Arabelle sintió un escalofrío cuando notó el cambio en los verdosos de Kerem, parecieron oscurecerse, como si una penumbra se pusiera sobre ellos. Se quedó anonadada, sintiendo que la saliva abandonaba su boca. Estaba allí, con el alcohol despertando sus sentidos, y ahora, mirándola así, era una presa fácil pero a pesar de ello, ella no deseaba que fuera su presa. No quería hacerlo de esa forma, no quería seducirlo estando en ese punto porque ella no era esa clase de mujer. Él había tomado demasiado y no quería que se lo reprochara después, así que aun sabiendo que Ruzgar se lo reprocharía si se enteraba, decidió dar un paso atrás. —Estás un poco tomado, será mejor que bajes y atiendas a tus invitados. Yo corroboraré que su entretenimiento haya llegado y luego subire a dormir. Buenas n

