CAPÍTULO 2

948 Words
Estoy en la cola de Starbucks para comprar café para el mismísimo diablo. Le pongo n***o sin azúcar como dijo. Llego al edificio de la empresa a las 8:54 am. Camino directamente desde el ascensor a mi oficina. Es una belleza profesional, marrón claro con paredes beige. Llamo a su puerta a las 9:00 a.m. Golpeo y espero una respuesta. Después de unos segundos, escucho "adelante". Entro y lo veo sentado en su escritorio con las manos cruzadas sobre el pecho. —Buenos días, señor. Su café—digo mientras le entrego el café. Él lo toma y lo pone en esa elegante mesa suya. —¿Cómo estás, Bella? —Estoy bien, gracias—le digo, y él no dice nada después de eso. Decido irme. Mientras gira el pomo de la puerta, lo escucho hablar. —Bella—dice, devolviéndome la llamada. —¿Señor? —Hay algunos papeles que debes firmar como mi asistente personal. Toma asiento. Te los conseguiré. Me siento mientras saca un papel. Leo y dice que aceptaré trabajar para Enzo durante cinco años sin irme, pero puede despedirme para terminar el contrato en cualquier momento. —Vaya, cinco años es mucho tiempo—. No hay forma de que firme esto—. ¿Tuvieron que firmar todos sus asistentes personales un contrato de cinco años? —No. —Entonces, ¿por qué tengo que hacerlo? —He tenido varias asistentes personales que renunciaron al trabajo sin siquiera trabajar durante un mes, así que quiero asegurarme de que no renuncies al trabajo. No es que me importe, pero tomar una entrevista es muy estresante. Mentiría si dijera que me sorprende, sabiendo la clase de persona que es Lorenzo. Será difícil trabajar con él. Recuerdo un tiempo en la escuela secundaria cuando ambos nos ofrecimos como voluntarios para decorar el gimnasio para uno de los bailes. Siempre fue un fastidio y se negó a hacer todo lo que le pedí, así que terminé haciendo el trabajo por mi cuenta. No puedo firmarlo porque eso sería darle permiso al mismísimo diablo para que me trate como quiera. No hay forma de que pueda firmar este contrato. Luego, una voz en el fondo de mi mente me recuerda a mamá acostada en una cama de hospital con tubos conectados a ella. Decido hacerlo por mamá. Firmo los papeles. Puedo sentir su intensa mirada escudriñándome. Haré esto por mamá. Le entrego los documentos y me pongo de pie para alejarme cuando habla con esa sexy voz suya. —¡Regresa! —dice después de tomar un sorbo de café. Camino hacia atrás y me paro frente a él. —¡Qué crees que estás haciendo trayendo café frío! —Estaba c-caliente cuando lo traje...—tartamudeo. —¡Cierra el pico! —su voz fuerte resuena—: No quiero escuchar ninguna excusa sin sentido de tu parte. ¿Ves esas cajas detrás de ti? Están llenas de archivos. Los quiero ordenados alfabéticamente y listos para las doce. ¿Está claro? —dice con voz áspera. Abro mucho los ojos cuando veo el tamaño de la pila de cajas detrás de mí. No hay forma de que termine para el mediodía. Estoy a punto de decirle cuando suelta: —Sé que vas a decir que no podrás terminar antes del mediodía, pero la verdad es que no me importa. Quiero que termines y no importa cómo lo consigas—dice con frialdad y se da la vuelta. Sabía que no había vuelta atrás porque entregué mi vida al diablo. Tendré que soportar todo lo que me haga. ¡Qué manera de empezar mi primer día! Llevo las cajas a mi oficina, que está justo al lado de la suya. Tengo ganas de dejar de mirar la cantidad de trabajo que tengo que hacer. Sé qué hará de mi vida un infierno. Podría huir o simplemente renunciar. Pero si me voy, podría ser demandado y todavía tengo que pagar las facturas del hospital de mamá. No estoy dispuesta a arriesgarme. Desempaco las cajas y empiezo a ordenar los archivos. Dos minutos antes del mediodía termino, pero siento que mi cuerpo está a punto de morir. Estoy exhausto. Estoy a punto de salir a almorzar cuando recibo un mensaje de texto de Enzo. Dice que debo reportarme en su oficina de inmediato. Camino directo a su oficina, llamo a la puerta y espero una respuesta, después de unos segundos escucho un 'pase', que no sale con encanto. Entro y lo veo sentado en su escritorio. —Recoge los archivos de la mesa de café y envíalos por fax a todos los contactos—dice sin siquiera molestarse en levantar la vista de los papeles que tiene delante. —Señor, estoy a punto de salir a almorzar. Cuando regrese lo haré—le digo porque no hay forma de que me quite la hora del almuerzo. —¡No irás a almorzar! Si no has comido, ese es tu problema—él dice. No sé qué decir a eso, así que me agacho para recoger los archivos. Siento la mirada de alguien siguiendo mis movimientos. Estoy a punto de darme la vuelta y comprobar quién es cuando me doy cuenta de que solo somos Enzo y yo en la oficina, lo que significa que me está mirando el culo. ¡Oh, Dios mío! Rápidamente me enderezo. Me doy la vuelta y lo veo mirando a todos lados menos a mí y actuando como si no solo estuviera mirando. Siento mis mejillas arder con calor, y sé que estarán rojas como un tomate. Salgo rápidamente de su oficina. Pienso para mis adentros, '¿en qué me he metido?'
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