Ella le había encerrado, se había protegido de él como si de un domo se tratara. No iba arriesgarlo todo por asesinarla y el así el consejo se convirtió en una gran piedra en su zapato. Kerem se sentó en el sofá mientras miraba a su esposa tomar algunas servilletas para limpiar la sangre de su cuello. El mantenía el ceño fruncido notando el temblor de sus manos. Osman había recogido el arma del suelo y los hombres habían salido del departamento dejando a la pareja sola, pero el líder de seguridad se quedó para hacer unas preguntas. —¿Cuándo volveremos a Estambul, mi señor? —Mañana temprano, así que tengan todo listo. El hombre asintió y salió del departamento dejando a Latifa temblando de miedo cerca de la pared. Cuando miró que Arabelle intentaba curar su herida ella logró reaccio