Capítulo 1 (Part.2): ¿Mamá?

1562 Words
Narrador Omnisciente: …Oh, no… —M-Matt ¿Qué haces? — preguntó la mujer titubeante y sintiendo como los nervios la invadían, sin ser consciente de ellos, empezó a retroceder a cada paso que el hombre daba para acercarse a ella. Matthew respondió a la clara pregunta de la mujer de cabello oscuro, solo se seguía acercando a ella con gesto serio y firme, mientras la miraba con gran intensidad queriendo arrancar la verdad de sus ojos. El guapo empresario analizaba con detenimiento ese rostro femenil que tantos suspiros le había robado a sus sueños. No iba a detenerse, claro que no lo haría… En cierto momento de distracción, la espalda de Amber chocó contra una pared cercana tomándola por sorpresa y antes de que ella pudiese librarse de esa peligrosa situación; Matthew la atrapo entre su fornido cuerpo y la pared usando sus musculosos brazos como verdaderos barrotes de prisión. La mujer estaba en problemas… Cuerpo contra cuerpo…calor contra calor…latido contra latido… arrepentimiento contra rencor ¿Qué pasaría ahora? Era más que obvio que la llama moribunda de su amor se avivaba cada vez más en los ojos de los dos amantes y los incitaba a entregarse nuevamente por amor. Ambos se sentían mutuamente a través de sus ropas. La respiración de Matthew se agito al tener a Amber tan cerca rozando su piel, había olvidado que podía sentir todo ese calor emanando del tembloroso cuerpo de la mujer que amaba y eso avivo su deseo por recuperarla; quería recordar esa piel tan suave y ese sabor tan dulce. Quería volver a tener a la mujer solo para él. La respiración de Amber se cortó en un segundo y el carmín adorno con supremacía sus pálidas mejillas; estaba tan sensible por el simple hecho de tener al hombre tan cerca, era capaz de sentir su calor, de oler su olor, de embriagarse con su sentir. Quería dejar de sentir, pero le era imposible teniendo a Matthew tan cerca y seduciéndola de esa manera tan intensa. Ambas miradas se conectaron y (como por arte de magia o influencia del destino) volvieron al pasado en el momento en que ambos se reencontraron de nuevo en las calles de Manhattan. Ese pasado pedía a gritos volver a ser recordado y quedarse plasmado en la piel de los amantes para siempre; aquel pasado donde se desbordaba la pasión y el amor entre ambos cuerpos, en aquellos tiempos donde eran felices uno al lado del otro. Ninguno de ellos lo sabía aún, pero sus corazones empezaron a latir al mismo ritmo y en la misma sinfonía. Al ritmo del amor. —Dímelo mirándome a los ojos, cariño— dijo el hombre acercándose aún más a su amada, eliminando cualquier rastro de distancia y admirando de cerca aquella belleza que le arrebataba el aliento; se moría por ella y no pensaba dejarla otra vez, no otra vez— dime que no me quieres, que me aleje, que ya no soy nadie en tu vida…—Amber trago grueso e intento hablar, pero las palabras no salieron de sus labios, mientras su cuerpo se tensó en gran manera cuando Matthew acaricio con delicadez la piel expuesta de sus brazos— dime que no sientes que te quema la piel cuando te toco; pues te admito que me siento arder solo con el roce de tu piel— los ojos verdosos del hombre descendieron desde los ojos de la mujer hasta sus labios que se encontraban entreabiertos y temblando—no me da miedo admitir que me equivoque y créeme que hare lo que sea por tener tu perdón; fui un idiota, un cobarde y un orgulloso por haberte dejado ir. Por ti apuesto incluso mi propia vida; quizás me he arriesgado mucho, pero a mí lo único que me vale es tener tu amor y tenerte de vuelta, para que mi vida, vuelva a ser vida… —Matthew…—intento hablar la mujer de oscura cabellera, pero el hombre coloco uno de sus dedos sobre sus labios haciéndola callar; ella se estremeció con su toque, pero no podía dejarse llevar, debía mantenerse firme o lo perdería todo— no me hagas esto, por favor… —No es necesario que digas nada, mi amor—dijo él mirándola con ternura; él sabía que ella aun lo quería e iba a hacer de todo para recuperar su amor, se acercó cada vez más a ella teniendo en cuenta que Amber estaba hecha una estatua entre sus brazos; no sabía si esto estaba bien o estaba mal, solo se dejó llevar por sus instintos y por sus deseos—Solo permítete sentir mi calor; mi piel; mis caricias… Matthew esquivó a propósito el rostro de Amber y se centró en su níveo cuello, acaricio con la punta de su nariz aquella sensible zona y no pudo evitar suspirar al oler el perfume que desprendía esa mujer que era su más grande anhelo y su deseo más divino; Amber no lo sabía, pero tan solo su olor era un estímulo afrodisiaco para el cuerpo del fornido hombre. El cuerpo entero de Amber tembló y retuvo el aire en sus pulmones; ella rogó a cualquier divinidad para que Matthew se detuviese, ya que si no lo hacia ella perdería por completo el control sobre su cuerpo y se sometería a los oscuros deseos de Matthew West. Cada uno era la debilidad del otro. —Permíteme sanar tus heridas con mis besos— continuo hablando el hombre mientras dejaba un sendero de calientes besos en el cuello de la mujer que sentía que cada vez el aire le faltaba más y más, Amber coloco sus manos en el firme pecho del hombre, pues sintió que sus piernas fallarían y ella caería al suelo en cualquier instante—Cometí muchos errores y he pagado con creces cada uno de estos, viví años de oscuridad sin ti y no planeo volver a ese abismo. Amber estaba agitada pues el susurro de Matt hacia que su aliento chocase de manera fulminante contra su piel sensible; estaba a punto de perderse en su neblina de deseo, pero de pronto algo regreso a su mente calmando un poco su ardor y encendiendo su rabia. —Creí que serías feliz con Emily— dijo la mujer en tono suave, pero con cierto sarcasmo y rabia, pues recordaba a aquella rubia que arruino su relación con Matthew; pero más que nada lo dijo fue para regresar a la realidad y abandonar el candente momento—Ustedes dos hacen una excelente pareja. El hombre gruño al oír el nombre de esa mujer que había sido la causante de tanto dolor y tanto sufrir. No sabía con exactitud porque su amada había nombrado a esa rubia venenosa, pero él dejaría en claro que jamás amaría a otra mujer. Su corazón tenía una sola dueña. —Yo creí que Emily era mi amiga y confidente, me confié de más y ella me engaño; destruyó lo más hermoso y verdadero que tuve en mi vida, destruyo nuestra relación—digo él recordando con gran tristeza aquel día en el que Amber desapareció, ese fatico día en donde la luz abandono su vida; él se separó del cuello de la mujer, pero sin alejarse de su cuerpo, quería verla a los ojos, expresarle su sentir a través de una mirada y de sus sinceras palabras de amor— Sé que prometí olvidarte y enterrar tu recuerdo, pero no pude; amándote como te amo, no pude unirme a otra mujer, hubiera sido peor que tu ausencia y juró por mi vida que te amaré hasta que mi corazón deje de latir. Te haré recordar nuestro amor, para que nunca puedas olvidarme. Amber trago grueso y sintió como el aire era meramente superficial; ella sentía como su corazón saldría en cualquier momento de su pecho mientras sus pensamientos y sentimientos eran un verdadero caos en su interior. No sabía qué hacer, ni que pensar, ahora mismo su cuerpo estaba inmóvil y sus pensamientos corriendo a la velocidad de la luz, no podía decir nada pues las palabras la habían abandonado por completo. Pasaron años desde su separación y aun así, no podía evitar ese mar de sentimientos que rugía en su interior por Matthew. Parecía que el tiempo se hubiese detenido y que los años no hubiesen pasado nunca. Matthew coloco su dedo índice en la barbilla de la mujer y se centró en sus bellos ojos oscuros, esos que en cientos de noches le arrebataron el sueño. Él solo era un hombre enamorado, haciendo locuras por amor y ella era una mujer enamorada, evitando locuras por rencor. Ambos estaban presos en sus miradas. — ¿Sabes porque yo Nunca Pude Olvidarte? —Dijo cerca del rostro de la temblorosa mujer, que le estaba ordenando a su cuerpo apartarse pero este no respondía a sus órdenes, para la mujer esos ojos verdes eran su perdición—porque Siempre Fuiste Mía. Ambos se encontraban tan cerca que sus alientos se mezclaban el uno en el otro; sus agitadas y deseosas respiraciones se unían. Amber ya no pensaba con claridad y Matthew solo la deseaba a ella. Ambos deseaban con todo el fervor de sus cuerpos unir sus labios y lo hubieran hecho si cierta voz infantil no los hubiese interrumpido de repente. —Mami ¿Quién es él?...
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