La fiesta estaba tranquila, entre saludos y conversaciones. Las luces suaves de los faroles iluminaban el ambiente, creando una atmósfera cálida y acogedora. En cada rincón, había mesas decoradas con flores frescas, velas encendidas y copas de vino tintado que brillaban bajo la luz tenue de la luna. Un grupo de músicos tocaba melodías suaves, mientras los invitados reían y charlaban animadamente. A pesar del bullicio alegre que me rodeaba, mi nerviosismo no me dejaba tranquila. Ya se acercaba la hora de la presentación y no podía evitarlo. Sentía cómo mi estómago daba vueltas, como si algo estuviera a punto de suceder, algo que cambiaría mi vida para siempre. Desde que Oshin se fue con su padre, no había tenido la oportunidad de hablar con él, y lo vi conversando con un chico que me resul

