Oshin Itreque Desperté lentamente, sintiendo cómo la consciencia volvía a mí en fragmentos rotos. Al principio, todo era un murmullo lejano, un eco de sensaciones que no tenían forma ni significado. El aire se sentía pesado, cargado de humedad y moho. Un olor rancio, penetrante, se filtró en mis fosas nasales, invadiendo mis pulmones como un veneno invisible. No me moví de inmediato. Había algo en mi cuerpo, en mi piel, que no se sentía bien. Dolor. Mis músculos dolían con un ardor profundo, como si hubiera estado en una batalla que mi mente no recordaba. Mi espalda estaba rígida, cada fibra de mi ser parecía quejarse con un pulso sordo. No era solo el cuerpo… mi cabeza también latía con una presión insoportable, una opresión constante que hacía que mis pensamientos se sintieran pesado

