Ashton se quedó pacientemente mirando a todos sus compañeros de clases. Eran niños demasiados feos para su gusto y nada comparado a su mamá que siempre le daba abrazos y besos por todas las cosas buenas que hacía. — ¿Tienes algo que decir? —la maestra lo señaló y él negó con la cabeza, volviendo su mirada hacia el dibujo—. Se sentía muy solo y todo por culpa de su padre, quien lo metió a ese lugar creyendo que al ser un niño tan inteligente seria bueno que socializara con personas de su misma edad. — Maestra —llamó a la mujer mayor—. Quiero hablar con mi mamá. — Cariño —la mujer le mostró una sonrisa algo ensayada—. Aún no es hora para que tus padres vengan a buscarte. Tienes que esperar hasta las cuatro. — Quiero ver a mi mamá —volvió a repetir—, también quiero irme a mi casa, por fa