Capítulo 2

2850 Words
Rose caminaba por los pasillos vacíos de la Universidad, buscando a su mejor amiga por todos lados porque estaba preocupada de lo que le puede llegar a pasar. Tenía miedo de que le hayan hecho algo, le temía bastante. Después de que Eros le dijera que era su nuevo juguete o mejor dicho su nuevo Hazinem, la dejó ir. ¿Era enserio lo que estaba pasando? ¿La nerd de la Universidad, la nueva mascota de uno de los chicos más populares de la preparatoria? Estaba enamorada del alfa desde que tenía memoria, nunca imaginó que este diese el primer paso. Pero, debía de estar bien informada sobre lo que Eros pretendía, ya que no le cabía del todo, que ella fuese tan hermosa. Era una locura total, algo totalmente diferente a su vida cotidiana. Cansada de buscar a su amiga fue hacia su casillero y dejó los libros que ya no iba a utilizar hasta el lunes porque gracias al señor es viernes. Salió de la Universidad aún con el uniforme de educación física puesto por miedo a encontrarse con Eros en los baños, así que prefirió mejor no entrar otra vez a ese lugar. Su casa quedaba un poco lejos a una hora de la Universidad, por lo que siempre toma el autobús. Se subió a este y buscó entre sus cosas sus audífonos y su celular. Se los colocó y dejó que la canción Hello de Adele llenara sus sentidos. Mientras cantaba esa canción una lágrima recorrió su mejilla, pero la apartó de inmediato por qué no quería que nadie la viera llorar en pleno autobús y se burlaran de ella por ser tan llorica. Más canciones pasaban por sus oídos hasta que llegó a la parada que daba a su casa, no llamó a nadie, estaba más que segura de que su padre estaba en el trabajo. Subió hacia su habitación y tiró todo al piso, apagó la música de su celular. Cuando iba a dejar a un lado comenzó a sonar y vio el número de Mary. — ¡Mary! dime, ¿Cómo estás? —preguntó preocupada. — Estoy bien, creo. — ¿Cómo qué crees? Me tienes con los nervios a flor de piel, me asusté bastante cuando Eros me sacó de allí y te dejo con Kaleb, dime que te hizo—. Ya no podía contener lo impaciente que se sentía en esos momentos. — No me hizo nada, solo me obligó a hacerle un trabajo —comenzó a decir, pero no encontró palabras para continuar. — ¿Qué clase de trabajo? —preguntó confundida. — Me hizo hacerle una mamada—los sollozos fuertes salieron poco a poco. — ¿¡Qué te hizo que!? —gritó sentándose de golpe en la cama. — Me hizo hacerle eso, Rose. Me siento asquerosa...no me gusta sentirme así. En este mismo instante lo estoy viendo llegar a su casa o mejor dicho la que comparte con Eros —sintió pasos caminando—. Parece que me vio —dijo asustada. — Mierda, Mary, sólo esto nos puede pasar a nosotras, esto está mal. Hoy Eros me dijo que era su Hazinem, ¡No sé qué es eso! —chilló. — ¡Oh mi dios, Rose! ¡Estás metida en un lío más grande que el mío! —sorbió por la nariz. — ¿Qué quieres decir? —preguntó confundida. — Tienes que venir a mi casa para poder explicarte mejor —y colgó. Rose se quedó confundida por lo que Mary le había dicho antes de colgar. — ¿Enserio le obligaste a chupártela? —preguntó Eros, cuando llegaron a su casa y Kaleb asintió aún con esa sonrisa de tonto. — Obvio que, si lo hice, me lo gocé. Sus labios y su lengua son mágicos. Ya le quité la virgen de la boca. Ahora solo me falta lo otro y listo —informó, tirando sus cosas en el gran sofá color n***o.   ✨✨✨✨✨   — Este lugar es un asco —Eros hizo una mueca cuando vio todo el lugar desordenado. — Pues límpialo porque yo no lo voy hacer. — Límpialo tú, tarado —le dio un golpe en la cabeza antes de salir corriendo por las escaleras. Como niños pequeños comenzaron a correr escaleras arriba hasta llegar a la habitación de Kaleb y tirarse en la cama viendo hacia la ventana. — Tienes buena vista desde aquí —señaló, hacia el otro lado. — No me puedo quejar, todos los días me masturbo viendo cada uno de sus movimientos cada vez que sale del baño es como si viera la gloria —se mordió el labio. — Esa chica te tiene mal —comenzó a reírse de él. — No digas tonterías, solo me gusta para algunas cosas y para nada más —afirmó, tirando una almohada a Eros. — ¿Ya tienes planes para esta noche? —preguntó cambiando drásticamente de tema. — Si, hay un bar a dos horas de aquí, tenemos un encargo de cocaína, será fácil entrar y salir de allí —dijo mirándolo y sentándose en la cama. — Si eso está bien —se encogió de hombros. — Quiero saber que paso con la nerd —arqueó una ceja. — No se dé que hablas —se hizo el tonto. — Sabes de lo que hablo, la chica de ojos verdes, hoyuelos tiernos, piel de porcelana y que, por cierto, tiene un trasero tan delicioso que me encantaría com... —comenzó a decir, pero Eros lo detuvo. — Ya no sigas porque te rompo la cara esa chica es mía —advirtió serio, y Kaleb rio. — Tranquilo solo quería saber si sabías de ella —subió los brazos al aire. — Eres un cretino —lo insultó, en broma. — Tu también, estamos cortados con la misma tijera —arqueó otra vez la ceja. — De eso no hay duda —se encogió de hombros.  — Ya dime lo que vas hacer con esa chica —insistió impaciente. — Es mi Hazinem —dijo en un susurro, saboreando el nombre en sus labios. Por un momento el silencio se hizo presente. Hasta que Kaleb explotó, literalmente. — ¡Estas demente! ¡Apenas es una omega inesperta! ¡No puedes meterla a esta vida, sólo porque se te da la maldita gana de hacerlo! —gritó Kaleb histérico, totalmente furioso. — Ya lo hice y no hay vuelta atrás. Además, tú metiste a esa niña que tienes como vecina en esto, así que no me vengas con que no puedo hacer lo mismo con la otra —lo miró y Kaleb respiró profundo tres veces para calmarse. — Solo te diré una cosa, esa una niña y nosotros somos hombres de la mala vida que se gana el maldito dinero vendiendo drogas, matando gente que debe dinero y para colmo de esta mierda somos unos jodidos violadores con un expediente largo detrás de nosotros, solo ten cuidado con lo que haces con esa niña —le dijo su amigo en forma fraternal y como buen amigo, Eros asintió. — Está bien, Kaleb, sé lo que hago —aseguró, pero no estaba tan seguro.   ✨✨✨✨✨   — Ya estoy aquí Mary, así que espero que lo que me tengas que decir sea bueno —fue lo primero que Rose dijo al entrar a la habitación de ésta, sentándose en la cama de la rubia a espaldas de la ventana. — Es muy serio, espera un momento —susurró caminando hacia la ventana y cerrarla con todo y cortina. Kaleb y su amigo podrían verlas. — Ahora siéntate aquí y explícame qué diablos está pasando porque aún no sé nada —se acostó en la cama aun con los pies en el suelo. — Me dijiste que Eros te dijo Hazinem, pero en otro idioma o sea en turco. Según lo que he oído de Kaleb es que como su amigo ellos se dedican a la mala vida. — ¿Qué? ¿Cómo? — Matan gente para sobrevivir, es por esa razón que el director y todos en la Universidad les tienen respeto o, más diría yo que miedo, en ese lugar se hace lo que ellos digan y si no lo hacen mueren —tragó en seco—, pero eso no es lo que importa, ahora la cuestión es la siguiente. Ahora eres como la puta exclusiva de Eros —dijo seria, y Rose se sentó de golpe en la cama. — ¿Estas de broma? —preguntó, mirándola con los ojos bien abiertos. — No, según rumores que dicen los alumnos aparte de nosotras, Eros sólo utiliza ese nombre cuando quiere a alguien que este con él cuando necesite sexo, pero que ese nombre solo lo ha tenido una persona aparte de ti. Muchas mujeres desean que Eros las nombre Hazinem, pero no lo hace —tocó la mano de la rizada tranquilizando solo un poco—. Enserio te pido que te cuides, Rose, eres mi mejor amiga y no me gustaría que nada te pasara, ya suficiente tengo con lo de Kaleb para que ahora te pase algo a ti —no pudo evitar el que sus ojos se cristalizaran. — Tranquila, trataré de estar lo más alejada de Eros en lo que queda del año escolar, ya después si sigue con eso ya veré que hacer —sonrió para ocultar su tristeza. No quería preocupar más a su amiga. — Eso espero Rose. Eres mi mejor amiga ricitos.   ✨✨✨✨✨   Eros y Kaleb ya estaban en el lugar donde tenían que hacer el cambio, el cual consistía en entregar la droga y recibir dinero, luego se van. — Esto huele horrible, Eros, no me gusta —rodó los ojos. — ¿Piensas que a mí también me agrada esto? Sólo entregamos esto y nos largamos de aquí —rodó los ojos. Se dirigen con las bolsas llenas de cocaína al área VIP, sin ser revisados. Cuando llegan encuentran a un guardia que los mira de arriba hacia abajo de forma superior y Eros solo quiere clavarle un cuchillo en el pecho. Abren la bolsa para que vea lo que hay dentro y el hombre asiente, dejándolos pasar. Luego se dirigen hacia donde está un hombre regordete sentado con dos mujeres con vestimentas bastante provocativas en cada pierna. — Veo que son rápidos —dice con una sonrisa de tonto. — Claro que lo somos, pero primero el dinero y luego te damos lo que quieres —habló Eros, con tono brusco. El hombre ríe, pero no dice nada, le hace una seña a uno de los hombres y este deja dos maletines llenos de dinero. — Hay quinientos de los grandes en cada uno —señaló cada maletín. Kaleb se acerca para comprobar y luego se aleja. Eros deja la droga encima de la mesa y toma los maletines, y salen de ahí sin decir una sola palabra. La misma rutina de siempre. La misma que siempre tendrán.   ✨✨✨✨✨   Al día siguiente, Mary perseguía a su mejor amiga en busca de un enorme favor. — Vamos, Rose, dime que sí —rogó la rubia, caminando detrás de su mejor amiga. — No, Mary, entiende —advirtió, sin dejar de caminar. — Vamos, por favor, no me dejes ir sola, verás mi cadáver mañana en las noticias —dramatiza, poniéndose una mano en el pecho, haciendo una expresión graciosa. — Déjate de tonterías, sabes que no te pasará nada —rodó los ojos, entrando al salón de clases. — Es en serio. Mañana saldrá, "chica de diecisiete años es encontrada muerta en un basurero en los barrios bajos de California. Se presume que fue torturada antes de ser violada". — Ya déjate de esas cosas, yo no te dije que aceptaras ir con Kaleb, así que te aguantas —se sentó al final de la última fila. — Vamos, Rose, te prometo que no verás a Eros en ese lugar —se sentó a su lado, y Rose bufó. — Ya basta, Mary. Ya te dije que no. Tú y yo sabemos que, si Kaleb está en ese lugar, Eros también. Así que no —volvió a negarse—. Me envías por mensaje la talla del ataúd y tu talla de ropa, por favor —bromeó, pero se hizo la seria, y Mary abrió los ojos y la boca indignada. — Pero que amiga me gasto, esto es el colmo —se sentó en su lugar, y Rose río por lo idiota que podía llegar a ser su amiga. — Sabes que te amo —le dio un beso en la mejilla, Mary no pudo evitar reír. — Lo sé, amor —le siguió ella el juego, pegando su mesa con la de Rose. — No. La rubia comenzó a llorar de forma dramática, Rose sólo vio que cada estudiante entraba al aula sin decir alguna palabra. Las clases comenzaron como de costumbre, hasta que la puerta fue abierta después de treinta y cinco minutos, y dándole paso a su campo de visión a Eros y a Kaleb. Ambos se sentaron frente a las dos omegas que ya estaban temblando con el Jesús en la boca. La rizada y la rubia se miraron entre ellas, y después se encogieron de hombros por la actitud de ambos, ya que era demasiado extraña para ellas. No les había dirigido ni una sola palabra, no les había hecho nada.   ✨✨✨✨✨ El resto de las pocas horas que quedaban fue un gran suspiro para ellas, porque no habían recibido ninguna palabra de los reyes de la Universidad. Las clases continuaron con normalidad para todos, especialmente para las dos chicas. El timbre sonó, dando por finalizadas las primeras cuatro horas de clases. Tomaron sus cosas, listas para salir de allí. Pero, las potentes figuras de Eros y Kaleb detuvieron sus pasos antes de que pensaran darlos. Ambas omegas se miraron entre ellas, y pasaron saliva sonoramente. — Siéntate —ordenó Kaleb a Mary, quien lo hizo sin protestar. — Nos vamos, rizos —le ordenó Eros, a Rose, quien se puso de pie sin decir una sola palabra. Eros tomó el brazo de la pequeña rizada, arrastrándola hacia la salida del aula, dejando a Kaleb y Mary en ella, completamente solos. — Nos vemos, Hazinem —susurró Eros, en su oído antes de irse y dejar a una Rose nerviosa. Se dirigió hacia la cafetería sin esperar a su mejor amiga, ya que ésta le había dicho el día anterior que había estado en su casa, que cuando Kaleb esté cerca de ella, que trate de permanecer lo más lejos posible de su alcance, por su seguridad. Se sentó en una de las mesas que estaban más apartadas de todos, como siempre. Arregló sus gafas mirando hacia todos lados, sorbió de su jugo de naranja que había preparado esa misma mañana, antes de salir de su casa, y luego tomó un libro que tenía en su mochila. Lo abrió justo donde se había quedado y lo comenzó a leer. Se escucharon unas cuantas risas varias mesas más adelante, levantó la vista para darse cuenta de que era el grupo social de Eros que estaba sentado a unas cuantas mesas frente a ella. Pero, lo que más le enojó era verlo riendo de algún chiste como si fueran los mejores. Rodó los ojos volviendo su mirada a su lectura. No habían pasado ni veinte minutos cuando Mary se colocó frente a ella con sus mejillas sonrojadas a más no poder. — Me hizo hacerle eso otra vez —hizo un puchero, señal de que iba a llorar en ese mismo lugar. — Vamos al baño, no deseo que nadie te vea en ese estado —se levantó y tomó su mochila, junto con la de su mejor amiga. Rose dirigió su mirada hacia donde se encontraba el grupo de Eros y todos ellos se encontraban mirándolas como si fuesen las raras de la Universidad. Pasó uno de sus brazos por los hombros de Mary. Cuando llegaron a los baños se aseguró de que nadie las hubiese visto. — Yo no quiero nada de esto —enterró su rostro en el pecho de su amiga. — ¿Has intentado hablar con tu mamá sobre lo que está pasando? —acarició el cabello de la rubia. — Él dijo que si intentaba decirle algo a la policía o alguien más me mataría con sus propias manos o mataría a mi madre frente a mis ojos. — Diablos —fue lo único que se me ocurrió decir—, ¿En qué diablos te has metido? — En qué diablos nos hemos metido — corrigió. — Eros no me ha hecho nada — levantó una ceja. — Pero lo hará y no podrás hacer nada. En ese instante tocaron el timbre dando por finalizado el receso. Rose le entregó su mochila y cerró los ojos fuertemente para no entrar en pánico.
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