Gracias a la tropa seleccionada cuidadosamente por la princesa Abigail, los antimonárquicos que tomaron las tierras de la colonia del Norte fueron rápidamente reducidos y encarcelados. Los colonos ya habían escuchado rumores sobre la ferocidad de la princesa de hierro y, al verla en acción, pudieron comprobar que eran ciertas. En la ciudadela, la tropa comandada por Abigail traía, en una larga hilera, a diez de los antimonárquicos que a la virreina siempre se les escurrían de las manos. Todos llevaban grilletes en las muñecas y tobillos, además de una larga cadena que rodeaban sus cuellos y los mantenían unidos para evitar que alguno escapara. Los colonos, al ver a la princesa encabezando la marcha, comenzaron a ovacionarla. Pero cuando vieron a los antimonárquicos, los abuchearon y le

