176. DUDAS Y CONFIANZA

2405 Words
Un día antes de la llamada. Aguascalientes, México Marcus Tal vez no lo parecía, pero desde que salí de Boston he tenido los nervios hechos un nudo, no sabía si él daría con Mara o si yo regresaría con vida, lo peor es que tampoco pude avisar a nadie de mi paradero siendo lo primero que me advirtió Oz, pero con Valencia sobre mí junto a los otros hombres que viajaron con nosotros no tuve un minuto a solas. Lo otro que me tenía de malas era la discusión que tenía Valencia con el líder del cartel en Aguascalientes, el sujeto no hacía más que reclamarle por la mercancía, el dinero y de vez en cuando se quejaba porque Cobbs no le había dado la cara sino que envió a un imbécil a hacer su trabajo y lo peor es que tenía razón, pues no quería hacer nada de esto, no tenía ni idea de qué hacer, además que Valencia me ordenó no intervenir al saber que no tenía experiencia, pero las cosas se dificultaban y el sujeto parecía tener más ganas de meternos un tiro cuanto antes. —¿Qué ocurre? —pregunté a Valencia al verlo más preocupado que antes. —Este infeliz está loco, quiere que le demos un seguro por la mercancía y que paguemos diez millones en caso de que la roben en la frontera. —Es absurdo, ganaríamos menos de la mitad. —Lo sé, pero no se fía de nosotros y más porque Cobbs no le dio la cara por ir con los Milton —quedé en silencio analizando la situación. —Valencia… ¿En dónde se perpetran los ataques? —murmuré al alejarse Barragán en lo que veía un mapa del país. —A las afueras de Reynosa, esa es la ruta que tenemos y por lo general suelen atacar antes de llegar a El Morillo, que es donde espera el contacto para atravesarlo por el río Bravo. —¿En qué irá camuflada la mercancía esta vez? —Muebles para oficina, serán tres toneladas. —¿Podemos cambiarlas? —¿Qué estás planeando? —¿¡Qué pasa allá!? —preguntó Barragán. —¡Tengo una contraoferta para hacerle! —respondí en el acto. —No me interesa lo que tenga por decir un muerto. —Le convendría escucharme si quiere ganar esta vez, incluso podría ser el doble de lo pactado. —¿Qué mierda estás haciendo? —susurró Valencia con preocupación en lo que Barragán reía. —No tienes nada para mí y menos con los robos. —Perfecto, entonces podríamos dar por finalizado el contrato con ustedes y hablar con los colombianos, estoy seguro que van a querer escuchar lo que tengo por decir, incluso Los Zetas estarían interesados —su risa se detuvo. Hace unos meses escuché que él estaba en guerra con el Cartel de la Costa en Colombia a la par que Los Zetas (otro cartel en México) le estaban quitando territorio. —Le aseguro que mi oferta es muy buena, pero debe tomar una decisión de inmediato si quiere ganar lo que le ofrezco. —No sé quién seas ni me importa, pero si te metes con ellos no vivirás para contarlo. Creo que estar tanto tiempo a la sombra de Oz y Cobbs está transformando algo en mí que no me gusta, pero debo ser este sujeto si quiero sobrevivir. —Entonces escucha lo que tengo por decir y si al terminar de aclarar tus dudas sigues sin estar convencido, dejaré que nos asesines de una vez por todas. Hablé en el mismo tono de Oz cuando se muestra como el “alfa” ante todos… o al menos eso intenté. Barragán se quedó pensando mientras los otros que vinieron conmigo me veían con más ganas de asesinarme que el enemigo, pero no podía mostrarme intimidado por ninguno. Si algo me advirtió Oz el día que me aparté de Mara y Liam, es que debía mostrarme más seguro ante todos y poco a poco debía dejar mi marca si quería ganar este juego. —De acuerdo, te escucharé, pero si no me agrada el plan entonces los despediré en el acto. La siguiente hora me quedé explicándole en compañía de su mano derecha y Valencia en una oficina privada sobre el cambio de plan. Mi objetivo era dividir las tres toneladas en tres camiones, pero sacaríamos a tres más para despistar a los ladrones enviando todo por rutas diferentes, aunque esto implicaría un capital extra ya que nos meteríamos por Ciudad Juárez, territorio de otro cartel, pero hablaría con ellos para hacerles otra oferta dejándoles parte de la mercancía que a su vez trasladaríamos por su ruta. Barragán creía que perdería al hacer esto, pero la verdad no sería así ya que ganaríamos un capital extra con el cual no contaba y era mejor dejarles dicha mercancía a perderla toda sin ganar nada. Respondí varias preguntas que hizo en el camino y accedió al final a hacerlo, pero le advertí que no podía poner en aviso a sus hombres, sino que debía dejar que unos cuantos de los míos se encargaran de repartir la mercancía, de esa forma, yo sería el único en saber a dónde irían los camiones y viajaría junto a Valencia para hablar con el cartel en nombre de Cobbs y Barragán. —¿Estás seguro de poder hacerlo? —Créame cuando le digo que he sido testigo de que es posible lo imposible y si un psicópata fue capaz de lanzarse de un auto a otro a ciento cincuenta kilómetros por hora, sé que puedo hacerlo —pujó soltando una risa por lo bajo. —¿Cuáles son las garantías? —Si toda la mercancía vuelve a ser robada con esta estrategia, me comprometo a pagarle el doble de su valor. —Jhonson, no puedes hacer eso —riñó Valencia por lo bajo y levanté mi mano silenciándolo sin apartar la vista de Barragán. —Ya sabe lo que haré, ahora usted decidirá el destino de la mercancía, mi vida y la de mis hombres —retiré mi arma quitándole el seguro y la dejé sobre la mesa cerca de él. El silencio nos envolvió, Valencia esperaba el tiro en cualquier momento, Barragán y su mano derecha no se inmutaban y yo solo pensaba en Oz e Isma enfocándome en cómo estarían ante ellos de encontrarse haciendo esta negociación. —Tienes huevos, niño… —pronunció al fin. —De acuerdo, lo haremos de esa forma, pero quiero mi dinero enseguida si algo le pasa a la mercancía. —Así será, pero si todo sale de acuerdo al plan, deberá esperar una semana para recibir lo pactado teniendo como adelanto lo que ganemos en Ciudad Juárez. —Muy bien, así será —estrechamos firme las manos. —Espero que sepas lo que haces, Jhonson, o será tu fin. —No lo veo así, Barragán, creo que más bien es mi comienzo —temo tanto de mi vida cada vez que la voz de Oz emerge en mí… Nos pusimos manos a la obra y en dos horas tuvimos todo listo, arrancamos con los camiones y contactamos a nuestro hombre en Ciudad Juárez, ahora solo necesitaba la ayuda del diablo para salir con vida, pues parece que Dios me abandonó desde el día en que atravesó a Clift en mi camino. —¡Jhonson! —gritó Valencia quien venía en el camión de al lado. —¡Excelentes noticias! Tomé la nota que estiró por la ventana y sentí mi corazón detenerse al leer la información. (…) La noche llegó y con ello nosotros a la ciudad donde nos reunimos con el cartel, les expliqué cuál era mi plan y la oferta que les tenía logrando convencerlos, especialmente por la calidad de la mercancía que llevábamos. Hicimos la transferencia del dinero, informaron a su gente en Estados Unidos para que estuvieran al pendiente de nosotros y tomamos su ruta, pero ordené a Valencia que enviara a nuestros hombres por otro camino, ya que ellos debían tomar un avión hasta Boston en lo que nosotros dos continuaríamos a Las Cruces para dejar la mercancía vendida. Los minutos me fueron eternos al pensar que podían atraparnos en la frontera, así como también pensaba qué había ocurrido para que lograran encontrar a Mara, llamé a Oz para advertirle de la situación cuando hicimos una parada antes de llegar a Ciudad Juárez, pero ahora necesitaba que él me diera respuestas o una solución sobre cómo los sacaría nuevamente de las garras de Cobbs, pero el mayor dilema sería Liam al ser tan pequeño y más porque ya no estaba en el vientre de Mara. —Has estado muy serio desde que salimos de Aguascalientes. —¿Acaso estar metido en esta mierda es un motivo para estar feliz? —Eso depende de a quién le preguntes, pero creí que estarías irradiando felicidad al saber que encontraron a Mara y tu hijo —no dije nada para no quedar expuesto, pero la sola mención de ellos incrementó mi angustia. —Jhonson, sé que no somos cercanos, pero… —No me lo tomes a mal, Valencia, pero no sé qué pretendes y la verdad no confío en ninguno de ustedes, el hecho de que me ría de vez en cuando o intente ser amable no me ha traído mejores momentos en esta… vida… si es que se le puede decir así. —Sé de lo que hablas… —contestó sin apartar la vista de la carretera. —Yo tampoco pedí nada de esto en mi vida, pero a veces las cosas son como son y cuando sales como inmigrante buscando un mejor futuro para tu familia, muchas situaciones se pueden presentar en el camino. —¿Ahora te pondrás en mi lugar diciéndome que tienes una esposa e hijos? Porque me resultaría difícil de creer. —Aunque sea difícil, es verdad —contestó con gran tristeza. —Hace mucho que no los veo y llamo pocas veces al año, pero cada mes les envío dinero sin falta aun cuando sé que ella ya hizo su vida con otro hombre. —¿Por qué? —Porque comprendí que sería egoísta de mi parte hacerla esperar más, así que decidí dejarla ir, pero no quiere decir que me olvide de los dos hijos que tuve con ella… Sé que el dinero no resolverá nuestra separación, pero también sé que no les faltará nada. —¿Por qué me dices esto? —Porque sé cómo te sientes y apuesto lo que sea a que hubieras preferido que Mara nunca apareciera aun si no volvías a ver a tu hijo, suponiendo que ellos estuvieran mejor en aquel lugar que en manos de Cobbs. Odio este tipo de situaciones porque ya no sé cómo actuar, por lo general me dejaría llevar entregándole mi entera confianza a la persona que se atrevió a abrirse ante mí, pero duras lecciones me han hecho dudar y sabía de lo que él era capaz. Una vez llegamos al destino nos tomó un tiempo para que revisaran todo asegurándose que la mercancía estuviera completa, dieron el aviso y nos invitaron a pasar la noche, pero Valencia les dijo que lo mejor era seguir, así que dejamos el camión en manos de ellos y nos fuimos en otro auto hasta Albuquerque donde compramos dos tiquetes a Boston. Aproveché en lo que Valencia fue al baño para buscar un teléfono público y llamé a Oz, nadie contestó a la primera dejándome inquieto, pero igual insistí una segunda vez. —¿Hola? —mi corazón se detuvo al escucharla. —¿Livi…? Soy Marcus, ¿cómo estás? —Ya te comunico a Oz. —Livi, espera… —era evidente que seguía afectada pues en nuestra última llamada discutimos un poco fuerte. —No quiero seguir así contigo, amor, te lo pido, finalicemos esta pelea. —No es cuestión de pelea, es la realidad y tú preferiste hacerlo así. —Livi, no tuve opción, Oz es el único que podía ayudarme con Mara y dejé todo en manos de él. —Mejor no pierdas tu tiempo que esa fiera solo se tranquiliza con Travis o Clyde —contestó Oz. —¿A dónde fue? —Me hizo una señal para que atendiera y fue a su habitación. —En fin… ¿Confirmaste lo de Mara? —Sí, la niñera me informó que al terminar el turno la emboscaron en la esquina y asesinaron a los guardias llevándose a Mara y Liam. —Maldición… —Tranquilo, ya estoy pensando en otra cosa para sacarlos el otro año, por ahora dejemos que ese idiota piense que ganó la partida y después le daremos la estocada cuando saquemos a las mujeres y los niños. —¿Te refieres a…? —Sí, también rescataré a la señora Brown, así que mantente alerta junto a su esposo para que no los tomen desprevenidos. —De acuerdo. Oz disculpa por haberte gritado en la tarde, sé que no tienes la culpa de nada y antes estoy agradecido por todo lo que has hecho… —Relájate —respondió despreocupado. —Sé cómo te pueden alterar ese tipo de situaciones, recuerda que también debí vivir lo mío con Madison. —Igual lo lamento, pero quisiera pedirte algo más, aunque sé que aumento mi deuda contigo. —No te preocupes, igual dejaré que trabajes mis acciones en unos años para que me hagas más rico —¿Más rico?… Creo que ahora sí perdió la cabeza. —¿Qué necesitas? —Quiero que averigües sobre Valencia, acabo de enterarme que dejó a una esposa y dos hijos en otro país, quiero saber si puedo usar eso como ventaja más adelante. —Marc, jamás creí que diría esto… Uno siempre imagina a sus pichones volando lejos del nido, pero el día que ocurre… —soltó con sorna y fingido dolor. Es un idiota. —Hablo enserio. —De acuerdo, investigaré sobre él y te estaré avisando. ¿Qué planeas hacerle? —Nada malo. —¡Bah! Pasos de bebé… —maldito idiota… —Está bien, te llamaré pronto, por ahora asegúrate que tu mujercita no abra la boca mientras yo controlo a la fiera que tienes acá. —Dile que la amo. —¿También quieres que se lo demuestre? —preguntó jocoso. —¡Solo díselo! —colgué siendo su risa lo último que escuché.
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