Victoire Jussieu
Los cinco pares de ojos que me observan en diferentes direcciones en mi oficina anteriormente me pondrían nerviosa, pero en estas circunstancias solo puedo mantenerme con los pies bien puestos sobre tierra y los ojos fijos en ellos, aún no sé cómo empezar dado que mis padres aún no saben nada, deben imaginarse que algo grave pasó, la irritación y el color rojo en mis ojos les debe dar un adelanto de lo que se viene.
Años atrás ellos sufrieron al igual que todos nosotros, solo que tuvieron que hacerse los fuertes, todos estábamos desmoronando, si ellos también lo hacían estábamos perdidos, pero después de todo ellos perdieron un hijo, no soy madre ni padre pero no puedo ni imaginar por el dolor por el que pasaron aquella noche, o puedo hacerlo pero no del todo, dado que el perder a un hermano es muy diferente a perder un hijo, no puedo compararlo.
Justo ahora que necesito que las palabras salgan de mi boca no lo hacen, se mantienen atoradas, no es como si tuviera mucha idea de que decir pero todos están a la espera de lo que tenga que decir, ha pasado un día desde que volvimos del bunker y más que buscar no tengo la mas mínima idea de que hacer.
No puedo simplemente responder a los próximos ataques, no cuando se de quien se trata, porque no por su deslealtad yo también seré desleal, eso no me caracteriza, aunque siempre ponga primero los negocios de la organización la familia es primero, mantenerla en pie es lo más importante para mi.
Porque puedo ser una persona cruel y sin remordimientos pero como cualquier otra tengo un punto débil y todos lo saben pero no se atreven a tocarlo, a causa de que saben que haré arder el mundo si se atreven siquiera a tocarles un cabello.
-¿Y bien hija? ¿Que ocurre?-pregunta mi padre con seriedad, sus ojos se muestran preocupados aunque su rostro no demuestre mucho, saqué mucho de él, sin embargo mi madre en estas situaciones es más paciente, sabe que lo que sea que tenga que decirle no es fácil para mí.
-Ayer... nos hemos enterado que Sergio está vivo-musito mirandolos a los ojos, mi madre frunce el ceño mientras mi padre deja caer el vaso de vidrio que sostenía entre sus manos.
Los otros tres hombres se mantienen en silencio, dado que con ellos debo hablar luego, después de todo ellos ya saben todo esto desde ayer, incluso a más profundidad que yo.
-¿Escuché bien?-cuestiona mi padre sosteniéndose del sofá en el que está sentada mi madre, el se mantiene de pie detrás de ella.
-Sergio, mi hermano, está vivo.
Repito en voz alta, mi madre se lleva las manos a la boca estupefacta, sus ojos se llenan de lágrimas al igual que los de mi padre y yo desvío la mirada, si sigo viéndolos me echaré a llorar otra vez.
-¿Como es posible? ¿Lo viste?
Niego con la cabeza tomando el puente de mi nariz.
-Nard hizo negocios con un hombre, este sirvió de distracción para que Sergio pudiera atacarnos a nosotros, no sabíamos de quién se trataba hasta que buscamos a dicha persona obligándola a que nos dijera el nombre de su socio.
-¿Cómo estas tan segura de que es tu hermano y no alguien con el mismo nombre? ¿Por qué el los atacaría?
Pregunta mi madre y yo niego otra vez.
-No hay ningún Sergio Jussieu registrado, solo está el, el cual lo reportamos fallecido hace cinco años, no hay más movimientos bancarios ni nada que ver a su nombre, lo único que se me ocurre es que el mismo haya decidido vivir en el anonimato después de ello.
Explico y mis padres se quedan unos minutos pensando al respecto.
-¿Por qué querría atacarlos de ser así?
Pregunta mi madre y es la misma pregunta que yo tengo, no hay ninguna razón por la cual mi hermano nos podría atacar, no hicimos nada malo en su contra, nosotros lo admirabamos y queríamos más que a nadie, es por ello que necesito hablar con el.
-Eso es lo que estoy investigando, necesito hablar con el.
-Queremos ir contigo-suelta mi madre levantándose y yo levanto mi mano deteniendola.
-Es peligroso, ha pasado mucho tiempo y no sabemos a que nos enfrentamos, lo mejor es que vaya con los chicos, cuando estemos seguros de que es mi hermano y de que no quiere matarnos los llevaremos ante el.
Pido y ambos asienten resignados, saben que discutir conmigo no tiene caso, todo el trabajo lo estoy haciendo por y para nosotros pero deben confiar en mi, si Sergio nunca volvió a casa debe tener una razón, una que sé que no me va a gustar, ellos no están preparados para presenciar un enfrentamiento de ser necesario, no puedo exponerlos de esa manera.
Mucho menos cuando se trata de algo que aún no es seguro.