**SERAPHINA** Cuando estaba a punto de alcanzar el clímax, cuando ya podía saborear la dulzura del abandono, se retiraron con la misma suavidad con la que habían llegado, dejándome suspendida en un vacío anhelante, con el corazón latiendo con fuerza y el cuerpo clamando por más. La llama del deseo ardía intensamente, alimentada por la promesa de un placer aún mayor. —¿Por qué te detienes? —¿Te gusta cómo te toco? —Sí, me encanta, lo reconozco. Sentí la firmeza de su erección presionando contra mi cuerpo, un contacto que encendió una chispa en mi interior. La anticipación crecía a cada instante, una mezcla de nerviosismo y deseo recorrer mi piel. De repente, sin previo aviso, se impulsó hacia delante con un movimiento brusco y decidido. La penetración fue profunda e instantánea, llen

