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El viaje de regreso a Londres duró exactamente ocho horas. Sin duda el viaje fue agotador, estar tanto tiempo sentada fue un golpe bajo hacía mi columna y mi trasero, pero realmente disfrute pasar mucho tiempo con Demian, flojeando mientras comíamos palomitas y veíamos películas de terror, mientras nos cubrimos con la misma manta color gris que nos calienta. También tuvimos mucho tiempo para charlar, decir chistes y contar anécdotas graciosas, mientras reíamos como un par de niños.
Y cuando el jet privado aterrizó en Londres, nuestras sonrisa se hicieron aún más grandes, aunque no les negaré que extrañaría que Demian esté todo el día pegado a mí, pero era hora de que él regresara al trabajo y yo necesitaba encontrar un espacio en su vida. Necesitaba encontrar ese "algo" que tengo qu
