La condesa Yehohanan recibió un mensaje del barón Orestes, en donde le pedía que la visitase apenas llegase a la Capital. Como ya le había anunciado al príncipe Rhiaim que estaría en casa por unos días, entonces decidió acudir a la repentina reunión. - Me pregunto qué querrá el barón – pensó Yehohanan, mientras miraba el paisaje desde la ventanilla de su coche – no suele contactarme al menos que sea algo muy urgente que requiere de mi presencia. Sin embargo, cuando llegó a la mansión de Orestes, éste le presentó a una chica y le dijo que las dejaría a solas en su oficina, para que pudieran conversar con tranquilidad. Aurora miró a la condesa con mucho nerviosismo. Por fin pudo conocerla y creyó que era una mujer impresionante. Si bien pensó que sería sencillo hablar con ella, ahora s

