Benjamín observó a Belinda. El último día de la peluquería había cambiado el color de su cabello, que antes era oscuro, ahora era de un color miel que le sentaba muy bien. De hecho, independientemente del color de cabello que usara, Bel tenía una belleza delicada y, sin embargo, siempre usaba un color de esmalte de uñas diferente. Los esmaltes de uñas que usaba siempre eran coloridos y alegres, pero los labiales que usaba siempre eran más discretos o en un tono pastel. Al mirarla, Benjamín supo que si entraba en ese baño, las cosas se saldrían de control. Su excitación y la de Kiel eran evidentes. Y la atrevida se quedó mirándolos como averiguando el estado en que se encontraban. Quería un espectáculo y se lo proporcionarían. El nuevo teléfono celular que llevaba lo metió en su bolsillo.

