Capítulo 2
Cierro mi maleta de un golpe y le doy una patada, asustando a Tabatha. No quiero ir a California, no quiero acompañar a mi madre a la venta de mi hermana y no quiero ser partícipe de esta locura. Lanzo un par de zapatos a en la otra maleta y también la pateo, nuevamente Tabatha pega un brinco. Me siento furiosa, toda la semana he estado furiosa, no puedo creer que le estén haciendo esto a mi hermana y no puedo creer que esta esté feliz con tal decisión ¡No lo puedo creer! Papá tampoco está del todo de acuerdo, pero sabe que no puede discutir con mi madre ni hacerla entrar en razón, ella quiere que Anastasia se convierta en reina, está consiguiendo el estatus que siempre ha querido a través de sus hijos, no me sorprendería que este verano lo use para conseguirme marido ¡Esto es una locura! ¡Me siento dentro de una novela de Austen!
Resulta que la reina Sue y mi madre habían estado manteniendo conversaciones en las últimas semanas. Mi madre sabía del cáncer de la reina. Una de esas tardes de charla amena, salió el tema de la abdicación al trono y cómo tenía que encontrarle una esposa a su hijo lo más pronto posible. Entonces la reina le recordó a mi madre sus viejas fantasías de la infancia, cómo estas soñaban con algún día ser familia, pero que tendría que lograrse en la siguiente generación. Fue ahí cuando la reina le pidió a mi madre que viaje a California con Anastasia, porque quería que mi hermana sea la esposa de su hijo. A este último, la noticia de que vamos a ir no le es sorpresa, ya le pusieron de aviso hace días, quizá meses, de los planes de nuestras madres y él aceptó sin refutar ni protestar ¡Una locura total!
Trato de ponerme en los zapatos del príncipe, verse entre la espada y la pared. El príncipe ya conocía a Josh desde los cinco y luego le presentaron a mi hermana, cuando esta tenía diez años. Quizá desde ese día se estuvo maquinando este plan en la cabeza de la reina y por fin podía sacarlo a flote. Supongo que el príncipe piensa que es mejor casarse con alguien que conoce, la hermana de su mejor amigo, a tener que casarse con una perfecta extraña ¡Pero no deja de ser una locura!
Esto está mal, está totalmente mal. Mi madre está vendiendo a mi hermana y la reina es quien quiere comprarla para poder abdicar a favor de su hijo ¡Y todas las partes de este bizarro contrato parecen estar de acuerdo! Me siento asqueada, muy asqueada. Lo peor es que no puedo alegar que esto es en contra de la voluntad de mi hermana ¡Porque ella está ilusionada con la idea de ser esposa del príncipe y convertirse en reina! Incluso sorprendí a mi madre y a mi hermana hablando de los por menores de la noche de bodas ¡Asco! Ya sé que dijeron que el príncipe tiene la facultad de aceptar o rechazar a mi hermana, pero con las circunstancias apremiantes no creo que se pueda dar el lujo de buscar una esposa, así que tendría que aceptar lo que el parlamento le elija y eso es mil veces peor. Malditas leyes absurdas y arcaicas.
- ¿Estás enojada Eve?
Pregunta mi pequeña hermana.
- No estoy enojada, estoy furiosa e indignada
- No te enojes Eve – me tiende una gomita en forma de lombriz – Come esto, siempre hace que Caleb ponga caras graciosa
- Gracia Tabita… - acaricio los cabellos de mi hermana – Pero no creo que haya algo que me pueda alegrar…
- Eve… - mi hermana entra en la habitación, lleva un ligero maquillaje sobre el rostro – Mamá dice que te apresures con tus maletas, quiere tener todo en el primer piso para ya meterlos en el auto
- Dile que ya termino – arrojo ropa dentro de la maleta – Y también dile que me niego a ir a esa estupidez
- Eve… - Anastasia rueda los ojos – Por favor, deja de estar enojada, no quiero que mañana estés con ese rostro – me toma de las manos – Vamos a ver a la reina y a su alteza – sonríe - ¿No te emociona?
- No
Me suelto del agarre de mi hermana.
- Por favor Eve, copera… - me mira con tristeza, suelta un suspiro – Hazlo por mí, en verdad quiero esto
- Es que…
- Quiero que seas mi dama de honor – la miro con los ojos bien abiertos – Y que uses un vestido lila pomposo
- Ania…
- Ya sé que aún no hay un compromiso, pero… tú misma lo dijiste, es más que seguro que sí… - vuelve a tomarme de las manos – Y quiero que seas parte de esto, eres mi hermana y te amo
- Ania…
Siento una presión en el pecho.
- Por favor…
- De verdad que esta estupidez te hace feliz
- Mucho, como no tienes idea…
- Aish… - niego con la cabeza – Bien, lo intentaré – lanzo más ropa a la maleta, mi hermana menor lanza dulces dentro de esta – Pero sabes que mi paciencia tiene un límite y si se sobrepasa, huiré
- Bien
- Y controla a mamá que cuando se pone de los nervios me altera
- De acuerdo
Sonríe.
- Ahora vete, tengo que terminar con esta tontera – me llevo algunas gomitas a la boca - ¡j***r! – las escupo - ¡Son ácidas! – Tabatha comienza a reír – Niña embustera
- ¡No! ¡Eve!
Comienzo a hacerle cosquillas.
- Eve, mamá dice que te apures con las maletas
Caleb se asoma por la puerta.
- ¡Que me dé un par de minuto!
Grito, soltando a mi hermana.
- Cálmate…
Pide Anastasia.
- No me provoca ningún placer el ir a California a ver cómo te venden – mi hermana se cruza de brazos – Pero eso te hace feliz y si eres feliz, yo igual – mi hermana sonríe – Al menos hay un lago cerca y podré ir a pescar…
- Y habrá caballos – mi hermana pone mala cara, a ella no le gustan tanto los caballos como a mí – Así que tendrás con qué mantenerte entretenida
- Ya qué…
Cierro las maletas y dejo que mi hermano se las lleve. Me dejo caer sobre mi cama y cierro los ojos, realmente no me siento de ánimos para sostener otra conversación con mi hermana, sobre todo ahora que se ha vuelto loca. Mañana iremos a uno de los palacios de verano de la familia real, un lugar campestre con su propio lago y campo de tiro con arco. No me entusiasma en nada, pero bueno, todo sea por Anastasia y su cuento de hadas…
- Eve… Eve… ¡Eve! – abro los ojos – Niña, despierta… - me estiro sobre mi asiento y veo lo que me rodea, ya hemos aterrizado – Vamos… nos esperan…
- Mamá, mira, que hermoso se ve todo… - oigo a mi hermana, miro por la ventana, un extenso campo verde con una enorme casa color ladrillo a lo lejos – Oh… mamá, estoy tan emocionada
- Pues controla esa emoción – le dice mamá – No quiero que piensen que estás desesperada, compórtate con mesura – ruedo los ojos – Habla si te hablan, no te metas en las conversaciones y guarda tus opiniones para después
- Sí…
Anastasia se frota las manos con nerviosismo.
- ¿Se lo imaginan, niñas? – mamá sonríe, mirando por la ventana – Eve, esto será de tu hermana algún día
- Hurra…
Suelto, tomando mi caña de pescar.
- ¡Eve! – mi madre me toma del brazo – Primero bajaré yo, luego tu hermana y al final tú
- Bien…
Me zafo del agarre de mi madre.
- Compórtate – me mira con severidad – No le arruines esto a tu hermana
- No lo haré, solo… cálmate – le pido, dejándome caer en mi asiento – Me estás poniendo de los nervios
- Respiremos profundo las tres… - mira de nuevo por la ventana – Ahí está Sue – mamá se seca el sudor de la frente - ¿Les conté que nosotras fuimos mejores amigas en la escuela?
- Sí, en la Escuela Privada Golden Gates…
Ruedo los ojos.
- Y conociste a papá en una fiesta de un amigo
Recordó Anastasia.
- Y este era el hijo del dueño de una empresa de manufacturera de…
- Sí, sí, sí, eso no viene al caso – mamá nos hace callar – Ummm… no está su hijo…
- ¿Qué…? – mi hermana se asoma por la ventana - ¿Por qué?
- No lo sé, pero no te pongas nerviosa…
- Que nervios – Anastasia me sonríe – Ciento un enjambre en la barriga
- Jesús… toma un laxante
- Eve… deja el mal humor
- Lo dejaré cuando regresemos a Colorado…
Me cruzo de brazos.
- Con algo de suerte y unas cuantas miradas, quizá tu hermana no regrese con nosotros a Colorado
- Oh… genial, tendré habitación propia
Suelto un bufido, rodando los ojos.
- Bien, bajaré…
- Deséame suerte Eve
- Rómpete algo
Mi hermana ríe, luego me da un abrazo.
- Te quiero, aunque seas una gruñona
- Yo igual, aunque hayas enloquecido…
Mi hermana baja del avión. La sigo con mi caña de pescar en una mano y mi bolso en la otra. Odio esto, odio todo esto, pero no me queda de otra, no me pude negar a venir, me arrepiento de que Ania me convenciera de venir. Odiaré cada minuto que pase en este lugar, no me importa si su palacio de verano es la versión miniatura de mi casa, odiaré todo este verano y lo recordaré como el peor verano de mi vida. Termino de bajar las gradas, camino unos pasos hacia la reina y hago una leve reverencia.
- Te has puesto muy guapa Genevieve
Me alaga la reina.
- Ya tiene dieciséis
Mamá me sonríe, no hago ningún gesto.
- Me encanta su cabello, es tan largo – toma un mechón de mi cabello – Te llega hasta las caderas y no se ve nada dañado – me sonríe – El tuyo también Anastasia, aunque lo tiene mucho más corto… - mi hermana le sonríe a la reina – Síganme, les mostraré dónde se quedarán
- ¿Cómo has estado querida amiga?
Le pregunta mi madre a la reina.
- He tenido días mejores, Georgina – contesta – Pero por ahora estoy bien, emocionada al menos – mira a mi hermana – Eres tan bella
- Gracias su majestad
- ¿Y su hijo?
Pregunto, mi madre me mira con ojos severos.
- En la ciudad, estamos cerca de San Francisco – asiento – Dijo algo sobre tener que comprar la nueva edición de no sé qué libro de esa saga del niño brujo y…
- La edición de aniversario de Harry Potter, es la que tiene las portadas holográficas y que brillan en la oscuridad ¡Oh! ¡Qué envidia! – exclamo con emoción – Si no hubiésemos venido, podría haber ido a comprarlos, los lomos forman la imagen de Hogwarts y si le pones luz ultravioleta se ve el castillo en llamas….
- Sí… supongo que era ese…
- Perdone a mi hija – mi madre aprieta mi brazo, mi hermana me dedica una mirada desaprobatoria – No sabe cuándo callarse
- Descuida… - la reina suelta una risita – Supongo que vendrá en un par de horas – se encoge de hombros – Uno de sus amigos de la universidad le llamó para decirle que estaba haciendo fila para la tienda…
- Oh… bueno… cosa de jóvenes – mamá ríe - ¿Recuerdas cuando hacíamos fila para poder comprar los discos de The Knights
- Sí… como olvidarlo – la reina también ríe – Su madre y yo vivíamos enamoradas del bajista de la banda
- Eso debió de ser divertido
Interviene Anastasia.
- Sí, si te gusta hacer fila por un grupo de hombres en sus cuarentas
Mi madre me vuelve a dedicar una mirada de severidad.
- Bueno, aquí es… - nos detenemos en una casa de un piso con las paredes color maíz y tejas – La casa de huéspedes, hay tres casas de huéspedes, pero a ustedes les he dado la más grande
- Gracias…
Agradece mi madre, la reina abre las puertas y ante nosotras aparece una acogedora y rustica sala con cinco personas en medio de estas.
- Les asigné personal – señala la reina – Mucamas, un chef y un par de estilistas – la reina posa sus manos en los hombros de mi hermana, esta se sonroja al instante – Almorzaremos juntos en la terraza, quiero que te veas hermosa, mi hijo estará presente y queremos que la magia vuele – ruedo los ojos, esta muggle no tiene derecho a usar esa palabra si no sabe qué es “Harry Potter” – Así que, las dejo… - abraza a mi madre – Es tan grato para mí el tenerte aquí, querida amiga – mamá sonríe – Y hoy puede ser el comienzo de una nueva etapa para nosotras
- De una nueva etapa y de sueños cumplidos
- Claro que sí, de eso me encargo yo – la reina sonríe – Alexander sabe cuál es su deber – vuelvo a rodar los ojos, la reina se me queda viendo – Pero que eso no te haga sentir mal, Anastasia, porque sé que mi hijo se enamorará perdidamente de ti, eres una chica de clase y muy bella
- Muchas gracias su majestad
Mi hermana hace una reverencia, pongo los ojos en blanco por enésima vez.
- Bueno, me retiro a mis aposentos, el almuerzo se sirve a la una
Miro mi reloj, faltan tres horas para eso, la reina se va.
- Eres una chica de clase y muy bella – remedo, haciendo gestos de querer vomitar – Que estupidez
- Más respeto Genevieve – me pide mi hermana – Ya me has avergonzado lo suficiente por hoy día – la miro con indignación – No continúes, por favor
- Tu hermana tiene razón
- ¿Yo que hice?
Pregunto con enojo, cruzándome de brazos.
- Dije, explícitamente, que no intervengan si no se les pregunta y ahí vas tú, de maleducada, hablando hasta por los codos
- La reina estaba hablando de los libros de…
- ¡No me interesa! – me silencia – ¡Me estás poniendo de los nervios Genevieve y estoy empezando a creer que fue mala idea el traerte! ¡Es obvio que no estás lista aún para esto! – aprieto los puños – ¡Sigues siendo una niña inmadura y caprichosa! – aprieto los labios - ¡Y no permitiré que le arruines esto a tu hermana! ¡Así que cambia esa actitud o no vas a almorzar con nosotras y te buscas tu propio almuerzo!
- Bien…
Tomo mi caña de pescar y camino hacia la puerta.
- ¡¿A dónde crees que vas?!
- ¡A buscar mi propio almuerzo! – me giro hacia mi madre - ¡Yo no quería venir! ¡Yo no quiero estar aquí! ¡Así que puedes despreocuparte, madre! – tomo mi bolso – No seguiré avergonzándolas, iré a pescar y cocinaré lo que encuentre
- Eve…
Mi hermana me intenta detener.
- No… - abro la puerta – Lo lamento Ania, pero no puedo ser partícipe de esta mierda
- ¡Cuida ese vocabulario en este lugar!
Me regaña mi madre.
- ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!
Cierro la puerta de un portazo y comienzo a caminar. No me interesa nada de lo que me diga mi madre, todo esto es una mierda y no quiero ser partícipe de ello. A mi madre solo la motiva el poder obtener estatus social a través de sus hijos ¡Ya lo está logrando con Joshua! Y ahora lo intenta con Anastasia. Tener una hija reina ¡Que su hija sea la reina! Debe de ser el sueño húmedo de mi madre. Esto es una mierda, estoy en un palacio de verano a punto de ver como consuman el contrato de compra y venta de mi hermana. Aunque ella no se dé cuenta, está a punto de ser vendida por una corona y estatus. No puedo creer que ella esté dispuesta a casarse sin amor, sin pasión, sin nada que la una realmente a él salvo la ilusión. Espero que el príncipe esté igual de ilusionado que mi hermana, y que eventualmente esa ilusión se transforme en amor, porque odiaré a mi madre si mi hermana termina condenada a un matrimonio sin amor.
Sigo mi camino, atravieso todo el lugar y llego al otro lado del lago. Respiro hondo e intento tranquilizarme. Debería de sentirme feliz por mi hermana, dejar todo de lado e intentar sentirme feliz por ella ¡La comprometerán con un príncipe heredero! ¡Se convertirá en la reina de Norte América! Pero no puedo, se me hace muy difícil. No puedo estar tranquila sabiendo que mi hermana puede ser condenada en lugar de bendecida. Aunque, de todos modos, debería de intentar bajar un poco a mi mal humor y tratar de compartir con Anastasia… ¡Ah! ¡No sé cómo actuar o qué hacer!
- ¡Ah! - grito, un mapache tira de mi bolso - ¡No! – el animal logra arrebatármelo - ¡No! – comienza a correr - ¡Ven aquí, animal! – corro detrás del animal, blandiendo mi caña de pescar como si de una espada se tratase - ¡Ven aquí! – sigo corriendo - ¡Ven aquí! ¡Ven aquí maldito mapache!
Corro montaña arriba ¡Lo único que me faltaba para coronar a mi mal día! ¡Que un maldito mapache me robe! Solo esto me faltaba ¡Solo esto me faltaba! Quedarme sin teléfono y sin los libros que traje ¡Esto es excelente! ¡Excelentemente horrible! Sabía que era una mala idea venir, o quizá es el karma castigándome por haber sido tan borde con mi hermana ¡Maldita sea! ¡Maldito mapache! ¡Maldito matrimonio arreglado!
Sigo al animal, adentrándome entre la arboleda. Estoy lejos del palacio, con la frente empapada de sudor y mi caña de pescar. Sigo corriendo, tratando de evitar las rocas y las raíces, lo que menos quiero es romperme una pierna y ser víctima de un coyote. Diviso al maldito mapache, corro hacia él, pero este sube un árbol a la carrera ¡Maldición! ¡Voy a comer mapache a la parrilla!
Miro el tronco del árbol, no hay ramas con las que me pueda impulsar hacia arriba ¡Demonios! Intento sostenerme del tronco, pero caigo de trasero. El mapache comienza hacer ruiditos, como si se estuviera riendo de mí ¡Ah no! ¡No voy a permitir que ese espécimen se burle de mí! Vuelvo a intentarlo, vuelvo a caer, el mapache comienza a hurgar en mi bolso ¡Maldita sea! De seguro huele las galletas oreo que guardo ahí. Miro mi caña de pescar, se me prende el foco. La sostengo con ambas manos y…
- ¡Ey!
Protesta una voz detrás de mí.
- ¡Oh! ¡Mierda! – suelto sin poder contenerme – Lo lamento… - corro hacia el alto joven de cabello rubio – Lo lamento…
- ¡Au!
El joven se pincha con el anzuelo.
- No se mueva…
Logro quitar el anzuelo de la chaqueta del joven.
- Gracias…
El joven me mira con seriedad.
- Lo lamento
- ¿Se puede saber qué hacía usted con una caña de pescar en un lugar donde no se pesca? – miro mi caña, no me apetece ser regañada por un extraño – Además del hecho de que es peligroso adentrarse al bosque en soledad
- Lo siento, pero es que fui víctima de un robo – señalo hacia el árbol – Ese mapache tiene mi bolso
- Oh, ya veo… - se ríe, su risa provoca que algunos pájaros comiencen a cantar – Aunque creo que su cometido era apoderarse de esas galletas
- Sí, ya me di cuenta… - me cruzo de brazos – Genevieve Anderson
- Un placer…
Estrechamos manos.
- Au… - lo suelto con rapidez - ¿Sintió eso?
- ¿La estática? – presiono mi dedo contra su mano - ¡Au! – comienzo a reír - ¡Ey! – el joven también ríe - ¡Detente! ¡Ey! – ambos reímos – Ya… - me toma de la muñeca – Basta…
- Lo siento…
Le miro a los ojos, su gorra no me deja apreciarle del todo, una mariposa se posa sobre su hombro y otra sobre mi cabeza.
- Creo que debería de intentar recuperar su bolso, señorita
- Sí… - tomo mi caña con ambas manos – Mejor aléjese, no quiero volver a pescarle
- Claro… - meneo la caña de pescar, el anzuelo se engancha en una de las correas de mi bolso – Wow… buen tiro
- Gracias… - le miro – Podría pararse debajo del árbol, para que sostenga mi bolso y no se rompa nada
- Eh… claro…
- ¿Listo?
- Sí…
El joven mira hacia arriba, el sol no le deja ver bien e ilumina un poco su rostro.
- Prométame que no se irá corriendo con mis cosas en las manos, no lo conozco y bien podría ser un ladrón de montaña
- O un asesino en serie que acaba de encontrar a su nueva víctima
- Oh… entonces… ¿Debería de echarme a correr?
Bromeo, el chico comienza a reír.
- Prometo no huir con sus cosas
- Y yo prometo no volver a pescarlo
Volvemos a reír.
- Bien, estoy listo…
- Ok…
Tiro de la caña de pescar.
- ¡Oh!
Exclama el chico. Su gorra cae al suelo junto con mi bolso, dejando regados algunos de mis libros. Corro hacia mis pertenencias, el joven se agacha a mi lado para ayudarme.
- Amo este libro, yo tengo uno igual, los cuentos de Edgar Ala Poe – lo abre – Oh, disculpa…
- No, mírelo con confianza – hago un ademán de restarle importancia – Yo también amo ese libro, es de mis… - me giro a ver al joven – Favoritos… - abro al máximo los ojos – Mierda… - caigo sentada sobre el suelo – Mierda…
- ¿Se encuentra bien? – el joven me ofrece su mano - ¿Todo bien?
- Sí… - me siento muy avergonzada – Su alteza…
- ¿Qué…? ¡Oh!... – toma su gorra y se la vuelve a colocar – Hasta ahora no me habían atrapado, usted es mejor que cientos de paparazis, todo creen que sigo en San Francisco…
- ¿Por qué lo atrapé con un anzuelo?
El joven comienza a reír, le imito, su risa es contagiosa.
- Digamos que sí…
Me vuelve a tender su mano, yo la tomo, nuevamente siento esa electricidad.
- Perdone mi comportamiento… - hago una leve reverencia – No me di cuenta que era usted
- No hay problema, has amenizado mi día
- ¿En serio?
Comenzamos a caminar en dirección al palacio.
- Sí – sonríe – No he podido reír con genuinidad en estos días – sonrío – Gracias
- Fue un placer… - me aferro a las correas de mi bolso, esto es demasiado incómodo – Por cierto… ¿Logró comprar sus libros de Harry Potter?
- ¿Cómo sabe eso?
- Su madre nos los dijo
Me encojo de hombros, nuevamente reímos.
- Sí, aunque dudo mucho que los vaya a abrir
- Son de colección, no se atreva a abrirlos o los dañará
- ¿Le gusta Harry Potter?
- Obviamente – contesto, logro divisar el palacio - ¿A quién no?
- A mi hermana
- A la mía tampoco
Nos miramos y volvemos a reír.
- Pues ya tenemos algo en común
- Y un lindo de recuerdo de cómo lo pesqué por accidente
Volvemos a reír, este joven es muy agradable.
- Entonces, usted es hermana de Joshua Anderson
- Sí, soy la tercera, Genevieve – le miro – Pero llámeme Eve – el joven asiente – Y tú eres el primo de Victoria
- Sí – contesta, tiene los ojos cafés brillantes – Y usted no puede evitar tutearme, al parecer
- Oh… - me llevo las manos a la boca – Lo siento…
- No hay problema
- No quiero avergonzarme… - suelto un bufido – Y cuánto más lo intento, creo que más me avergüenzo
- Bueno, no tengo ningún problema – se encoge de hombros – Pero trata de evitarlo delante de su majestad
- Eso intentaré, no quiero meter en problemas a Anastasia… - le miro de reojo – Porque… bueno… - nos miramos – Ella será…
- ¿Sabe montar a caballo, señorita Eve?
Pregunta de pronto el príncipe.
- Sí… obvio que sí…
- Bien – sonríe – En la tarde nos acompañará a un paseo en caballo por los terrenos del palacio
- De acuerdo…
Contesto, confundida, el joven solo sonríe.
- Queda agendado entonces, es usted una joven muy agradable
- ¿En serio? ¿Mi familia suele decir que tengo mal humor?
- Pues no parece, su alegría es contagiosa
- Gracias… supongo…
- Gracias a usted, por alegrar mi día…
- ¿No era un día alegre?
- No del todo…
- ¿Por qué?
- Ya hemos llegado – estamos en el lago nuevamente – La veré en el almuerzo, ha sido agradable su compañía
- Gracias… - contesto - ¿Por qué andaba solo por el bosque?
- Necesitaba despejar la mente
Sonríe, siento una presión en el pecho.
- Oh…
Ya lo entiendo todo, él no está de acuerdo con este trato… pobre Anastasia.
- Nos vemos en el almuerzo y no olvide que a las cuatro iremos a montar a caballo
- No lo haré…
- Hasta luego, señorita Eve
- Hasta luego…
El príncipe da un asentimiento con la cabeza y se aleja. Comienzo a caminar de regreso a la casa de huéspedes. No puedo dejar de pensar en el príncipe, es más que obvio que él tampoco está de acuerdo con esto ¡¿Y quién lo estaría?! Nadie estaría de acuerdo con que le arreglen un matrimonio, ni aunque de ello dependiera que puedas o no ascender al trono. Esto es una ridiculez. Y ambos van a sufrir, porque él no está ni si quiera ilusionado con Anastasia, mientras que ella ya se está imaginando el envejecer a su lado. Le han llenado la cabeza a mi hermana con cuentos de hadas donde ella vivirá una hermosa vida feliz siendo reina, pero hasta la vida más opulenta puede volverse muy solitaria. Mi madre está condenando a su hija a una vida solitaria al lado de un rey.
Entro en la casa de huéspedes. Mi hermana está sentada en medio de la sala, con los estilistas revoloteando a su alrededor. Siento deseos de vomitar, esto no está bien. Debería decirle a Anastasia que destruya sus ilusiones, que él príncipe no aguarda por ella con una sonrisa, que él prefirió huir a la ciudad y luego al bosque antes de presentarse ante ella. Debería de hacerlo, para que piense bien lo que va a hacer, para que no crea que su vida marital será un cuento de hadas lleno de amor. Es mi deber como hermana el decírselo, para huir de esta locura a tiempo. Doy un paso hacia mi hermana…
- ¡Eve! – me giro, mamá está en la cocina con el chef - ¿Estuvo buena tu sesión de pesca?
- Sí… aunque no pesqué nada – contesto, mirando a mi hermana, la están maquillando – Eh…
- ¿Nos acompañarás? – pregunta mi hermana – Logré convencer a mamá de no castigarte – me mira, se ve hermosa con su maquillaje – Estoy tan emocionada, almorzaremos con su majestad y su alteza… - sonríe, juntando las manos - ¿Te lo imaginas, Eve? – las náuseas se apoderan de mí – Seré la mujer más feliz del planeta a su lado, viviré mi propio cuento y seré muy feliz…
- ¿En serio lo crees?
- Sí… sé que hoy veré mariposas y oiré a los pájaros cantar – regresa su atención a las estilistas – Entonces… ¿Nos acompañas?
- Eh… no – contesto al final, no puedo hacerle esto a mi hermana, no puedo decirle la verdad sobre los sentimientos de su futuro prometido – No me siento bien
- ¿Te sientes enferma? – pregunta mamá – Te ves pálida…
- Creo que me picó algún bicho…
- Necesitas a un médico…
- No, solo descansar… - camino hacia las habitaciones – Disculpen…