Arabelle decidió dar por cerrada la conversación con respecto a Adalet, sin embargo, mantuvo su rostro enfadado pues era innegable que esa mujer le había amargado el día. La gran ciudad de Van emanaba de vida, con sus aromas y con la gente que iba y venía disfrutando de las cosas que la gran ciudad tenía para ofrecer. Kerem, en cambio, mantuvo sus ojos fijos en su esposa mientras ella se adelantaba por los caminos y observaba todo lo que tenía delante. Comida, ropa, telas preciosas y café, no había nada mejor que el aroma del café. —¿Seguirás enfadada conmigo? —No estoy enfadada contigo. Su respuesta fue cortante mientras la mujer recibía un pequeño palillo y probaba la colección de quesos únicamente exclusivos de la región que eran un deleite probar. En Turquía existía esa cultur