A los 18 años, Oshin ya estaba sumido en una espiral más oscura de autodestrucción, si es que algo como eso era posible. Su transformación había llegado y pasado, pero no le había traído la paz que esperaba. En lugar de encontrar consuelo en la fuerza de su lobo, Dai, el enorme lobo n***o de ojos azules que le servía como compañero y reflejaba su misma oscuridad interior, parecía ser solo un recordatorio de la tortura que vivía a diario. Dai, con su imponente figura y su feroz reputación, solo se convirtió en un reflejo del caos mental que Oshin padecía. El lobo, temido por todos debido a la relación conflictiva entre él y su Luna, parecía no tener poder para calmar la tormenta emocional de su dueño. Oshin sabía que Fumiko, su Luna, le pertenecía por contrato y que, según la tradición, ya

