Esquizbell. . .
Estoy sentado en el pequeño salón de mi morada, pensando en la mejor manera de acercarme a Isabella, necesito poner mi plan en marcha lo más pronto posible, no puedo seguir perdiendo tiempo que no recuperaré. De pronto mi hombre de confianza entra con un papel en sus manos.
-Señor, ha llegado esta nota para usted.
-Bien. Acércala- extendí mi mano para recibirla. La abro y leo atentamente.
"Querido mío,
Estás líneas son para llevarte buenas noticias. Mi amado ha abandonado su morada durante todo el día para atender asuntos que reclaman su atención. No volverá hasta entrada la tarde, esta mañana ha comunicado que hará un anuncio importante durante la cena, creo que ambos podemos imaginar cuál será, es por ello que debemos apresurarnos. La rosa inglesa ha quedado sin protector y yo me encargaré de que abandone su refugio. Entenderás que esta es una oportunidad de oro, no la arruines, ni la desperdicies cariño. Sabes lo que tienes que hacer
Z"
Sonrió lentamente. Ha llegado la hora de que mi querido primo comience su calvario.
-Meishaleth- llamo a mi hombre.
-Si, mi señor- atiende de inmediato.
-Hoy tenemos un trabajo especial, prepara mi caballo, hoy saldremos de cacería- sonrió mostrando todos mis dientes.
Isabella, se encontraba en uno de los salones revisando algunas de sus fotografías. Cuando Zahra, entró en la habitación.
-¿Estás ocupada, Isabella?
-No. Solo reviso algunas cosas. ¿Se te ofrece algo?
-Deseo comprar algunas túnicas, ha transcurrido mucho tiempo desde que adquirí mis últimas prendas. Me preguntaba si gustarías acompañarme.
-Eso sería maravilloso, podría comprar un caftán especial para esta noche- sus ojos brillaron y Zahra, tuvo que ocultar su sonrisa de satisfacción. Sin duda alguna Isabella Stone, era más ingenua de lo que parecía.
-Sí, es una gran oportunidad. Yo también deseo estar radiante para esta noche.
-Solo que. . . - pareció dudar.
-¿Sucede algo?
-Le prometí a Su Excelencia, que no saldría sola.
-No lo harás, iremos juntas.
-Aún así- le dijo- ¿podría acompañarnos un guardia?
-Por supuesto. Quizás consigamos dos que estén disponibles- le sonrió.
-Perfecto- dijo emocionada. Compraría la mejor túnica que hubiese en la tienda, tomaría un baño con rosas y Naiara la peinaría con una gran recogido. Estaría radiante cuando El Jeque, anunciara su compromiso.
Las calles de Norusakistan, eran calurosas y transitadas, las personas conversaban alegremente, las túnicas de diversos colores se divisaban en la población, algunos de ellos usaban túnicas rojas con dorado o viceversa. Isabella, se preguntaba si habían perdido a alguien más o si aún guardaban el luto por el antiguo Jeque.
-Aquí venden las túnicas más bonitas de todo Norusakistan- le informó Zahra y ella no dudó en entrar, seguida por la misma Zahra y los cuatro guardias reales que le acompañaban.
Zahra, tenía razón. Las túnicas de colores vibrantes, pasteles, llamativos y decorados brillaban en la estancia.
-Son hermosas- gimió- creo que compraré más de una.
pensó Zahra.
-Por supuesto, yo me llevare varios pares. Quizás una docena.
-No creo que yo compré tantas- dijo riendo- un trío estará bien.
-Como tú digas, Isabella.
Media hora más tarde salían de la pequeña tienda. Isabella, sonreía y Zahra, también. Solo que ambas lo hacían por motivos diferentes.
Caminaron unas cuadras cuando escucharon un alboroto. Las personas en las calles corrían y gritaban.
-¿Qué sucede?- preguntó Isabella, llena de angustia.
-No lo sé- aseguró Zahra.
-Hay que salir de aquí- dijo uno de los guardias.
-Pronto señoritas- las tomaron de las manos para comenzar a correr.
Isabella, se dejó arrastrar sin comprender lo que sucedía. De pronto se giró y lo que vio le sorprendió.
Al menos dos docenas de hombres estaba dispersos en las calles y otros tantos corrían en dirección hacia ellas. Montaban a caballos y tenían aspecto feroz, gritaban mientras alzaban sus espadas.
-¡Oh Dios mío!- gimió horrorizada- ¡son bárbaros!
-No mire señorita- Le dijo el guardia que la arrastraba obligándola a correr- no mire, debemos llegar a Palacio, debemos ponerlas bajo custodia.
-¡Por Alá !- escuchó que Zahra gemía mientras caía de bruces al suelo.
-¡Zahra!- le gritó, mientras se retorcía para librarse del guardia y correr hacia la mujer, para ayudarla a levantar del suelo. Cuando se puso en pie siguieron corriendo por una estrecha calle. Los guardias miraban a todos lados asustados, cuando de la parte frontal surgieron más jinetes y se vieron rodeados.
-¡Hermoso cabello!- gritó uno de aquellos hombres- ¡Serás una mercancía bien pagada!- Isabella, se estremeció, maldiciendo en silencio por su mala suerte. Debió ocultar su cabello bajo algún turbante. Ahora, era demasiado tarde. Estaban expuestos, rodeados, eran casi treinta hombres contra ellos cuatro, era evidente que no tenían oportunidad alguna.
Fue lo primero que pensó Isabella, con el corazón lleno de pesar, con la idea de que posiblemente jamás volvería a verlo, terminaría siendo la mujer de alguno de esos bárbaros, o en una casa de placer. Ninguna de las opciones le agradaba, pasó de ser la futura Soberana, a la mercancía de aquellos bárbaros.
Los guardias las pusieron juntas, mientras intentaron rodearlas para defenderlas.
-¡Estamos perdidas!- gimió Zahra- ¡no saldremos de esta!
Isabella, no supo que decir, quería darle ánimos, pero no quería mentirle.
A continuación todo ocurrió tan rápido.
Algunos jinetes descendieron de su montura y se acercaron a los guardias con gritos de guerra y espadas levantadas. Los guardias empuñaron sus propias espadas para intentar defenderlas pero nada pudieron hacer. Isabella vio como uno de esos hombres tomaba a Zahra del cabello.
-¡ZAHRA!- gritó. Se giró para ir hasta ella, cuando unos brazos la tomaron por la cintura.
-¿A dónde crees que vas, preciosa?
-¡Suélteme!- gritó angustiada mientras se removía- ¡Suélteme salvaje!
-Ni te imaginas lo salvaje que puedo ser- le dijo con voz grave. Se giró buscando a Zahra, pero se encontraba en el piso con un corte en la boca y otro en la mejilla, al parecer la habían golpeado.
-¡SUÉLTEME!- gritó con todas sus fuerzas. Vio como varios hombres golpeaban a un guardia, mientras el otro recibía un fuerte golpe en la cabeza con la empuñadura de una espada.
ESTABA PERDIDA.pensó al borde de las lágrimas.
-Tú y yo daremos un paseo- le dijo aquel hombre. La soltó y ella intentó correr, pero sintió que tiraban con fuerza de su cabello y la giraban, de pronto recibía un fuerte golpe en la mejilla que seguramente le desencajaría la mandíbula, lo último que vio, fue el cielo azul de Norusakistan, antes de que todo se volviera oscuro.