa de al lado y coloca la punta bajo mi mano, su sonrisa se amplía al sentir que presiono un poco más, baja la navaja repasándola por su piel, presiona sin llegar todavía a lastimarse y abre la tela exponiendo un poco su pecho. —No lo hagas Rag. —Sigue, me encanta que supliques. Suelto su cuello a la vez que libero el aire que tenía retenido y ella aleja el filo de su cuerpo. —Está bien, solo dame unos minutos a solas y estaré contigo. —¿Los quieres al principio o al final? ¡Maldito cambio de tono! ¿¡Ahora le da por ser dulce e inocente!? Esta pequeña me va a enloquecer, creo que mejor le hubiese dicho a Ben que me metiera un tiro en la sien. —Al final, pero no podrás bañarte conmigo y eso no tiene discusión —ella gira sus ojos y suelta un resoplido. —Bien, iré por el desayuno, no te bañes sin mí. Deja un beso en mi mejilla y sale de la habitación solo con mi camisa puesta mientras juega en su mano con la navaja. —¿En qué diablos estaba pensando cuando decidí dejarla entrar a mi vida? Digo en voz alta y río como loco por toda la situación. Veo la erección tan prominente en mi pantalón y repaso mis manos en la cara tomando un profundo respiro, logrando así calmarme un poco. Ya más tranquilo, me voy al baño para retirar las prendas que me quedan, pero esa maldita erección no logra desaparecer, así que entro en la ducha y abro rápidamente la llave del agua fría, es horrible el choque térmico, pero al menos me ayuda a bajar esta calentura en mi cuerpo, menos mal que todavía tiene el aspecto de una niña o esto habría ido más lejos. Al cabo de unos minutos salgo de la ducha, se me hizo extraño que no volviera rápido a la habitación cuando estaba tan decidida a bañarme, aunque es mejor así. Visto una sudadera y un bóxer (para evitar otro inconveniente) y salgo del baño, pero no está en la habitación, ni siquiera ha traído el desayuno. Salgo a buscarla cuando escucho unas voces en la sala que llaman mi atención, logro verla todavía con mi camisa puesta y juega con la navaja en su mano, los hermanos tienen un sonrojo en sus rostros y Marcus está recriminándole por caminar por toda la casa vistiendo de esa manera, inesperadamente da un giro hacia donde estoy yo y lanza la navaja dándole a la pared, solo a unos centímetros de mi rostro, tomo el arma e ingreso con los demás quienes me ven atónitos, en especial por las heridas que están expuestas en mi torso. —Oz —apenas y dijo Marc en un murmuro. Me acerco más a ellos quedando al lado de mi pequeña, acaricio su cabello y ella rodea mi cintura con sus brazos, siempre teniendo cuidado de no hacer mucha presión, pero igual asegurándose que cada centímetro de su piel se una a la mía. —No hagamos un drama de esto Marc, lo hecho, hecho está y sigo con vida —él asiente con su cabeza repasando mis heridas con la mirada. —Llamaré a un médico para que venga a atenderte. —No hace falta, tengo una excelente doctora a mi disposición, cerró y limpió bien cada herida, una alumna ejemplar —digo con orgullo y los dos encontramos la complicidad en nuestras miradas. —Mejor vamos a desayunar, me dejaste esperando y llevo varios días sin comer —reclamo a mi pequeña. —No es mi culpa, iba directo a la cocina para ver si ya estaba listo el desayuno y ellos me abordaron, no querían dejarme ir porque tenía tu camisa puesta. —Ragnar no puedes estar caminando así por toda la casa ¿qué no entiendes? —reclama Marc. —Y no solo Marcus, Adler y Ares también me regañaron, dicen que las niñas no deben vestir de esa forma y menos con hombres presentes —entrecerré mis ojos a sabiendas de lo que se vendría. —Es la verdad Rag, no debes estar así, aquí nos conocemos entre todos pero no por eso puedes ser tan confiada, tu cuerpo es importante y no deberías exponerlo de esa manera —qué pudiente salió Adler. —Dejen de molestarla por una camisa y mejor busquen un terapeuta trío de depravados que esos pensamientos y reclamos no están muy bien vistos, menos considerando que se trata de una niña. —¿De verdad hago mal en estar así Oz? Amo a esta pequeña y sus actuaciones, sobre todo cuando activa ese lado inocente con su dulce voz como ahora. —Claro que no pequeña, no escuches a estos degenerados —acaricio su cabello con ternura para después observar inquisitivo a Marc. —Me decepcionas Marcus, creo que hablaré después con Livi sobre esos pensamientos tuyos. Y en cuanto a ustedes dos —digo mirando con profundo odio a los hermanos. —Si me llego a enterar que se aprovechan de ella les irá muy mal. Tomo la mano de Rag y salimos rumbo a la cocina, de reojo veo que ella se gira y les hace una cara de altivez acompañada de una sonrisa triunfal. —¡¿Acaso no ves lo que hace?! ¡Te está manipulando Oz! —reclama Ares. Bajo la mirada hacia ella quien me regala un rostro de inocencia digno de un globo de oro, me hace sentir tan orgulloso. —Ella no ha hecho nada, mejor busquen un terapeuta, manada de pervertidos. Vamos Rag, no vaya a ser que les dé por tirarse sobre ti y ahí sí tendremos serios problemas. Dejamos a esos tres con unas caras de idiotas dignas de una foto, nos vamos rápidamente a la cocina y reímos hilarantes por nuestra travesura. Cuando al fin nos calmamos, sabemos que otra vez somos esos cómplices demenciales, acuno su mano entre las mías dejando un beso en su dorso y su mirada ilusoria pinta de luz mi día y mi vida. Luego de eso mi pequeña y yo hicimos el desayuno para todos, servimos y nos sentamos en el comedor, Rag me dio la cabecera mientras ella y los demás se acomodaron a mi lado, la pasamos bien entre risas, de nuevo era esa pequeña feliz del viaje, aunque en su mirada puedo notar que su oscuridad se ha extendido. (...) Rag había insistido en que saliéramos ese día, así que nos arreglamos y preparamos el auto para ir los cinco juntos, según me dijo ella, había despachado a su personal para que estuvieran estos días con sus familias y fue entonces cuando caí en cuenta que era navidad, la primera que pasaríamos sin la familia. Hice algunas llamadas, arreglé algunos planes y dejé preparada toda una sorpresa para después, así que ese día nos fuimos a disfrutar de una salida por Londres, todos conocíamos esos famosos y turísticos lugares, pero Rag había preparado algunos planes rápidamente. Primero caminamos por varias calles de la ciudad para despejarnos un poco, procurábamos ir por lugares lo menos concurridos posibles para que ella no estuviera incómoda. Al mediodía volvimos al auto y nos dirigimos a Elephant and Castle donde entramos a un restaurante latino para almorzar, todo fue delicioso y con un sabor bastante hogareño, aunque sea de otro país se puede apreciar esto. Ella, como era de esperarse, no desperdició la oportunidad para hacer que esos tres le compraran algún dulce después del almuerzo, e incluso fuimos a una heladería porque ella tuvo antojo de comer helado, estuvimos preguntando, nos recomendaron una gelatería cerca de la zona y en cuanto llegamos, se acercó al mostrador para pedir crepes con tres sabores de helado diferentes, salsa, banano, fresa, pistacho y crema batida. Los Müller quedaron sorprendidos al ver esa energía con la cual se comía sus dulces y más el helado, Marcus se veía un poco preocupado al ver la cantidad de azúcar que consumía; aunque ella siempre le decía que estaba bien. Por mi lado me deleitaba viendo el sonrojo en su rostro, después de lo que pasé en estos días sentía más aprecio por el tiempo a su lado. Ya para el atardecer nos fuimos al hangar por orden de ella, un avión estaba listo para los hermanos quienes serían trasladados de nuevo a Alemania con su familia y se despidieron quedando en buenos términos con Marcus, no sé qué tanto habrá pasado o qué habrán hablado, pero al parecer todo está en paz con ellos. Con mi pequeña si fue diferente la situación, Adler le dio su mano para despedirse formalmente de ella, pero Rag la tomó para hacer que se inclinara un poco y dejó un beso en su mejilla. —Nos vemos pronto Rabbit —dijo con inocencia. —Nos vemos pronto Alice —respondió Adler con un brillo en su mirar que reconocía perfectamente. Fue con Ares haciendo lo mismo, aunque su forma de mirarla era diferente, incluso me recordó un poco a Trav. —Cuídate Kätzchen y no te metas en problemas sin nosotros. —Haré lo que pueda pero no prometo nada, igual recuerden que pueden contar conmigo para lo que necesiten, no solo como socia, sino también como una amiga. Ellos se fueron muy felices, pero antes de eso intercambiaron unos regalos con Rag y luego los vimos subir para marcharse de vuelta a su país. Rag y Marc estaban a punto de irse cuando un helicóptero va aterrizando en el lugar, estos se quedan un poco extrañados, pero en cuanto tienen todo listo y nos dan la señal, les digo que subamos para mostrarles mi sorpresa, una la cual sabía perfectamente los dejaría sin palabras.
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