41. ERES MI HIJA

1677 Words
Ragnar —¿Marcus? —¿Marcus? ¿esa es la manera de saludar a tu padre jovencita? —No hagamos un drama de esto, si llamas ahora es por algo y ninguno de los dos es un tonto o primerizo. —Entonces explícame por qué pareciera que soy el único idiota aquí Ragnar, lo último que supe de ustedes es que llegaron a Londres para hablar con Oliver y luego me entero de que mi hija estuvo a punto de morir por culpa de ese mal nacido, nadie quería hablar y para colmo tenemos a los alemanes contra nosotros —entonces no sabe lo de la violación. —¿Ese es todo tu reclamo? Porque si es así… —¿Por qué no me dijiste nada Ragnar? Soy tu padre, no un imbécil pintado en la pared. ¿Acaso tienes la más mínima idea de lo que sentí cuando me dieron el pésame o cuando me narraron cómo te violó ese mal nacido? —muerdo mi labio empuñando mi mano con fuerza. Ese maldito me las pagará. —Ya me estoy haciendo cargo de todo Marcus y si lo que querías era llamarme para desahogarte, entonces mejor habla con Livi porque bien sabes que no sirvo para esto. Sé que no debería responderle así, pero ya estaba fastidiada con todo. —Ragnar será mejor que no te atrevas a colgarme o tendrás muchos problemas. —Entonces ve al punto de esta llamada porque no tengo tiempo que perder. Escucho que abren la puerta y al girarme veo a Marcus quien está furioso, su ceño está muy fruncido y huele mucho a tabaco. Maldición esto no es bueno, él solo fuma cuando las cosas están demasiado mal. Se acerca en lo que ambos colgamos la llamada, mi mirada se mantiene fría y él queda a solo dos pasos de mí, entonces se sienta en la silla a mi lado quedando a mi altura y me atrae a él en un abrazo muy fuerte que me descoloca en gran medida. Es extraño todo esto, esperaba muchas cosas, pero no un abrazo de él. Lo siento esconder su rostro en mi cuello y me aprisiona más en sus brazos dejando suaves caricias en mi cabello, aunque son sus sollozos los que más me desconciertan y siento algo raro en mi pecho, no me gusta esta sensación, pero tampoco puedo explicarla o comprenderla del todo. —¿Por qué lloras? —pregunto intentando ocultar mi desconcierto. Su abrazo se hace un poco más fuerte y de no ser porque estoy acostumbrada a muchas cosas, llegaría a ser doloroso, él se separa un poco para dejar un beso en mi frente y limpia su rostro sin que me deje verlo, cuando se aleja veo una profunda mirada acompañada de unas ojeras marcadas. —Ragnar ¿cómo te hago entender que eres mi hija? —frunzo bastante mi ceño al no poder comprender esa pregunta ¿A dónde quiere llegar? —Eres mi pequeñita, mi niña, mi hija, así no compartamos la sangre lo eres y por ese solo hecho me duele todo lo que pase contigo, cuando escuché lo que me dijeron en esa llamada me olvidé de todo y casi termino asesinando a quien no debo. —Marcus. Él niega con su cabeza sin dejar de verme para que guarde silencio, su rostro de enojo no ha cambiado, pero sé que hay más. —Eres mi vida Ragnar, tú y tus hermanos lo son todo para mí, esta familia lo es todo para mí y si a uno le pasa algo malo a mí me duele, pero saber que te violaron porque quisiste aceptar un maldito contrato con Oliver y que en medio de eso te quisiera asesinar con un veneno creado por Müller… eso fue demasiado para mí. —Debía terminar con esto, amenazó a la familia, quiso matar a Oz en esta misma casa junto a mis hombres e incluso estaba dispuesto a desatar una guerra en este país. —¡ME IMPORTA UNA MIERDA ESTE PUTO PAÍS RAGNAR JHONSON! Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo al escucharlo gritar, jamás se había atrevido a hacerlo, tragué saliva con dificultad y traté de mantener la compostura, era extraño todo esto que sentía. —¡Eres MI HIJA! por mí este maldito continente puede arder en el infierno si es necesario, pero nadie toca a mi familia y menos a mis hijos, así tuviera que meterle una bala en el cráneo a ese infeliz lo hubiese hecho, ¿pero que mi hija de casi once años se entregara a él de esa forma? Eso nunca lo voy a aceptar. —Hice lo necesario para proteger a la familia Marcus y no me arrepiento de nada, no digo que me gustó porque no fue así, pero si me hubiesen dicho que caminara sobre lava para salvarlos lo habría hecho. —¿Acaso no consideras lo que nosotros sentimos por ti? ¿Cómo se sentiría Livi, tus hermanos, Benji, incluso Oz? Todos te amamos Ragnar, eres importante para esta familia y nada está justificado para que aceptaras algo que atente contra tu vida o tu integridad. —Es mi decisión Marcus y yo soy la única que puede tomar decisiones sobre mi vida y mi cuerpo. —No cuando esas decisiones van a afectarte negativamente ¿o acaso me vas a decir que no recordaste esos años en aquel lugar cuando él estuvo contigo? Vamos, dime que no lo recordaste, dime que no te sentiste asqueada, dime que no tuviste que bañarte muchas veces tratando de quitar esa sensación de tu piel ¡Dímelo Ragnar, dímelo! Mis manos estaban empuñadas con tanta fuerza que sentía cómo atravesaba la carne con mis uñas, respirar era difícil a medida que él hablaba e incluso sentía el sabor de la sangre en mi boca por la mordida que le daba a mi labio. Unas gruesas lágrimas comenzaron a brotar sin mi permiso al recordar todo con lo que él me decía, no tenía manera de negarlo porque así me había sentido y eso había hecho. Él coloca sus manos en mis mejillas y con sus pulgares limpia mi rostro, entonces suaviza el suyo y me abraza nuevamente, mis manos siguen empuñadas, no puedo responder ese gesto, pero él me abraza con más fuerza como si comprendiera cada cosa que pasa en mí aun cuando yo no pueda. —A esto me refiero hija, tú piensas que hiciste un bien por tu familia y sé que así fue, pero no era la forma porque eres tú quien sale herida, en cambio es mejor cuando lo hago yo por ustedes porque soy su padre y me pondría sobre un tren con tal de salvarlos, pero nunca dejaría a mis hijos en el matadero. —No quería que los lastimara o que asesinara a Oz. —Lo sé mi amor, pero tampoco debió tocarte, nadie debe hacerlo sin tu consentimiento y solo debe pasar porque te sientas segura con esa persona. ¿Segura? Jamás me sentí segura con nadie cuando me tocaban, jamás supe lo que era eso hasta que los conocí a ellos y a aquellas personas en el pueblo, pero quizás… sí, sí hay alguien que me haga sentir segura como para entregarme. —No sé si te ha dicho algo hasta ahora, pero Oz no la está pasando bien, desde que se enteró de todo ha sufrido en silencio y por eso ha hecho tanto en estos días para salvarte. Me separo de él mirándolo a los ojos un poco confundida ¿Acaso pasó algo más que no me ha dicho? —¿De qué hablas? —Oz debió hacer muchas cosas en estos días para salvarte Rag, desde aquella noche que fue a buscarte al hotel hasta el día de hoy ha acumulado muchas deudas, cobró favores, pero también ganó deudas. —¿Cómo sabes todo esto? Él no ha dicho nada. —Es mi hermano Ragnar y aunque soy un tonto sentimental hasta los cimientos como siempre dice él, no soy un idiota y siempre tengo mis maneras de averiguar las cosas, además de que lo conozco lo suficiente para saber cómo se siente. —Dime lo que hizo por favor. —No hace falta decirlo pequeña. Escucho la voz de él y me giro encontrándolo en la puerta bastante serio, ingresa, sirve su whisky y se coloca al lado de nosotros dando un trago a su bebida. —¿Qué hiciste Oz? ¡Dímelo! —Lo mismo que tú, hice lo que tenía que hacer para mantener a salvo a la persona que me importa. —Sin evasivas Oz, dímelo. Él me sonríe de lado, pero es una sonrisa más apagada, melancólica, acaricia mi mejilla como suele hacer y entonces una sensación de vacío se aloja en mi estómago hasta el punto de producirme náuseas. —Es mi deuda Ragnar y si tú actuaste por tu cuenta para hacer lo que hiciste con Wilkinson, entiende que ahora yo actué en silencio para salvarte. —¿Qué hiciste? —mi voz era más apagada, me sentía mareada. —Desapareceré un par de días, espero que me disculpes por hacer esta interrupción en nuestro viaje, pero no podía dejarte sola y confío en Marcus para que cuide de ti en mi ausencia. Negaba con mi cabeza en silencio viéndolo con toda esta avalancha de emociones que no lograba comprender, a la vez que mis voces vociferaban miles de cosas inentendibles. No sé por qué en mi cuerpo sabía lo que ocurriría, es como si lo viera pasar en un video intensificando más estas sensaciones. —Todo va a estar bien pequeña, solo serán un par de días, confía en mí. —No lo hagas, no te vayas —dije apenas en un murmuro pues mi voz se rehusaba a salir. —Debo hacerlo, ya no hay marcha atrás. De pronto la habitación da vueltas y todo se oscurece a mi alrededor con una última sensación en mi pecho... como si alguien apuñalara mi corazón.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD