67. NO ESTÁS SOLO

2212 Words
Oz Estamos en primavera, ahora Travis tiene cinco meses los cuales han sido una montaña rusa de aventuras, emociones y migrañas incontrolables las cuales no dan rienda suelta a mis voces torturándome cada maldito día sin parar a raíz de los gastos médicos; más lo que implica mantener a un bebé, prácticamente mi salario se va todo en él, en ocasiones he tomado horas extras en el hospital, a veces hago trabajos universitarios a otros estudiantes y he traficado diversas cosas, todo para conseguir un poco de dinero extra. Lo primero no me molesta hacerlo, lo segundo es engorroso y lo último tiene sus ventajas y desventajas, todo depende de lo que tenga que traficar, el destino al cual deba dirigirme y su consumidor final, esto me ha costado algunas peleas porque nunca falta el imbécil que quiere hacerse el listo conmigo para no pagar, pero desgraciadamente necesito el jodido dinero y buscar otro empleo es imposible para mí ya que debo estar en la universidad, responder por mis trabajos y cuidar de Travis. ¿Puedo decir que al final del día vale la pena todo lo que hago, las golpizas que me he ganado, las migrañas interminables, las horas de insomnio y las pocas horas de sexo que tengo las cuales gracias a Raquel todavía es posible disfrutarlas? Bueno… cuando llego a casa y encuentro a Trav durmiendo tranquilamente en su cuna, en los brazos de Clyde o en la cama junto a Livi… maldita sea, ese niño lo vale todo. Hoy era uno de esos interminables días en los que cada hora fue una mierda peor a la anterior, pero ahora que por fin es la una de la madrugada y he llegado a casa, lo primero que hago es buscar a Travis en mi alcoba encontrándolo profundamente dormido, al menos algo que le agradezco inmensamente a mi hijo es que a diferencia de otros bebés una vez cierra los ojos no vuelve a abrirlos en horas, sí despierta un par de veces en la noche, pero por lo general es a la misma hora y para las mismas cosas, dos comidas y un cambio de pañal, esto, porque desde el día uno estuve programando su cuerpo para que se adaptara rápidamente a las horas de comer y los cambios de pañal. Independientemente de esto me encantaba estar con él las pocas horas que tenía libres, incluso los minutos los aprovechaba como si fuesen el último respiro para mí, otra ventaja que sea de sueño pesado es que podía cargarlo igual que hago ahora y lo dejaba durmiendo en mi pecho mientras yo estaba en la cama o la mecedora que arregló Clyde, un obsequio que le dio una mujer de la iglesia según me dijo y que él arregló y pintó para nosotros. Con Travis tenía el mismo ritual, acomodarlo en mi pecho, sentarme o acostarme en algún rincón de mi habitación perdiendo la mirada en su espalda que subía y baja delicadamente dándome indicios de que seguía a mi lado, a veces movía un poco su cara y tomaba con fuerza mi pecho o la prenda que tuviera como diciéndome que estaba en el mejor lugar del mundo, pese a ignorar el hecho de que estaba sobre la escoria malviviente que tenía de padre. En ocasiones como hoy que las voces más carcomían mi existencia, era inevitable pensar que lo mejor es entregarlo a una familia que pueda darle tiempo, amor, una excelente educación y sobre todo, que no tengan una enfermedad jodiendo sus cabezas constantemente, sé que así él tendría lo que realmente se merece al ser alguien bueno y puro, pero entonces viene mi contraparte atacando esas ideas siendo el puto egoísmo el primero de ellos, porque sí, estoy aferrado a su existencia como una sanguijuela negándome al hecho de entregarlo a unos desconocidos. Casi instantáneamente, aparece el segundo punto que tiene que ver con su diagnóstico médico, motivo por el cual ahora me reviento más la cabeza en la universidad para avanzar en mis estudios, obtener reconocimiento de los maestros y así conseguir un puesto alto que me permita entrar a los grupos de investigación avanzada con los mejores de Princeton. Cada que pienso en las líneas que me entregaron aquella vez y el rostro del doctor confirmando esas letras, mi ira y dolor reviven contra Madison, deseé buscarla muchas veces, torturarla y asesinarla por lo que hizo, pero Clyde y su maldita parla evitan que lo haga al recordarme que si llegan a encarcelarme, entonces sería la vida de mi hijo la que podría perder y al final no habría valido la pena vengarme. —Creí que llegarías más tarde. Clyde aparece en la puerta sacándome de mis tórridos pensamientos, ingresa a la habitación sentándose a mi lado y dejando una sutil caricia en la espalda de Travis quien no se inmuta para nada. —Así sería, pero aceleré un poco el trabajo para terminar antes con todo —respondí agotado. —¿Por qué no me dejas ayudarte Oz? —Viejo no quiero tener esta discusión otra vez y menos cuando estoy muerto del agotamiento. —Me encantaría que fuera en otro momento, pero son pocas las veces que estás en casa. —Conoces los motivos. —Y por esos mismos motivos te pido que me dejes ayudarte. —Ya haces bastante al cuidar de él sin cobrarme nada al igual que Livi —ladea una sonrisa negando con su cabeza. —Sería estúpido hacerlo cuando se trata de nuestra familia. —Viejo, no empecemos por favor. —Debo hacerlo Oz porque cada día te estás desgastando más y eso no está bien. —¿Y qué quieres que haga? Travis no es tu hijo y por ende, tampoco tu responsabilidad. Me encantaría gritarle de la misma forma en que mis voces me gritan ahora mismo, pero lo que menos quiero es que Trav despierte, igual tampoco tengo la fuerza física para confrontarlo como quisiera. —¿Cuándo comprenderás que no estás solo? —El día que tú comprendas que debo hacer hasta lo imposible para que él siga con nosotros. —Ese día ya pasó, pero no te veo haciendo tu parte. Iba a responderle cuando en ese momento mi pequeño va despertando para tomar el biberón, estuve a punto de levantarme pero él me hace una señal para que no lo haga y en vez de eso va él regresando a los cinco minutos con todo listo, acomodé a Trav en mis brazos y le di de comer mientras él me veía un poco adormilado… definitivamente esta imagen lo vale todo. —Desde que me diste la noticia de que él vendría al mundo, estuve dispuesto a hacer lo que sea también por ese niño y quiero que confíes un poco más en mí Oz. —¿Acaso lo que he hecho no es suficiente muestra de confianza? Antes creo que estoy abusando. —No lo haces hijo, al menos tú cuentas con un apoyo ¿Sabes cuántos quisieran tener esa ventaja en este momento? —Clyde, sabes que el chantaje no funciona conmigo. —No, pero decirte las verdades sí funciona y es justo lo que hago. Quedamos unos minutos en silencio mirando al manojo de inocencia que se devora la leche a toda velocidad y una vez termina le saco los gases, creí que se dormiría enseguida, pero en vez de eso quedó con sus ojos muy abiertos observándonos como si fuera hora de jugar, algo que rara vez puedo hacer con él. —Si me dejaras ayudarte tendrías más tiempo con él —sentencia como si hubiese leído mis pensamientos. —Y si no hago lo que debo hacer, entonces quizás él no tenga un mañana. —¿Ya tienes la solución a todos sus problemas? —pregunta inquisitivo y chasqueo mi lengua. —No, debo esperar al menos dos años más para entrar al grupo de investigación suponiendo que pueda mantener mis calificaciones. —¿Y Travis tiene dos años? El fastidio y la impotencia fue evidente en mi rostro porque él sabe tan bien como yo la respuesta, si Travis no comienza algún tratamiento pronto, será imposible salvar su vida y la próxima vez que lo vea será un maldito cajón de sesenta centímetros, lo que más me jode es que la sola idea me hace llorar frente a ellos. Mi pequeño no comprende la situación que lo abarca desde su nacimiento, pero al verme llorar de esta forma, siempre se queda mirándome haciendo un puchero muy triste que me fractura el corazón en mil pedazos y se pone peor cuando coloca sus manos en mis mejillas queriendo eliminar inocentemente mi dolor igual que ahora. Sin embargo, mi respuesta es tan automática como la suya, pues siempre tomo una de sus manos dejando algunos besos y lo abrazo tan fuerte como puedo embriagándome de su aroma, mientras la calidez de su rostro se expande en mi hombro y cuello, dejo otro beso en su cabello provocando que él entierre sus pequeñas uñas en mi piel, no reniego de su acto pese a doler un poco pues me hace sentir más vivo su aprehensión en mi cuerpo. —Sé que tu hijo lo es todo para ti Oz —diviso a Clyde nuevamente. —por eso quiero que me dejes ayudarte con los gastos, enfócate en avanzar con tus estudios, haz lo que tengas que hacer para obtener lo que necesitas y así salvar su vida, porque ambos sabemos que Travis debe empezar el tratamiento cuanto antes. —Viejo, es difícil, pero debo hacerlo por nosotros. —Y eso me parece excelente, pero déjame ayudarlos porque no estoy dispuesto a enterrar a nadie más de mi familia Oz —plantó con firmeza. —la siguiente persona que debe estar tres metros bajo tierra debo ser yo y solo cuando me asegure que ustedes seis tienen una vida estable. Odiaba sentirme entre la espada y la pared, pero odiaba más darle la razón a ese malnacido de Clyde, especialmente cuando se trataba de cosas tan importantes y la vida de mi hijo estaba por encima de cualquier cosa o persona para mí. —Si accedo a lo que me pides, entonces quiero que los dos llevemos una contabilidad de todo y una vez tenga más tiempo o un mejor salario te pagaré todo con intereses. —No Oz. —Es la única manera que acepte Clyde porque no quiero nada regalado, sabes bien cómo soy —reiteré tajante. —Entonces te hago una contrapropuesta, hagamos la contabilidad de todo, pero me dejarás ayudarte en todo lo que sea necesario para que puedas tener tiempo para Travis y para ti, sin renegarme nada… —¿Cómo no voy a renegar si a veces te has pasado de listo conmigo? —interrumpí abruptamente. —¡Me importa un carajo, esas son mis condiciones! Ahora, lo que me darás a cambio no será ese capital, sino que tienes que entregarme un diagnóstico positivo para Travis y atenderás a toda la familia sin excepciones hasta el último día de tu vida. —¿Y se supone que soy yo quien debe estar en un jodido manicomio? —pregunté desconcertado ante la desfachatez que decía Clyde. —Tú colocaste tus condiciones, pero yo tengo las mías y a este punto de mi vida lo que menos me importa es el dinero, así que tú escoges, solo recuerda quién será el beneficiado al final. Maldito hijo de perra, juro que algún día me las pagará ese infeliz por aprovecharse de esta forma y vaya que me lo cobraré también con intereses. —De acuerdo, acepto tu puto trato, no renegaré por nada siempre y cuando las cuentas estén transparentes y seré el médico de cabecera de toda la familia sin excepciones, pero no le tenderé la mano a ningún infeliz que esté por fuera de esta —ladea victorioso su jodida sonrisa de mierda que me da ganas de partirle la cara. —Ya deja de mirarme así que hoy no me asesinarás, no mientras dependas de mí —soltó jocoso. —Antes agradece que tengo a Travis en mis brazos o ya lo habría hecho. —No seas mentiroso que no lo harías. —¿Quieres apostar contra mí? —se inclina amenazante sin abandonar su semblante de sabelotodo. —Te conozco lo suficiente para saber que no lo harás —respondió con total seguridad. —Ahora, pásame a Travis y ve a darte un baño, calentaremos tu comida. Dejé que ese par se fueran e hice lo que el viejo me indicó obteniendo un poco de tranquilidad, luego de vestirme fui al comedor donde estaban los dos muy felices, Clyde haciéndole caras graciosas a Trav mientras le decía muchas cosas que él no entendía, pero que igual le sacaban una sonrisa que me contagiaba por lo bajo. —Viejo, si hago este acuerdo debes comprender que mis tiempos no cambiarán demasiado —era obvio que su expresión de alegría se vería opacada por eso. —¿De qué estás hablando? —Lo que escuchaste, aun cuando quieras darme más tiempo para estar con él, debo tomarlo para salvarlo, lo que tiene Travis no es cualquier cosa y no será fácil de eliminar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD