Belinda escuchó la puerta abrirse y pensó que era su suegra, pero Loreta se había ido a dormir, Benjamín había regresado.
Ben se apoyó contra la pared, era demasiada tentación. Le gustó lo que vio. Ezequiel esperó a que su hermano se acercara.
– ¿Ben?
– Necesito controlarme. Estoy colgando de un hilo.
Ezequiel entendió. Él también lo estaba. De hecho, desde que ella atravesó por su puerta, las otras mujeres ya no lo habían satisfecho. Le gustaba su manera dulce.
– Ven, ambos te prometemos que no te dejaremos cruzar la línea.
Ben nunca había llegado hasta el final por amor a ella. Quería evitar la presentación, porque sabía que él no sería lo suficientemente firme para hacerla sentir cómoda en un evento como ese, porque en el momento en que estuviera con ella, se olvidaría de todo. No
