El día había sido largo, tenso, casi insoportable. Desde que mi hermana me había dicho que no me acercara a Fumiko hasta después de la fiesta, no había tenido oportunidad de verla, de sentirla cerca. Y lo peor era que Dai, el único con el que podría haber compartido mis pensamientos, me ignoraba completamente. La situación era insostenible. Me miré al espejo mientras terminaba de acomodarme la corbata, un gesto automático que apenas registraba. La imagen que veía no me representaba; era solo un Alfa que vestía el traje adecuado, el que se esperaba de mí. Pero mi mente no estaba allí, ni siquiera con la corbata perfectamente anudada o la caja de joyas que guardé en el bolsillo interior de mi saco n***o. La verdad es que no me importaba cómo luciera. No importaba que la fiesta estuviera a

